ENERGÍA

Chubut: las cooperativas eléctricas buscan una salida a la deuda eterna

Deben $16.000 millones a Cammesa. Dicen que es impagable. Proponen comprar energía directamente a las generadoras para bajar costos. Renovables, una opción.

“La deuda de las distribuidoras de Chubut, más allá del artículo 87 del Presupuesto nacional que permitiría saldar la situación vía créditos blandos, es impagable”. Valeria Lewis es la tesorera de la Federación Chubutense de Cooperativas de Servicios Públicos (Fechcoop) y se refiere a los 16.000 millones de pesos que siete distribuidoras de la provincia le adeudan a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa). Es un pasivo que se multiplicó exponencialmente durante el período 2016-2019 y que muestra la particularidad del sector cooperativo dentro de la heterogeneidad de situaciones que atraviesa un sistema eléctrico nacional en crisis, y que excede al tironeo permanente por las tarifas en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

 

 

En Chubut existen 31 cooperativas distribuidoras de electricidad, pero solo siete están dentro el sistema interconectado y seis son las que mantienen una abultada deuda con Cammesa: Trelew (4018 millones), Sarmiento (1066 millones), Rawson (1380 millones), Comodoro Rivadavia (5859 millones), Puerto Madryn (1970 millones), y Esquel (238 millones). Luego está la distribuidora General de Servicios Públicos, con una deuda de 912 millones de pesos. La excepción es la cooperativa de Gaiman, que no registra pasivos.

 

Lewis es, precisamente, la titular de la cooperativa eléctrica de Gaiman, localidad de tradición galesa con menos de 10 mil habitantes ubicada a pocos kilómetros de Trelew. Cuando menciona el artículo 87 del Presupuesto alude a la cláusula que permite a las distribuidoras aliviar sus deudas en función del carácter de sus pasivos. Lo considera insuficiente para resolver el problema en Chubut.

 

“El atraso tarifario es previo al Gobierno de Alberto Fernández. Y parte de esta situación se debe a que, en la provincia, las tarifas se fijan a nivel municipal. Es decir, pasan por los concejos deliberantes y muchas veces se las utiliza políticamente. La cooperativa de Comodoro Rivadavia, por ejemplo, había pedido un incremento del 60 por ciento y le autorizaron un 20 por ciento. Es imposible llegar al pago de los gastos corrientes”, sostiene.

 

Para Lewis, más allá de lo complejo de la situación, la solución no pasa ni por la segmentación de tarifas ni por mayores subsidios, que en todo caso llegan a la factura domiciliaria pero no resuelven el desaguisado económico de las distribuidoras, algunas de las cuales ya iniciaron un proceso de renegociación.

 

“Solicitamos que haya políticas de protección para las distribuidoras que somos cooperativas. En la provincia se genera 12 veces la energía que se consume, porque tenemos dos hidroeléctricas y un parque eólico. Es energía que se sube al sistema y no tenemos ningún beneficio. Proponemos que nos permitan comprarles directamente a las generadoras. Antes teníamos la posibilidad de adquirir hasta el 20 por ciento del total del consumo a un precio diferencial, pero fueron contratos que se dejaron caer en 2013. Ahora dependemos 100 por ciento de Cammesa”, explica Lewis. No sería una prepuesta desconectada de lo que sucede en otras regiones. Tal como contó Letra P, en Corrientes un proyecto propone que la provincia pueda obtener un beneficio económico a partir de la energía que se genera desde Yacyretá.

 

La otra alternativa que plantea Lewis, centrada en Gaiman, donde la cooperativa cuenta con más de 3000 socios y socias, es avanzar en la generación propia a través de fuentes renovables.

 

“La posibilidad está. Contamos con la legislación, pero no nos alcanzan los fondos. Como parte de una prueba piloto, montamos 40 paneles solares en una escuela agrotécnica, que tiene mucho consumo eléctrico por las herramientas y equipos que maneja, para iniciar un proyecto y hacer todas las mediciones necesarias. Estamos convencidos de que la energía no puede ser tomada simplemente como un commodity. El pueblo no puede pagar tarifas en dólares. No hay desarrollo posible sin energía. Por eso debemos pensar en el territorio”, sostiene.

 

El año pasado fue complejo por la crisis económica en el contexto de la pandemia y también porque les fue muy difícil a las cooperativas acceder a los Repro, los ATP o los créditos blandos del Ministerio de Economía. Básicamente, las cooperativas eran calificadas como grandes empresas en virtud de los altos consumos de energía que registraban. Entre los errores de cálculo de las medidas adoptadas por el Gobierno, éste parece haber sido uno de ellos.

 

Tras varias reuniones con la secretaría de Energía, algunos de estos problemas fueron planteados. La cooperativa de Gaiman está en una mejor posición que el resto porque no registra deudas, no solicitó aumentos de tarifas y acató los decretos que fijaban no cortar el suministro. Por eso, está a punto de recibir un préstamo por 20 millones de pesos para invertir en la localidad.

 

“En los últimos años, nuestra cooperativa se modernizó, se trabajó con los usuarios. Se invirtió en luces LED para el alumbrado público. De esta manera redujimos el consumo. Hicimos un trabajo de hormiga que nos permitió no tener deudas. Ahora, nuestra apuesta es poder generar la energía que necesitamos”, concluye Lewis.

 

Martín Menem y Karina Milei.
Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas

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