Mientras todo el mundo –futbolero y no tanto– posa su mirada en Qatar y en la Selección de Scaloni, en Buenos Aires, algunos actores de la política nacional que observan el Mundial a distancia empiezan a delinear y confirmar sus intenciones para un 2023 de alto voltaje, no solo por lo que suceda en las elecciones nacionales, provinciales o porteñas, sino por lo que puede suceder en un “distrito” no formal que todo el círculo rojo observa con especial atención: Boca.
En ese camino sinuoso en el que Mauricio Macri funciona como un ordenador que atrae o espanta, el futuro xeneize se polariza y se bifurca cada vez más. La apuesta de Mario Pergolini, el primer desencantado de la gestión Ameal-Riquelme, para consolidar una tercera vía, ya casi no existe: se diluye día a día. Crece, sin embargo, la dicotomía macrismo versus antimacrismo. Unidad de un lado y unidad del otro, sin lugar para tibiezas.
Sin embargo, esa amalgama de pluralidades está lejos de ser lineal. Como siempre, los clubes ponen a prueba cualquier lectura o análisis binario. El ejemplo más claro de esa complejidad se dio el jueves 1º de diciembre, en la cena que organizó la agrupación Por un Boca Mejor para festejar sus 25 años. En el Polideportivo Benito Quinquela Martin, durante el acto de esa agrupación –presidida por Fabián Parra pero referenciada en el círculo xeneize por su apoderado, Enrique “Coti” Nosiglia– estuvieron el presidente de Boca, Carlos Amor Ameal, y el vicepresidente, Juan Román Riquelme.
Román llegó cuando ya estaba iniciada la velada, y quienes estuvieron allí coinciden en describir lo que generó: un revuelo que solo generan los ídolos. Saludó entre firmas de autógrafos y selfies y subió al escenario para hablarles a 1500 personas: agradeció y enfatizó en el sentimiento que lo une al club y sobre todo a su gente. “No dio un discurso de índole político. Tuvo más que ver con el afecto”, le cuenta Parra a Letra P. No obstante, la popular presente en la cena lanzó un particular cántico de precampaña: "Borombonbon, borombombon… Para Riquelme, la reeleción".
Armado propio
Que Riquelme haya ido a esa celebración íntima fue también una señal hacia el futuro: otro sondeo –uno más– para homologar alianzas en el caso de que decida dar el salto presidencial en 2023. Hay otras señales poderosas que da en situaciones menos concurridas, como juntar firmas en los partidos de la categoría senior para conformar su propia agrupación, Soy bostero; o empezar a formar parte de las negociaciones con distintas empresas para definir el próximo main sponsor de una camiseta que durante 2022 estuvo sin publicidad. “Nunca participaba de asuntos de gestión, y de a poco se viene metiendo”, describe un directivo del club. En esa puja, Román se entusiasma con Codere –la misma casa de apuestas que tiene River– pero encuentra la oposición de Ameal, quien ya desestimó a dos gigantes de la comunicación y el entretenimiento.
Con un Ameal cada vez más solo en la estructura de poder xeneize, ahora distanciado del secretario general Ricardo Rosica, Riquelme viene diseñando un organigrama que le permita sostener sus intenciones electorales dentro y fuera del club. Tiene a su lado, además de a Rosica (un posible compañero de fórmula), al estratégico departamento de Filiales, a cargo de Sebastián Gianorio; a su hermano menor y mano derecha, Cristian “Chanchi” Riquelme; y a todo el Consejo de Fútbol –Jorge Bermúdez, Raúl Cascini, Marcelo Delgado y Mauricio Serna– que trabaja y conduce desde el autonómico predio de Ezeiza.
El “brazo político” externo, como describe alguien que conoce los términos y condiciones de los acuerdos, tiene varios vértices. Entre los principales están la directora de AySA Malena Galmarini y el ministro de Economía Sergio Massa, con una histórica relación de amistad y vecindad en el norte del conurbano bonaerense; Boca Somos Todos, el espacio que conducen el secretario general del sindicato de encargados de edificios (Suterh) Víctor Santa María y Santiago Carreras, gerente de YPF y enlace permanente entre el kirchnerismo y la dirigencia del fútbol; y la Agrupación La Bombonera presidida por Pablo Abbatangelo, ahora también flamante presidente de la III República de La Boca, una suerte de separatismo simbólico que nuclea a distintas organizaciones del barrio.
A las distintas variantes de peronismos, Román le agregó el ala radical que representa la familia Nosiglia. El Coti y sus hijos Juan e Hipólito se cruzaron de vereda en 2019, luego de haber formado parte de la gestión de Daniel Angelici. Esa decisión generó un sismo en las capas subterráneas del radicalismo porteño que todavía perdura. Por las dudas, el Coti da indicios de que no volverá sobre sus propios pasos. El discurso que dio el jueves en el Polideportivo Benito Quinquela Martin iba en ese sentido.
A diferencia de lo que sugieren y conciben en el macrismo unido que ungió al exministro Andrés Ibarra como candidato, el Coti dio un encendido discurso, incluso más largo que el de Ameal, en el que pidió oponerse a cualquier proyecto sobre sociedades anónimas en el fútbol, intentar ampliar la Bombonera y vincularse más con el barrio y la masa societaria boquense. “Me sorprendió gratamente”, reconoce Abbatangelo, una de las personas invitadas al aniversario. Ni Nosiglia ni la agrupación Por un Boca Mejor fijaban esas premisas hace algunos años, cuando eran parte del oficialismo que comandaba Angelici. Algo que reconocen, pero que ahora relativizan: la irrupción de Román hizo que algunos conceptos puedan revisarse.