OPINIÓN | UN AÑO DE MILEI

Las claves de la aprobación presidencial

El investigador analiza el primer aniversario del libertario. Encuestas, el manejo de la agenda, inflación y estabilidad cambiaria, pilares libertarios.

A un año de gobierno de Javier Milei el ultimo sondeo de la ESPOP (Encuesta de Satisfacción y Opinión Pública) de la Universidad de San Andrés arroja que el gobierno alcanza el 54% de aprobación entre los entrevistados. Comparando con el ballotage (55%) y con la medición al primer mes de gobierno (54%), pareciera que el gobierno está intacto. Por el lado contrario, el 44% lo desaprueba del mismo modo que el 44% que no lo votó en el ballotage. El dato destaca aun más si se compara con la aprobación de los dos últimos presidentes argentinos al primer año de sus gobiernos: Mauricio Macri (51%) y de Alberto Fernández(312%). La mella en la opinión pública es casi imperceptible, grosso modo.

Desde luego, hay flujos: un minimo 8% de los que votaron a Milei no lo aprueba (el 92% sí) y un 12% aproximadamente de los que votaron a Massa hoy sí lo hacen (el 87% no, rotundamente). Más allá de esos pequeños flujos, la aprobación del gobierno está congelada según el voto en la ultima elección. Prácticamente el 90% de los votantes de Milei o de Bullrich aprueban al gobierno, y el 90% o más de los votantes de Massa y Bregman lo desaprueban. Los votantes de Schiaretti (como si fuera extraído de un modelo lineal perfecto), se dividen casi en 50% para un lado y el otro. En otras palabras, hay un fuerte partidismo en la aprobación al gobierno.

43. UdeSA ESPOP Noviembre 2024.pdf

Manejo de la agenda

Durante el año de gobierno las cosas fueron cambiantes. Llegó a tener solo el 46% de aprobación, lo cual era un buen número también si se considera el nivel de conflictividad con los universitarios, los jubilados y los sindicatos (todos ellos adversarios sectoriales dispares en el respaldo ciudadano) y la agresividad de las reformas y la retórica.

Pero el encuadre que le dio a cada conflicto fue en parte exitoso. Por ejemplo, las marchas universitarias le produjeron la primera crisis. Los universitarios llenaron las plazas y avenidas de casi todas las grandes ciudades del país y el respaldo de la opinión a las universidades, los académicos y los científicos era enorme.

En el mes de mayo medimos el impacto de las marchas en la Opinión Pública y un 65% respaldaba a éstas. Sólo un 29% no estaba de acuerdo con las marchas. Aún hoy el conflicto tiene secuelas, aunque de menor intensidad: el 52% está en desacuerdo con el veto a la ley de financiamiento universitario y sólo un 37% está de acuerdo con el veto del gobierno. Con posterioridad al conflicto el gobierno cambió los términos del debate, y convirtió la discusión en “auditoria a las universidades”.

Cuando preguntamos ahora en noviembre sobre este particular, el 65% de los entrevistados está de acuerdo en auditar a las universidades. Este es tan sólo un simple ejemplo de uno de los factores claves que impulsa la aprobación del gobierno: el manejo del encuadre de la agenda de debate público.

La inflación

La inflación fue el principal problema de los argentinos durante todo el 2019 y desde abril-mayo del 2021 hasta abril-mayo del 2024. Durante el 2023 el 60% de los argentinos llegó a poner la inflación en el primer lugar de los problemas. En la actualidad sólo el 21% menciona a la inflación como principal problema. Es el séptimo problema en orden de menciones.

La caída en la consideración pública de este fenómeno acompañó a la caída en los índices de inflación del 2024. El área de gobierno que sale mejor evaluada en su desempeño es economía, con el 48% que dice estar satisfecho con su desempeño. Las políticas destinadas al combate inflacionario dieron su fruto en la percepción del público.

Buenas o mala políticas, superfluas o consistentes, solo el tiempo lo dirá. Al momento rinden sus frutos para explicar el respaldo al gobierno. Generan expectativa: un 50% cree que el país estará mejor dentro de un año y un 45% cree que su situación personal mejorará. La percepción retrospectiva mejoró. Un 40% cree que el país está mejor ahora que hace un año, cuando al frente del gobierno estaba el hoy principal partido de oposición.

De todos modos, sólo el 18% indica que personalmente está mejor. Por eso, la pobreza (38%) y los bajos salarios (36%) son actualmente la principal preocupación. La venta de futuro ha sido y sigue siendo uno de los principales bienes simbólicos que provee el gobierno. “El salario no alcanza, no estoy mejor que hacer un año pero creo que las cosas van a mejorar”. Es más, entre los que aprueban al gobierno el sentimiento dominante es “esperanza”, seguido de “confianza” e “incertidumbre”. Uno podría decir: es la “expectativa de futuro estúpido”.

Desacuerdo programático

En términos generales: 46% está satisfecho con la marcha general de las cosas, el 54% aprueba al gobierno. Un 48% nos dijo que estaba satisfecho con el desempeño del gobierno en materia de economía, un 43% en Defensa y un 41% en política exterior. Si un allegado al gobierno lee estos números la conclusión es inmediata: “vamos bien!”. Sin embargo, al indagar por debajo de la superficie emerge un problema: no hay acuerdo programático con el gobierno. Los números de aprobación no indican que hay una mitad de los argentinos anarco capitalistas o minarquistas o liberal libertarios.

Ante la pregunta respecto de si preferían “un estado más grande que provea más servicios y atienda más asuntos” o “un estado más pequeño que provea menos servicios y atienda menos asuntos” un 50% prefirió un estado más grande y sólo un 28% un estado más pequeño. Lo mismo sucede área por área del presupuesto. El 81% cree que hay que gastar más en jubilaciones y seguridad social; en salud pública (80%), en educación pública (71%), en obras públicas (53%) y así sucesivamente. El resto considera que hay que gastar lo mismo que hasta ahora. Sólo en muy pocas áreas gastar menos se impone sobre las otras dos alternativas: el 50% nos dijo que hay que gastar menor en subsidios a empresas; género y diversidad (48%); y servicios de inteligencia (42%); casualmente en esta última se incrementó el gasto.

Otro ejemplo del desacuerdo programático es política exterior: la mayoría está en desacuerdo con el voto del gobierno en contra de la resolución de la ONU sobre eliminar las formas de violencia contra las mujeres y las niñas (60% en desacuerdo); con el voto en contra de la Agenda 2045 de la Organización de Naciones Unidas (57%). Y así podríamos seguir destacando que, en las medidas específicas, hay desacuerdo con el gobierno; pero, paradójicamente, en las respuestas generales hay apoyo.

¿Y entonces, qué?

Mi conclusión provisoria, como toda conclusión sobre la cambiante opinión pública, es que las políticas de control de la inflación y su concomitante estabilidad cambiaria, han tenido un impacto profundo en la percepción de la gente sobre la situación macro, y esto se refleja en la aprobación y en la imagen de Javier Milei. El manejo de la agenda de debate público es otro gran activo del gobierno: modificar los términos de la conversación para llevar la discusión a un encuadre en donde obtenga un mejor posicionamiento. Por otra parte, este éxito con la opinión pública no es global: el 54% de apoyo refleja que, con pequeños flujos, la evaluación positiva es de su propio electorado. El partidismo explica bastante el respaldo que tiene. No convenció a ningún adversario. No tuvo luna de miel, como se suele decir; aunque si, digámoslo, una exitosa fidelización de los propios

kicillof, a la sombra de una gran alianza libertaria
Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil.

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