En 2015 fue la última ocasión en que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) registró un cruce interno en las PASO. En aquella oportunidad, la fórmula presidencial Nicolás Del Caño-Myriam Bregman (Partido de los Trabajadores Socialistas-PTS) daba vuelta la página de sucesivas candidaturas del otrora líder del Partido Obrero (PO) Jorge Altamira (que hoy juega por fuera del FIT). Lo hacía bajo una consigna que estampaba en su lista: “Renovar y fortalecer”. Algo similar es lo que levantan como bandera quienes en esta rueda electoral presentan batalla interna a la nómina liderada en terreno bonaerense por Del Caño. Ambos, coinciden en avizorar como objetivo electoral posicionar al Frente de Izquierda como la tercera fuerza.
En 2019, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) fue el último espacio en acoplarse a este frente, a partir de entonces denominado FIT-Unidad. Dos años más tarde, más allá de las coincidencias programáticas, marcan que existe “un techo” dado por “las mismas caras” en la oferta electoral, por lo que juegan con lista propia, encabezada en provincia de Buenos Aires por Alejandro Bodart y Vilma Ripoll. En el armado que impulsa a Del Caño y Romina Del Pla (donde confluyen el PTS, el PO y la Izquierda Socialista) desdramatizan la interna, focalizan en propuestas y en el objetivo de posicionar en noviembre al FIT-U como tercera fuerza.
“Para que muchos que miran con simpatía la izquierda den el paso, la izquierda también tiene que mostrar cambios. Se está moviendo el Frente de Izquierda en una zona de confort de lograr una o dos bancas más, pero no como alternativa de gobierno”, resaltó en diálogo con Letra P el secretario sindical del MST y cabeza de la lista “(R)Evolucionemos la Izquierda” en la Tercera sección, Guillermo Pacagnini, quien ponderó al FIT como una “conquista importante” en la unidad de la izquierda pero bregó por un espacio “más fuerte” que “se tiene que ampliar”.
En ese sentido, observó que “debería estar” el Nuevo MAS, fuerza liderada por Manuela Castañeira que juega por fuera del FIT-U, algo que considera que se dio por dos razones: “Una, por rasgos sectarios de la propia fuerza de Manuela. Pero también porque en la lista que encabeza Del Caño algunos, como Romina del Pla, dijeron explícitamente que estaban en contra de que se incorporara”. Pacagnini consideró que se tendría que haber discutido una integración de ese espacio, sea vía interna en las PASO u otro mecanismo “y no que siempre sean las mismas cabezas y el que llega que vaya a la cola”, apuntó.
Amén de ese caso puntual, el dirigente del MST sostuvo que no alcanza tampoco con incorporar lo que resta por sumar de la izquierda orgánica, sino que también el FIT-U debe esforzarse por atraer sectores de la “izquierda independiente”, movimientos sociales, feminismo y sindicatos combativos “que miran con mucha simpatía a la izquierda y no encuentran en el FIT un lugar porque no se hizo una convocatoria amplia”. Así, detectó “una oportunidad” por “la desazón” con las “fuerzas tradicionales que fabrican la grieta”.
Ante eso, pidió “voluntad política” para pasar “de una propuesta testimonial a una que realmente sea alternativa de gobierno”. Más allá de los cuestionamientos a las líneas internas con las que confrontará el MST el domingo, Pacagnini recalcó que, sea cual fuere el resultado, seguirán construyendo dentro del FIT-U: “Lo que le criticamos al sector de Manuela y otros es que no están dando la pelea adentro”, aseveró.
Por su parte, el excandidato a gobernador bonaerense y coordinador de la campaña del PTS, Christian Castillo, bajó los decibles a la interna: “Es un mecanismo que creemos que puede utilizarse, no le damos ningún dramatismo a la cuestión”, sostuvo a Letra P, a la vez que identificó la propuesta del MST con “un guiño más hacia la centroizquierda”, pero insistió: “Están dentro del programa del FIT”.
Al ponderar los diez años de esta construcción frentista, Castillo apuntó al ser consultado sobre la no incorporación de Castañeira: “Quienes no entraron en la unidad juegan a una línea divisionista que no compartimos”. Y sostuvo que hicieron una propuesta para que ese espacio se sume: “Si no entraron es porque no quieren. Si hay cuatro fuerzas de un lado y una sola del otro, está claro quién quiere la unidad. Hemos logrado agrupar a más del 80% de la izquierda en el FIT, que es algo muy importante”.
El dirigente del PTS ponderó la “campaña militante” desplegada en terreno bonaerense, donde presentan listas en 90 distritos. El foco de las recorridas de Del Caño estuvo en el conurbano y bastiones del interior provincial, acercándose a enclaves industriales donde plantearon las propuestas. Al respecto, Castillo destacó como ejes la “reducción de jornada laboral a 6 horas sin afectar el salario y repartiendo el trabajo entre ocupados y desocupados”; “un plan de vivienda popular” y “la denuncia de lo que va a significar el pacto con el FMI”. Aquí, subrayó: “Somos la única fuerza que se opone a ese pacto”.
En términos electorales, Castillo detalló que el objetivo de piso es renovar las dos bancas en la Cámara baja nacional que ponen en juego y el escaño en la Legislatura bonaerense que en 2017 obtuvo en la Tercera sección. En aquellas legislativas, con 5,3%, el FIT se había impuesto en la categoría diputados a la propuesta de Florencio Randazzo. En esta oportunidad, no solo buscan volver a posicionarse por encima de la lista del chivilcoyano sino también de la nómina de la ultraderecha que, en provincia de Buenos Aires, lidera el economista José Luis Espert.
La ultraderecha
Al respecto, Pacagnini analizó que el panorama de “descreimiento” post macrismo no fue revertido en estos dos años del FdT al advertir “los mismos vicios de la casta política en general”. Esto es genera para el dirigente del MST “un ambiente propicio” para la emergencia de “sectores libertarios” que “tienen mucha manija de prensa” y que encuentra “tierra fértil” en el “desencanto”. Más que en la provincia de Buenos Aires, eso lo detecta en la Ciudad, donde avizora “una franja de derecha consolidada” que le cuestiona al PRO no haber “ido a fondo en algunas premisas”. No lo ve como una alternativa de gobierno, sino como un elemento de presión para que se apliquen políticas “más pro-modelo que no están pudiendo meter”, como la reforma laboral.
En tanto, Castillo estimó que la propuesta de Espert y Milei trabaja sobre el electorado que fue de JxC, en la radicalización de un sector de la derecha. Así, lo asocia con el partido de extrema derecha Vox, en España, que interpeló al segmento duro del Partido Popular: “Juegan el papel de derechizar la agenda política”, sintetizó en línea con Pacagnini también al enfatizar que trabajan sobre el “descontento”.
La ultraderecha recurre a enunciados que suelen ser parte del engranaje discursivo de la izquierda, como "la denuncia a la casta política. Sobre eso, Castillo trazó la diferencia sustancia entre un sector y otro: “En ellos denuncian a los gerentes, pero no a los dueños del circo. Encubren la responsabilidad de grandes fugadores de capitales, para los cuales la casta política son los gerentes de los negocios. Ellos atacan a los gerentes, pero no a los dueños”.