“Está enojado”, se resignó un funcionario del albertismo que desea un reencuentro entre que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. “Hoy no hay 2023 para nadie de nosotros”, completa, mirando una encuesta encargada por la Jefatura de Gabinete: las perspectivas no son buenas para ningún presidenciable del Frente de Todos.
El enojo presidencial, que fue in crescendo en los últimos meses, estalló el sábado después del monólogo de la vicepresidenta en Chaco. Paradoja: un sector de la Casa Rosada festejó el contenido de ese discurso con cierto alivio. “Podría haber sido peor”, resumen. La posibilidad de un sonoro portazo de la exmandataría se vislumbraba como muy real.
El malestar presidencial no sólo responde a los dichos de la vice, con reproche de “mentiras” o equivocaciones que buscó enmendar con una vocería encargada a los aludidos, los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas, blancos de la critica cristinista. “Lo de Wado (De Pedro) fue así pero no lo de (Hernán) Lercher, si como secretaria de Comercio Interior estaba Paula Español, que es de ellos”, es el contrarrelato albertista a la revelación de que ella vetó al ministro del Interior para jefe de Gabinete por falta de experiencia y el dardo contra el ministro de Desarrollo Productivo por su “dialogo” con los sectores concentrados.
A menos de 24 horas del show chaqueño, hubo un intento de acercamiento. Lo reveló La Nación y generó suspicacias por lo que debía ser un secreto. Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta fueron a La Plata a ver a a Máximo Kirchner y a Andrés Larroque con Martín insaurralde como anfitrión. Fernández sabía y Cristina, debería. ¿Resultados? Por ahora, nulos. No hubo llamado que rompiera el silencio que mantienen Presidente y vice dese el 1 de marzo, cuando hubo reencuentro protocolar por el discurso inaugural del Congreso.
“Alberto no la llama porque sabe lo que ella va a pedirle y él a Guzmán ya dijo que quiere bancarlo”, especulan en un despacho de Balcarce 50. La hipótesis de una mesa colegiada está totalmente descartada.
Otras fuentes hablan de un regreso de halcones y palomas. Entre los primeros anotan a parte de la comitiva europea, comenzando por el canciller Santiago Cafiero. Al jefe de Estado “le llenan la cabeza”, acusan las palomas para explicar el endurecimiento de las últimas horas. “Gestionar sin pedir permiso” es el mantra de los poco diplomáticos, que vuelve a ser una bandera.
Entre los menos enojados del albertismo hay dudas con el ultimátum que hizo trascender este miércoles para los funcionarios que no banquen el aumento de tarifas. Pesa el antecedente del offside que le cobrarion a Guzmán cuando no pudo echar a Federico Basualdo, que semanas atrás cumplió el primer aniversario. “Hay que ver si cumple”, se atajan.
La orden que dejó el Presidente antes de salir del país fue que los aludidos por Cristina salieran a responder. A 10 mil kilómetros leyeron que, off the record, el Presidente decía que no se subiría al ring. Al otro día, se subió. Todavía no llegó, aclaran, un comando unificado para el gabinete. Hay mensajes de idas y vuelta en el chat de ministros sin una directiva clara. La próxima reunión plena, según la promesa quincenal de Juan Manzur, será recién la próxima semana.