La promesa de seguir con el programa de urbanización e integración de los barrios populares y la intención de querer transformar planes en trabajo registrado le permitieron al ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, conseguir el apoyo religioso necesario para intentar evitar un desmadre de la protesta social a poca de las primarias y de una elección legislativa clave para las aspiraciones de la administración de Alberto Fernández.
El peregrinar del funcionario albertista por los despachos de los referentes eclesiásticos comenzó poco después de su bautismo de fuego con el “piquetazo” del 18 de agosto frente a la sede de la cartera que conduce, donde los movimientos populares duros y de izquierda le exigieron una audiencia e insistieron en el reclamo de más planes y empleo genuino en un contexto que definen de “crecimiento de la pobreza y la desocupación”.
Antes, apenas se puso el traje de ministro, Zabaleta mantuvo una reunión virtual con el máximo referente de la Pastoral Social católica, el jesuita Jorge Lugones (Lomas de Zamora), con quien intercambió consideraciones sobre la pérdida del poder adquisitivo del salario de los sectores más pobres en los últimos tres años, y firmó convenios por más de 24 millones de pesos para favorecer programas de integración e inclusión social de personas en situación de extrema vulnerabilidad que coordina el movimiento Cuidadores de la Casa Común, inspirado en la encíclica papal Laudato si’ y que comanda Martha Arriola.
La gira religiosa en sí comenzó el pasado viernes, con el traslado de Zabaleta hasta la sede de Cáritas Argentina -sobre la calle Balcarce, a pasos de la Casa Rosada-, la institución caritativa que duplicó la ayuda alimentaria durante la pandemia alcanzando a más de tres millones de personas y que acaba de anunciar que su colecta anual de recolección de fondos se incrementó en un 73,3% en relación con la campaña 2020, lo que le permitirá seguir asistiendo a los más pobres. Allí, el funcionario fue recibido por el obispo Carlos Tissera (Quilmes), a cargo de la entidad e integrante -pese al recelo de alguno de sus pares episcopales- de la Mesa contra el Hambre que promueve con discontinuidad el Gobierno y coincidieron en la necesidad de ir convirtiendo en forma gradual el plan Potenciar Trabajo en empleo registrado.
Zabaleta visitó también el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, donde conversó sobre la situación social del país con parte del equipo de la pastoral villera que encabezan el obispo bergoglista Gustavo Carrara y los curas Pepe Di Paola, Charly Olivero y Toto De Vedia. No trascendieron muchos detalles del encuentro, apenas un posteo del funcionario en su cuenta de Twitter a modo de síntesis.
El sábado fue el turno del jefe del episcopado, Oscar Ojea (San Isidro), a quien el ministro y su compañera de equipo Fernanda Miño (Integración Socio Urbana) visitaron en la curia diocesana del norte del conurbano bonaerense para transmitirle -confirmaron fuentes eclesiásticas- el compromiso gubernamental de seguir atendiendo “con prontitud” las necesidades más urgentes de los sectores vulnerables y seguir coordinando esfuerzos para afrontar la pospandemia.
“Aunque parecieron muy ordenaditas, estas visitas forman parte de una agenda más amplia de reuniones con actores de la red social. Era imprescindible conocer de primera mano y sin intermediarios qué lectura está haciendo la Iglesia del escenario país en pandemia”, aseguró una fuente de la cartera social consultada por Letra P sobre las motivaciones del periplo de Zabaleta por despachos eclesiásticos y que, se anticipó, proseguirá en breve con los pastores de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), entre otras organizaciones religiosas.
Zabaleta, Miño y Ojea reunidos en el obispado de San Isidro
Bergoglismo y casualidad
Al poner el foco en la escalada de tensión del Gobierno con organizaciones sociales, los interlocutores religiosos le sugirieron a Zabaleta -revelaron a Letra P fuentes eclesiásticas- apelar a la idea de conciliación en la unidad que predica Jorge Bergoglio como método de resolución del conflicto social. Una o dos acciones del funcionario se interpretaron en ambientes clericales como “señales” de que había escuchado el santo consejo.
En este sentido, trascendió, se hacía referencia al hecho de que Zabaleta se mostró en la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof y Andrés Larroque después de las negociaciones con La Cámpora para su salida de la Municipalidad de Hurlingham hacia el gabinete nacional y, también, por haber dado indicios de querer reactivar la mesa social que reúne a las autoridades de la cartera con las dirigencias de la economía popular, de los movimientos de desocupados y también de los credos.
También se incluyó entre esas “señales” haber agendado para la semana próxima un encuentro de colaboradores de su cartera -casi con seguridad, Gustavo Aguilera (Articulación de Políticas Sociales) y Emilio Pérsico (Economía Social – Movimiento Evita)- con la Unidad Piquetera que lidera Eduardo Belliboni (Partido Obrero). Tal vez se trate de un primer paso para que Zabaleta reciba en su despacho a la línea dura de las organizaciones sociales, aunque aún con fecha incierta.
“Las protestas en las calles ha sido una movida de la izquierda en el marco de la campaña electoral”, dijeron a Letra P fuentes de la cartera social, disipando la preocupación sobre un escenario preelectoral de mayor conflictividad en las calles, pero dando a entender que prefieren temer todo bajo control.
En tanto, la movida dialoguista se activó el martes gracias a un hecho casual. “Zabaleta llegaba con el vehículo oficial cuando vio que Belliboni iba hacia el ministerio para dejar un pedido formal de audiencia, se bajó del auto e intercambiaron algunas palabras; distendieron la situación y prometieron volver a verse”, contaron fuentes del ministerio.