Clásico rioplatense

Argentina-Brasil, la alianza impensada para detener las ambiciones de Uruguay

En la cumbre del Mercosur, Fernández organizó la resistencia contra un acuerdo comercial con China. Brasil, callado, otorga, al menos hasta las elecciones.

Sin los entredichos públicos de los últimos encuentros, pero con las diferencias que ya se volvieron una costumbre, este jueves se realizó la primera cumbre presencial del Mercado Común del Sur (Mercosur) desde la aparición del covid-19. En la ciudad de Luque, en Paraguay, el presidente argentino Alberto Fernández lideró la resistencia del bloque contra los intentos de Montevideo de firmar un tratado de libre comercio (TLC) con China, por fuera del marco normativo vigente y en la cruzada encontró el silencio cómplice de Brasil, que la Casa Rosada espera que se mantenga, como mínimo, hasta sus elecciones presidenciales de octubre y, como máximo, como una política de estado bajo una posible nueva presidencia de su aliado Partido de los Trabajadores (PT).

 

El encuentro, que se desarrolló en la sede de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), finalizó con un documento en el cual se destacaron cuestiones de forma, como el fortalecimiento de la democracia, las consecuencias producidas por la guerra en Ucrania, la recuperación económica luego del impacto de la pandemia y el anuncio del acuerdo alcanzado con Singapur, el primero de su tipo con un país de Asia. Lo que faltó fue un párrafo destinado al deseo uruguayo de flexibilizar el bloque, lo que provocó, en consecuencia, que Montevideo no pusiera su firma.

 

“No contó con el consenso de los otros miembros”, le aseguró una fuente al tanto de las discusiones a Letra P. Si las diferencias políticas entre Fernández y su par oriental, Luis Lacalle Pou, se agrandan en el bloque; las distancias con el brasilero Jair Bolsonaro se reducen a medida que se acercan los fundamentales comicios de noviembre del vecino país, en los cuales el exmilitar apuesta a una mayor presencia del Estado y un achique de su anhelo libertario. En esta coyuntura momentánea, la Argentina gana a la espera de que lo efímero se vuelva duradero. 

 

Como relató Letra P en la previa, Lacalle Pou anunció que su país terminó “el estudio de factibilidad” con el gigante asiático y que “en breves días” se reunirán los equipos para avanzar en un acuerdo que amenaza con romper la resolución 32/00 del bloque, que establece que las negociaciones con un país externo al mismo deben contar con el beneplácito de todas las partes y no se pueden realizar de forma individual, como pretende Montevideo. Al mismo tiempo que el mandatario oriental aseguró que, cuando las discusiones avancen, va a “hablar” con el bloque para “ir todos juntos”, también alertó que, si en el camino encuentra trabas, va a avanzar porque “es su sentir nacional”. “Uruguay no se va a amputar porque lo asiste el derecho”, manifestó.

 

Minutos después, desde el otro lado de la mesa, Fernández le respondió. “Que no nos ilusione la idea de separarnos y de buscar ideas individuales porque todo eso es de corto aliento”, manifestó. “¿Por qué no analizamos el acuerdo con China juntos? Va a ser mucho más fuerte ese acuerdo”, se preguntó para jugar la carta de la triple alianza contra Montevideo. En la Casa Rosada saben que en la actualidad, Uruguay no cuenta con la correlación de fuerzas de los tres miembros restantes para avanzar con China dentro del marco del Mercosur, pero no saben hasta qué punto Lacalle Pou está dispuesto a hacerlo de forma individual. “No se entiende qué quiere, ¿Qué hará luego de este estudio?”, reconoció una fuente del Palacio San Martín, que destacó como punto de sus limitaciones que el vecino del Río de La Plata no logró aprobar ni tratar el párrafo que buscaba en el documento final. 

 

A pesar de que las distancias políticas limitaron un encuentro presencial con Bolsonaro, la Argentina también juega la carta electoral del gigante sudamericano para estropear los anhelos uruguayos. El presidente brasilero no viajó hasta Asunción y su participación se limitó a un video grabado de cinco minutos en el cual, si bien no rechazó la jugada de Montevideo, tampoco la avaló. “Su mensaje fue importante porque reconoció que no pueden estar fuera del Mercosur”, manifestó una fuente de la delegación argentina. A pesar de que Bolsonaro llegó al poder con un ministro de Economía, Paulo Guedes, que prometía flexibilizar el bloque comercial, a medida que las elecciones presidenciales de octubre se acercan, los sectores liberales de su coalición son eclipsados por los recursos estatales que busca aplicar para superar la crisis económica que amenaza a su posible candidatura. 

 

En este contexto, Brasil está recluido en sus propias fronteras de cara a las elecciones que también pueden abonar a la estrategia argentina. Por un lado, porque una posible vuelta al poder del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva generaría un cambio en la matriz productiva del país y de su relacionamiento externo con el mundo. Por el otro, porque la anhelada administración del PT podría provocar una aceleración el proceso de adhesión de Bolivia como miembro pleno del bloque y sumar, de esta manera, otra voz de rechazo al sueño uruguayo al tener en cuenta la buena sintonía que existe con su presidente, Luis Arce Catacora.

 

La jugada de Buenos Aires, por el momento, es esperar los tiempos de Brasil y, como decía el expresidente Juan Domingo Perón, desensillar hasta que aclare. Este jueves, ganó un poco más de tiempo y reforzó una alianza impensada que puede ser fundamental.

 

Eduardo Toniolli del Movimiento Evita, Marcelo Lewandowski y Juan Monteverde.
El peronismo mide el impacto del caso Kueider ante una eventual candidatura a senador de Gustavo Bordet. 

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