LA CRISIS DEL GOBIERNO

Filmus por Salvarezza y los ¿cambios? en Ciencia y Tecnología

La renuncia del exministro sembró perplejidad en gran parte del sector científico. Racionalidades en pugna. Equipo que gana no se toca. Peso político y gestión.

Si algo es nítido tras el tsunami de renuncias y el recambio de gabinete, es que la dimisión de Roberto Salvarezza al cargo ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación no respondió a cuestionamientos sobre su gestión. Al menos, no desde el Poder Ejecutivo. Ni una mención hubo a la ejecución del presupuesto de este año o los salarios de los investigadores y las investigadoras al momento de aceptar la renuncia del ahora exministro. Es más, quien lo sucedió, Daniel Filmus, elogió su administración y conservó a la columna vertebral de su equipo intacta.

 

Entonces, ¿por qué se va? Es la pregunta que se repiten una y otra vez en el sector que fue sensible a las mejoras comparativas de su gestión con respecto a los años de gobierno de Cambiemos.

 

Hasta el propio Lino Barañao, exministro de Ciencia con Mauricio Macri y con Cristina Fernández, buscó racionalizar la salida de Salvarezza asegurando que "no parecía ser el área de ciencia y tecnología la causante de la derrota electoral, por lo que no se esperaba un cambio ahí".

 

Dos racionalidades

Está más que claro que el resultado de las elecciones legislativas echó a andar una dinámica paralela de la política nacional que no repara en los estandartes sectoriales y que obliga a comprender la existencia de dos racionalidades diferentes que se superponen.

 

Esas racionalidades, la de la política y la de la gestión, son inconmensurables entre sí, y vuelven perfectamente posible la carencia de sustentabilidad de los cargos de gestión, aún a pesar de haber transitado una administración con logros perceptibles.

 

Tras las PASO, Salvarezza actuó con una de ellas, la de la política, a pesar de justificar su alejamiento del Gobierno sosteniendo: "Yo soy más científico que político". El exministro coincidió con Barañao al afirmar que "no fue un tema de gestión” su salida.

 

“No se perdió la elección por el Ministerio de Ciencia", agregó, y aseguró que "la disposición de renuncia de los ministros fue un gesto para con el Presidente". Es que su pertenencia al cristinismo duro catapultó su posicionamiento público en el proceso de escenificación de la interna del Frente de Todos.

 

Efectivamente, esa es la sensación que ronda, en general, en la dirección de los institutos del CONICET y entre los grupos de científicas y científicos que no terminan de racionalizar su despedida de la cartera de ciencia y tecnología. Pero, además, que vieron cómo la cartera se autoimpulsó visibilizando gestión casi de manera permanente, con el financiamiento y desarrollo de tests, vacunas, insumos, tratamientos y hasta diagnósticos sociales para enfrentar la pandemia de coronavirus.

 

"En esta etapa se necesita mayor volumen político en el Ministerio. Filmus tiene mayor espalda política", dijo en declaraciones a Radio Del Plata esta semana el ministro saliente, y terminó de despejar las dudas sobre su salida.

 

La gestión, intacta con Filmus

La llegada de Filmus al Ministerio de Ciencia, tras el tsunami electoral de septiembre, que magnificó la interna entre el Presidente y la vicepresidenta de la Nación, confirmó que no es en la gestión de Salvarezza donde hay que buscar explicaciones a su salida.

 

El exsecretario de Malvinas, Antártida y el Atlántico Sur no cambió a ningún funcionario interno de los nombrados por el exministro. Fernando Peirano, Diego Hurtado, Juan Pablo Paz y Ana Franchi fueron confirmados en sus cargos, con elogios incluidos.

 

Es más, el nuevo ministro de Ciencia y Tecnología llegó llenando de flores a su predecesor, que se fue devolviendo gentilezas al actual, en un gesto claro de que el cambio en Ciencia y Tecnología es de nombres, pero no de gestión.

 

Hay que mencionar que ambos, Filmus y Salvarezza, excolegas de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, son, además, integrantes del Grupo CyTA, el think tank del cual salieron la mayoría de los funcionarios de la actual gestión.

 

La continuidad de la columna vertebral del Ministerio de Ciencia garantiza que la administración de la política científica y sus lineamientos van a permanecer inmodificables, al menos durante los próximos dos años.

 

El eje problema-solución, la federalización de los recursos de ciencia y técnica, las líneas estratégicas del Plan CTI 2030, la ley de Financiamiento del sistema científico, van a seguir en la agenda de cara a lo que queda de la gestión de Alberto Fernández.

 

Claro que las tensiones en la cartera existen y replican, a menor escala y con menor intensidad y virulencia, lo que pasa a nivel nacional en el Frente de Todos, y lo que sucede en los ministerios con miembros que pertenecen a diferentes sectores de la alianza gobernante. Por eso, tampoco sufrirán cambios las tensiones. Es así que, una vez más, se confirma que el cambio de nombre en la cabeza de la cartera, no cambiará nada de lo sustancial de la política científica, y de cómo se configuró la alianza del Frente de Todos en Ciencia y Tecnología.

 

Por lo pronto, Filmus tiene una pertenencia política más híbrida que Salvarezza, claramente identificado con la expresidenta. El cambio de nombres le garantiza al Presidente no volver a quedar expuesto a otra afrenta del kirchnerismo.

 

El nuevo ministro fue la carta que tenía el excandidato a presidente Daniel Scioli para reemplazar, en 2015, a Barañao. En esa clave, sube, al menos desde la cartera científica, la chance de que no haya nuevos “gestos” (presiones, les llamó Alberto) de sus ministros.

 

Esto es algo que, en 2019, Fernández no pudo contener al momento de diagramar la distribución de los ministerios con CFK y que derivó en que el área quedara en manos del kirchnerismo.

 

Hoy, Fernández reordenó nombres para intentar que la interna del Frente de Todos no volviera a dirimirse con los niveles de escenificación que tuvo tras las elecciones. Ciencia y Tecnología quedó implicada en ese movimiento, con nombres nuevos pero sin nueva gestión.

 

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