LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) Mauricio Macri siempre está. Aunque sea un candidato a presidente no lanzado, parece estar en campaña. Ahora, a sus recorridas sin previo aviso por distritos del conurbano bonaerense le suma presencia callejera con gigantografías y cartelería ubicadas en distintos puntos de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, en la que se lo ve junto al intendente de Lanús, Néstor Grindetti, un incondicional suyo que amaga con postularse a la gobernación. La avanzada del ingeniero impacta en la interna amarilla, recrudecida por estas horas con el enfrentamiento entre halcones y palomas.
La alianza entre el expresidente y el jefe comunal, viejos conocidos de la época en que Grindetti integraba SOCMA, la empresa del Grupo Macri, es un llamado de atención a Horacio Rodríguez Larreta y sus aspiraciones expansionistas, quien este jueves reunió a unos 150 dirigentes de todo el país para mostrar musculatura, y a la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, que sumó este martes una sugestiva fotografía junto a Cristian Ritondo, después de haber encabezado un plenario político con otros referentes del ala dura.
El rostro de Macri tapizando municipios del Gran Buenos Aires y el distrito que gobernó de 2007 a 2015 abona el misterio sobre su futuro, bifurcado entre ser el gran elector y armador del partido o, directamente, el candidato que salga a jugar su segundo tiempo. Como sea, mantiene viva la llama, acompañado de un dirigente considerado de los más potentes que tiene el PRO en la región donde se decide la elección bonaerense y, en parte, también la nacional.
Los cerca de nueve millones de personas en condiciones de votar en el conurbano bonaerense y los más de dos millones y medio en la Ciudad de Buenos Aires convierten a estas dos regiones en piezas clave para disputar la territorialidad, hacer visibles las propuestas políticas e intentar ganar influencia o instalación de imagen. La obviedad de que a Macri no hace falta instalarlo no inhabilita el impacto que tiene en la interna una campaña callejera agresiva como la puesta en marcha.
La planificación y logística de la campaña estuvo a cargo de Grindetti, que tiene sus propias aspiraciones de competir por la sucesión de Axel Kicillof, pero estuvo cuidadamente consultada con el ingeniero con mucha anterioridad. La primera gigantografía fue colocada en Panamericana y San Martín y prevén otras sobre la avenida 9 de Julio y en distintos puntos de la Primera y la Tercera secciones electorales, como Lanús, Quilmes, Avellaneda y Merlo, estos tres últimos municipios, gobernados por el Frente de Todos.
La buena sintonía entre Macri y Grindetti quedó expuesta en algunas reuniones de los últimos meses en las oficinas que el exmandatario tiene en Olivos, pero se reforzará el último fin de semana del mes en una recorrida que tiene prevista el lanusense con Hernán Lombardi, uno de los hombres de mayor confianza de Macri. Una estrategia similar tiene con el presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, el otro dirigente que enarbola su nombre cada vez que puede.
La irrupción callejera del siempre omnipresente Macri llega justo en el momento en que Larreta y Bullrich mantienen una riña mano a mano por instalarse en el principal distrito electoral del país como principal figura para pelear la interna con la Unión Cívica Radical. La pelea tiene su correlato bonaerense, con Diego Santilli, el elegido por el jefe de Gobierno porteño, y Ritondo, hombre de la exgobernadora María Eugenia Vidal que construye con Bullrich el eje halcón.