La “guerra callada” contra la Iglesia en Nicaragua, como definió la situación en el país latinoamericano el arzobispo hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, uno de los cardenales asesores y estrecho colaborador del papa Francisco, golpea y fuerte en la escena clerical vernácula. Las autoridades eclesiásticas argentinas se llamaron a silencio en línea con la actitud del pontífice frente a la profundización de la persecución a la grey católica por parte del presidente nicaragüense Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo; mientras –aseguran- arrecian las gestiones diplomáticas tanto en Roma como en Buenos Aires.
La interna diplomática del Frente de Todos (FdT), desatada por el voto de Argentina a favor de la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) de repudio a los ataques de Managua a la Iglesia, repercutió puertas adentro de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), donde –al igual que en la política– las posiciones religiosas también se dividen entre quienes adhieren a las condenas del organismo multilateral y quienes suscriben posiciones de no injerencia en las cuestiones internas de las naciones democráticas.
Esas diferencias internas tampoco contribuyeron a que el episcopado votara la adhesión al comunicado del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) del 5 de agosto repudiando que el “régimen sandinista” de Ortega y Murillo esté arremetiendo “contra sacerdotes, obispos, comunidades religiosas, cierre de medios católicos y profanación de templos”; con la consiguiente queja del organismo regional que preside el peruano Miguel Cabrejos (Trujillo) y que tiene al arzobispo argentino Jorge Lozano (San Juan) en la secretaría general y al sacerdote entrerriano Pedro Brassesco en la secretaría general adjunta.
Hasta este jueves la CEA no aparecía entre las conferencias episcopales de América Latina que se solidarizaron con Nicaragua tal lo consigna el CELAM en una noticia publicada en su página web. Recién en la tarde de ese día, el episcopado difundió una carta personal que su presidente Oscar Ojea (San Isidro) remitió al arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, expresando preocupación por la situación de la Iglesia en ese país y asegurándole la cercanía de los obispos argentinos.
Fuentes eclesiásticas consultadas por Letra P niegan, sin embargo, que el episcopado no haya seguido con atención las violaciones a la libertad religiosa y de culto que se vienen registrando en el último tiempo en Nicaragua, agravadas este viernes con la detención de un obispo; y aseguran que Ojea mantuvo conversaciones telefónicas con Brenes a fin de buscar posibles soluciones de emergencia para clérigos asediados por la Policía Nacional.
En este sentido, revelaron las mismas fuentes, jerarcas religiosos evaluaron la posibilidad de que el obispo nicaragüense Rolando Álvarez –crítico del régimen de Ortega– sea trasladado a una diócesis del conurbano bonaerense en calidad de exiliado. El prelado fue detenido la madrugada de este viernes por fuerzas policiales que irrumpieron en la sede diocesana de Matagalpa, en el norte de Nicaragua, donde permanecía recluido y privado de su libertad hace 16 días acusado, sin pruebas, por las autoridades de “organizar grupos violentos” para desestabilizar al país.
La movida eclesiástico diplomática, poco ortodoxa, contaría con la bendición de Jorge Bergoglio, quien ya en abril de 2019 le pidió a Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua y también crítico del gobierno sandinista, que “lo ayude en Roma por un tiempo”. El prelado sigue hoy exiliado cumpliendo funciones pastorales en la comunidad latina de Miami, Estados Unidos. Otro que fue obligado a abandonar Nicaragua fue el nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, a quien en marzo de 2022 el gobierno centroamericano le retiró el plácet para seguir a cargo de la delegación diplomática vaticana en la capital nicaragüense.
Pese a que el papa sigue muteado y sin exteriorizar su posición frente a la situación en Nicaragua, fuentes vaticanas aseguraron a Letra P que el pontífice no ha cesado un instante de realizar gestiones diplomáticas de alto nivel a fin de salvaguardar la integridad física de los clérigos asediados o detenidos, y convencido –puntualizaron– de que quienes alcen su voz contra el régimen de Ortega solo les cabe el silencio, el exilio, la expulsión, el arresto o el acoso de las autoridades nicaragüenses, al igual que viene sucediendo con innumerables presos políticos según denuncian organizaciones de derechos humanos.
Macri y la derecha, contra Bergoglio
El grupo de expresidentes que conforman la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), entre los que figura Mauricio Macri, difundieron el miércoles una declaración en la que expresan su preocupación ante la "persecución religiosa desatada por la dictadura" del presidente Ortega, e instan al papa a que salga en defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa.
Veintiséis exjefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica también le pidieron a Francisco una "firme postura" ante la "quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes de culto católico" en el país centroamericano, delitos que –afirman– "emulan las persecuciones del nazismo y la quema de libros en 1933".
Entre las personas firmantes de la declaración, además de Macri, figuran José María Aznar (España), Sebastián Piñera (Chile), Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Vicente Fox y Felipe Calderón (México), Iván Duque y Andrés Pastrana (Colombia) y Carlos Mesa (Bolivia), entre otras.