En estos momentos en que desde esferas gubernamentales se insiste en subvertir el modelo tradicional de los clubes de fútbol es oportuno que nos detengamos a analizar los antecedentes, alcances y consecuencias que la implementación de las sociedades anónimas (SAD) pueden tener.
Registrate para continuar leyendo y disfrutando de más contenidos de LETRA P.
Debemos advertir que nuestro medio se ve severamente afectado, con respecto a otras latitudes, por un sinfín de situaciones de corte cambiario que pone a nuestro fútbol en una manifiesta desigualdad con otros países. Esta desigualdad, es sin duda un lugar de incomodidad para quienes gestionan las instituciones deportivas, porque tan solo pensar competir con mercados limítrofes (deportivamente inferiores) se vuelve cuesta arriba cuando los contratos en dólares deben ser pesificados.
Lo cierto es que pensar cualquier gestión, cualquier empresa, implica el desarrollo de planificaciones que permitan esquivar las limitaciones propias con que cuenta la economía. No pasa solo en el fútbol, pasa en el empresariado, en el Estado mismo y en la sociedad civil. Todos deben poner a trabajar la imaginación para sortear estas peripecias que la Argentina nos propone.
SAD vs. asociaciones civiles
Las asociaciones civiles sin fines de lucro son la máscara legal que los clubes utilizan desde tiempos inmemoriales. Es, haciendo una simplificación, un conjunto de personas que se reúnen alrededor de una idea y que, con periodicidad, eligen quien de ellos será el responsable de gobernar los destinos de ese conjunto de personas.
Los socios, en definitiva, son los responsables de quien es el presidente de cada uno de los clubes. Incluso durante el mandato de ese presidente, se realizan las asambleas de rigor, en donde los mismos socios tienen el poder de expresarse y de votar si el presupuesto asignado a la gestión del año entrante es adecuado de acuerdo a las estimaciones que la misma comisión directiva haga. O si se aprueba el balance del ejercicio pasado, en donde la comisión debe hacer una rendición de cuentas de lo hecho (memoria) y gastado (balance) durante el año (ejercicio) anterior. Es decir, ese apotegma “el club es de los socios” no es un eslogan. Es una verdad que nos precede a todos y que guarda rasgos de evidencia muy notorios.
Este andamiaje jurídico que los clubes han adoptado ha sido el que permitió que los clubes argentinos se destaquen a nivel mundial, el que permitió que los mejores jugadores del mundo sean de nuestras canteras y el que permitió que nuestra selección nacional esté en el TOP 1 de las selecciones nacionales.
Sin lugar a dudas, hay cuantiosos casos de clubes que no registran un palmarés de gestión exitoso. Más bien cuando el déficit económico se repite por años, solo los recursos extraordinarios son las que pueden impedir que ese déficit se convierta en un tumor maligno mortal. Por momentos los ciclos requieren un esfuerzo mayor, una contracción que permita atravesar la crisis económica sin lesionar la cuestión social esencial en la visión de los clubes.
Esto no es menor, porque aquí ya estamos estableciendo un punto de partida muy importante. Quienes defendemos el modelo de las asociaciones civiles no estamos defendiendo el modelo del déficit. Entendemos que gestionar algo (como dijimos más arriba no solo clubes) en este ámbito sí o sí requiere el desarrollo de herramientas para reducir los impactos de las crisis, depresiones, deflaciones, estanflaciones, y cuanto término nuevo inventen los economistas para describir este ecosistema de caos.
La morfología que adoptaron los clubes en nuestro país los posiciona en sentido jurídico como lo que se llama una “persona de carácter privado” (art. 33 inc. 1 CcyC). Esto es, en términos vulgares, una persona (de existencia ideal tal cual lo marca el código civil y comercial) distinta de los miembros que la componen (socios). Es decir, el club “x” es una entidad privada. Esto también es importante, porque perder la visión de que los clubes son “privados” es empezar a perder el eje de la discusión cuando sobre la mesa se ponen proyectos de “inversión privada”. Es decir, estamos ante una persona jurídica que tiene un tratamiento legal análogo al que tiene cualquier persona de existencia ideal (empresa entre ellas).
¿Que mueve a los promotores de los ampulosos proyectos de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), a solicitar parte de la titularidad del club, siendo que la inversión puede hacerse con el formato que los clubes ya tienen?
¿Alguien conoce a algún empresario que pone dinero en un negocio para no obtener ganancias?
Las SAD son un modelo de negocio para corporaciones internacionales que no buscan otra cosa que generar ganancias. Lejos quedarán las historias personales, los beneficios sociales y en muchos casos (no menos importante para quienes frecuentan estadios) la constricción a cuestiones folklóricas.
Llama la atención de que uno de los principales impulsores de este proyecto, sea Mauricio Macri, que durante su gestión en Boca Juniors. Tuvo mucho éxito transitando el modelo actual. Poniendo a Boca Juniors en lo más alto del futbol mundial en 2000 y 2003 venciendo al mismísimo Real Madrid y al Milán, respectivamente. Asimismo, podemos citar el modelo de River, que ha innovado en la generación de recursos con la implementación de un fideicomiso para la incorporación de jugadores, y que ha presentado balances con ganancias por más de 40 millones de dólares.
También hay antecedentes en el mundo de clubes que no han corrido buena suerte con el modelo de gerenciamiento. Podemos citar al Badajoz de España. El gerenciador fue el conocido conductor televisivo Marcelo Tinelli. Luego de varias temporadas fallidas bajo el modelo de Sociedad Anónima, que lo llevaron a descender de segunda a la tercera categoría, terminó disolviéndose en 2012 con menos bienes que las deudas que tenía. Evidentemente no todo es color de rosa para los clubes con modelo societario.
Los clubes no son deficitarios o superavitarios por la naturaleza jurídica que adopten, sino por la capacidad de quien los gestione. Encontrar quien tenga la capacidad de gestionar, con responsabilidad, altura y honestidad, está en cabeza del padrón de socios de cada uno de los clubes.
La inyección de inversiones privadas ya puede hacerse hoy, sin necesidad de que los socios pierdan poder sobre lo que es suyo. No permitamos que, vendiéndonos espejitos de colores, se adueñen de lo más genuino que tenemos, la pasión.
El autor fue representante legal del Colegio Newell's y presidente de la Junta Electoral que organizó el proceso eleccionario del Club Atlético Newell's Old Boys, en 2021.