LETRA PEPE

Cristinazo de doble filo

La vicepresidenta se quedó con la centralidad política y marca la hoja de ruta del peronismo. Autodefensa, riesgos y el antececente Lula. El papel de Massa.

“No vamos a sentarnos a mirar cómo la meten en cana a Cristina”. Vigilias, convocatorias, reuniones partidarias, cabildos abiertos. Una marea movilizada, reacción militante, peronismo encolumnado. La situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner ubicó a la vicepresidenta en el centro de la escena política y la puso al mando del operativo que el oficialismo, entre espontáneo y organizado, montó en defensa de su conductora y, también, de sí mismo.

 

Será Cristina, otra vez, quien defina la hoja de ruta del peronismo, cómo, cuándo y dónde será coronado, con una gran marcha, el estado de alerta y movilización que brotó desde las bases desde el alegato del fiscal Diego Luciani en la causa de Vialidad, despertó a la militancia, copó los consejos partidarios y se extendió en todas las provincias, a todos los niveles del Estado. El pedido de 12 años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos públicos encendió la mecha y le devolvió al peronismo un motivo para abrazarse de nuevo a la mística perdida y recuperar el protagonismo en la calle.

 

Lo que empezó como un apoyo tibio frente al departamento ubicado en Uruguay y Juncal se trasladó el martes al Senado, se multiplicó en plazas de todo el país y terminó, este sábado, en una movilización cristinista masiva en pleno corazón de Recoleta; una pesadilla para una comuna en la que arrasa Juntos por el Cambio y para la dirigencia opositora, pero que, a la vez, abrió preguntas hacia el interior del FdT. ¿Conviene la cristinización total? ¿Puede interrumpir la calma financiera que consiguió Sergio Massa en sus primeros días de gestión? ¿Qué lugar quedó para el presidente Alberto Fernández después de su fallida intervención televisiva?

 

“El lunes a la noche la oposición estaba brindando con champagne, celebrando con Luciani. Hoy deben querer matarlo”, apunta ante Letra P un dirigente de la plana mayor del FdT que dialoga con la vicepresidenta y con Fernández. El mismo funcionario describe que Cristina tiene “la virtud de ordenar”. Aquello que durante todo el gobierno de Fernández estuvo amalgamado a la fuerza y siempre a punto de quebrarse, este semana terminó abroquelado, por amor o por espanto, cuando Cristina, como señaló un vocero del oficialismo, prácticamente “se llevó al peronismo a la casa”.

 

Varios factores oficiaron como ordenadores internos y le devolvieron la centralidad a Cristina, pero son, también, un arma de doble filo para el FdT. El primero fue el ADN del peronismo, reactivo a persecuciones, amenazas de encarcelamiento y de lo que considera que hay detrás de todos los movimientos judiciales: intentos de proscripción. El 17 de Octubre, el golpe del ´55, los 18 años de exilio, la dictadura y la militancia desaparecida son un combustible que parece a veces anestesiado pero que, cuando se enciende, se expande como una lava capaz de arrasar con todo lo que se pone delante. Nada que las vallas que mandó a instalar Horacio Rodríguez Larreta pueda detener.

 

Ese factor determinante impulsó la defensa cerrada del FdT a la vicepresidenta, más allá de las diferencias internas. Desde el corazón del albertismo, se expresaron figuras que incluso no gozan de la mayor estima de la vicepresidenta, como la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, y el canciller Santiago Cafiero. Se encolumnaron ministros, se sumó la mayoría de los gobernadores, intendentes, la CGT, la CTA y hasta los movimientos sociales a los que Cristina les declaró la guerra, como el Movimiento Evita. Algunos lo hicieron convencidos. Otros, resignados. A su modo, con cierta incomodidad, también lo hizo Massa, que hasta ahora se había mantenido al margen de las peleas judiciales de Cristina. Aunque la dirigencia del Frente Renovador no se la jugó en público, se sumó a las actividades en defensa de la vicepresidenta que organizaron varios municipios que gobierna el FdT, como Pilar, donde hasta firmó un comunicado de apoyo. La unidad fue total. 

 

El gesto del ministro de Economía fue bien recibido por el cristinismo, que consideró el mensaje de Massa como “contundente” porque advirtió a la política, en general, y también a los empresarios sobre los riesgos de plantear la responsabilidad penal de quien es “jefe de la administración” – en este caso, Cristina- por los actos de sus dependientes.

 

“Si la meten en cana a Cristina, estamos todos a tiro de revólver”, apunta un funcionario de primera línea del Gobierno que vislumbra que, en estas condiciones, no habrá dirigente del FdT que pueda evitar el desfile por Tribunales durante un eventual gobierno de JxC, con o sin motivos. Desde el Presidente hasta ministros, dirigentes sindicales y sociales, gobernadores e intendentes, la idea que transita en el peronismo y que aglutinó el jueves al Consejo Nacional del Partido Justicialista es que no habrá nadie a salvo si el macrismo encuentra en el Poder Judicial la vía de acceso al poder nacional y a los gobiernos locales. Ya lo dijo Jorge Ferraresi: "Si perdemos, algunos vamos a ir presos". 

 

“Perdieron las elecciones en 2019 y no están dispuestos a perder de nuevo. Lo que necesita la derecha es el disciplinamiento del peronismo. Van a ir por cada uno de nosotros”, dicen en el corazón del cristinismo. A Massa, ya jugado dentro del Gobierno, dicen que le espera “el mismo destino, independientemente de lo que haga”.

 

El ministro de Economía hace equilibrio y mantiene el bajo perfil. Esta semana, en la Casa Rosada circulaba la pregunta sobre cuán conveniente sería la cristinización del clima político mientras Massa intenta negociar con actores económicos nacionales e internacionales refractarios a la vicepresidenta. En el massismo se colgaron una cucarda. “Es la primera vez en muchos años que el quilombo político no desestabiliza la economía”, dijeron y afirmaron que el ministro sigue firme con la gestión del plan que acordó con Cristina y el Presidente. El viernes mantuvo una reunión con embajadores de los países del G7 y ultima los detalles de su viaje a Estados Unidos.

 

Esta semana, el protagonismo de la vicepresidenta le permitió que ningún oficialista alzara la voz contra los recortes que aplicó en Educación, Producción, Obras Públicas, Transporte, Salud y en las transferencias a las provincias. El cristinismo, que denunció el ajuste de Martín Guzmán, se abocó a la defensa de CFK mientras Massa y el viceministro Gabriel Rubinstein pasaban la tijera.

 

El ministro ganó tiempo para mostrar resultados y, fundamentalmente, conseguir los dólares que prometió. Por lo pronto, Massa le inyectó al Gobierno el poder político que le faltaba para atravesar los meses de sequía. El retiro de la temporada invernal ya generó la baja en el nivel de importaciones de energía. Ahora, el ministro tendrá que ingeniárselas para sumar reservas y, a su vez, poner plata en el bolsillo de la clase trabajadora. 

 

En tanto, La Cámpora, que había perdido la voz al calor del incómodo acuerdo con Massa, recuperó un motor de lucha. En el Gobierno hubo alguna referencia irónica a la reaparición pública, “sonrisas” incluidas, de Máximo Kirchner después de un largo período de silencio. El diputado convocó el jueves de urgencia a una reunión del PJ bonaerense. Allí se fijó fecha para el congreso partidario del 3 de septiembre, que se celebrará en Merlo. Se espera una enorme movilización provincial. Cristina está invitada a dar un discurso de cierre.

 

En paralelo, el PJ nacional volverá a reunirse este martes, en la sede de Matheu. La semana pasada, Fernández recibió la sugerencia de sus colaboradores más cercanos para que, como presidente del partido, lo usara para encolumnar a todo el peronismo en defensa de Cristina. Lo hizo a medias, con una primera intervención vía zoom, a la que llegó golpeado por la fallida participación que tuvo en TN el miércoles por la noche, cuando confirmó los temores que tenía gran parte de la dirigencia oficialista en la previa de la entrevista.

 

Si el fervor militante había logrado copar la escena, decían en el oficialismo, no tenía sentido que Fernández interrumpiera la tendencia alcista para sentarse en el estudio del canal del Grupo Clarín, donde se exponía a errores y desaciertos. El día también había anotado goles del Presidente, que logró una importante declaración de apoyo a Cristina de parte de sus pares de México, Bolivia y Colombia.

 

La defensa jurídica de Cristina fue el punto fuerte en la primera parte de la entrevista, pero todo quedó sepultado con la desafortunada mención a la muerte del fiscal Alberto Nisman. El episodio tiende a empeorar cuando cerca de la vicepresidenta señalan a Héctor Magnetto como el verdadero constructor del intento de proscripción a Cristina. En el gabinete lamentaron un nuevo desacierto presidencial en la comunicación. 

 

“Cristina tiene otra vez la centralidad. ¿Eso diluye más el poder de Alberto? Y sí, pero estamos ordenados, al menos”, se escuchó en un despacho oficial. La lectura no convence demasiado a otros dirigentes del peronismo tradicional, que creen que la cristinización solo llegó para restarle al FdT los votos moderados que supo conseguir en 2019. Agazapado, a la espera de que el proceso termine por implosionar al oficialismo está, por ejemplo, el cordobés Juan Schiaretti, que insiste en el armado de una opción de centro libre de kirchnerismo y también de PRO, al que llama “el partido de Barrio Norte”. Cree que otros gobernadores y peronistas moderados que se vieron “arrastrados” por la ola cristinista buscarán una salida en 2023. También, algunos radicales.

 

Por lo pronto, Cristina tomará la temperatura de la calle y definirá los movimientos a seguir desde ahora hasta diciembre, cuando se presume que saldrá la sentencia del Tribunal Oral Federal N° 2. Las fechas que circulan para posibles movilizaciones son el 16 de septiembre y el 17 de octubre, emblemáticas para el peronismo. Nada está definido. Mientras tanto, se mantendrán los actos, las vigilias y las concentraciones. Todo agitará el clima de una candidatura presidencial de Cristina que está, en los papeles, a años luz de resolverse y que los dirigentes que la conocen desde hace décadas estiman como "muy poco probable".

 

Por lo pronto, el cristinismo cree que la calle ejercerá presión para evitar que la vice siga el camino que llevó a la cárcel a Lula Da Silva en Brasil. "Eso no va a pasar en un gobierno peronista", dicen en el Gobierno. Los jueces, tal vez, podrán encontrar en la causa los vicios que están a la vista. El indulto presidencial, del que Cristina reniega, será la última carta. Si es necesario, se jugará. 

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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