"Acá el que rompió la tregua fue (Horacio) Rodríguez Larreta", reprocha uno de los armadores de campaña de Patricia Bullrich. La titular del PRO comenzará una gira proselitista por Santa Fe y Entre Ríos desde este martes, pero en su entorno no pierden de vista que las esquirlas de la interna macrista pican cerca.
La semana pasada afrontó en silencio una novedad que luego se amplificó en los medios. El alcalde porteño le reclamó al sector que responde a Emilio Monzó que trabajen para su campaña presidencial, cuando en la realidad pasa todo lo contrario. La negativa derivó en la expulsión del exdiputado y concejal de Tigre, Nicolás Massot, del directorio del Banco Ciudad.
El extitular de la Cámara Baja en la era Cambiemos ya no está en el PRO, ni forma parte de su bancada. Es diputado nacional y ya dijo que no quiere volver a coordinar la campaña de nadie, como lo hizo para Mauricio Macri en el despliegue que lo depositó en la Casa Rosada. No es el caso de Massot, del legislador Sebastián García De Luca y del senador bonaerense Marcelo Daletto.
Los tres están dentro del armado de Bullrich y trabajan para su aspiración presidencial. Fue el paso siguiente a la decisión de Monzó, cuando se negó a aceptar las propuestas del alcalde porteño para sumarlo a su equipo. La propuesta, como sucede con todos los aliados que tejen pactos de ese tipo en la Ciudad, incluía un puesto en el organigrama capitalino.
En la sede comunal del barrio de Parque Patricios ventilaron que los tiempos de dulce espera se terminaron y le pidieron a Massot que abandonara el cargo que ocupaba en el directorio del Banco Ciudad. A la salida intempestiva se sumó otro movimiento inquietante para el monzoísmo: la noticia circuló con una velocidad que les confirmó el interés del larretismo por amplificarla. Así se incrustó como una esquirla dentro de la interna inestable entre Bullrich y Rodríguez Larreta. Implicó el fin de un pacto de no agresión que llevaba meses de respetuoso cumplimiento entre las dos partes.
La amabilidad se terminó la semana pasada, pero sin perder la compostura, al menos hasta ahora. No hay garantías de convivencia para los meses que vienen. Tampoco hubo comunicación entre el alcalde y la titular del PRO. En su lugar, Larreta tuvo un encuentro con Monzó el jueves pasado. Una fuente vinculada a la reunión confió a Letra P que el porteño se justificó y le dijo al bonaerense que no había sido él, sino su entorno. En la versión del jefe de Gobierno, su equipo no acepta la indefinición de Monzó. Y mucho menos que Massot, De Luca y Daletto estén trabajando para Bullrich.
Las ventilaciones a la prensa y la reunión del jueves cayeron muy mal en la exministra de Seguridad. En su entorno juran que no le faltan ganas de hablar sobre "los titubeos" que tiene el alcalde porteño para construir su candidatura presidencial. No lo hizo, agregan, porque Macri les había pedido a ambos que no se peleen. "En el medio apareció esta movida contra Nicolás, que está en el círculo más chico de Patricia. Esto adelanta la pelea que se había mantenido en reserva", reflexionaron cerca de la titular del PRO.
En el monzoísmo prefieren no hablar del asunto. Las divergencias con Larreta tienen su tiempo de maduración y estallaron con fuerza en las elecciones del año pasado. Monzó nunca estuvo de acuerdo con la decisión del alcalde de forzar el cambio de domicilio de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal a la Ciudad y del exvicejefe capitalino, Diego Santilli, a la provincia de Buenos Aires. Fue la razón que llevó a Monzó a pactar un acuerdo con la UCR y formar parte de una lista encabezada por el médico Facundo Manes. Ese vinculo no ha cambiado, pero refleja lo afuera del PRO que se mantiene el exjefe de la Cámara Baja. Ahora juega como líbero, aunque en el larretismo insisten que también aconseja a Bullrich en las sombras, lo que convertiría al trío en un cuarteto.