Con una oferta de candidatas y candidatos propios distribuidos en diferentes boletas y alianzas, el gobernador Gustavo Sáenz coronó este domingo, con triunfos en todas las categorías, el nacimiento de un espacio provincial salteño, en una elección de medio término que marcó una fuerte derrota del Frente de Todos y encendió las alarmas por la baja participación ciudadana y el alto porcentaje de voto en blanco.
“Hoy nace un nuevo movimiento en Salta, un movimiento provincial. Nunca necesité la bendición de un dirigente nacional que venga a levantarme la mano. Nunca lo quise, lo pedí ni lo querré. Me conformo con la bendición de los salteños”, dijo Sáenz sobre el cierre de la jornada, en el hotel Alejandro I, donde se montó el búnker oficial.
Los resultados finales fueron elocuentes e incluso estuvieron un tanto por encima de lo que el entorno de Sáenz calculaba para la Legislatura local. Dividido en dos frentes electorales, Unidos por Salta, y Gana Salta, el oficialismo se quedó con 9 de las 12 bancas en disputa para el Senado provincial, 20 sobre 30 bancas de diputados y 38 sobre 60 lugares de convencionales constituyentes.
Así, el gobernador terminó de consagrar la hegemonía de la fuerza que creó en 2015, con la que busca “saltar la grieta” y escindirse de la discusión nacional entre el peronismo y Juntos por el Cambio, tal como sucede en otras provincias, como Neuquén, Misiones o Santiago del Estero, donde dominan desde hace décadas construcciones amplias que incluyen dirigentes de todas las tribus.
“Para mí es un orgullo poder decirle al país que en Salta no hay grietas. Nuestra querida provincia hoy no se pintó de amarillo, de azul ni de celeste, se pintó con el poncho salteño”, subrayó Sáenz, para remarcar la identidad provincial. Sáenz ganó las elecciones en 2019 con un frente que integró 14 partidos y 21 agrupaciones e incluyó desde expresiones del peronismo hasta sectores conservadores, el romerismo y el PRO de Mauricio Macri.
La versión 2021 cambió. El frente de Sáenz se dividió en dos y sufrió la fuga del PRO, pero mantuvo amplitud y la alianza potente del gobernador y la intendenta de la capital salteña, Bettina Romero, hija del exgobernador y caudillo provincial Juan Carlos Romero.
En Salta capital, el principal distrito en disputa, se impuso para senadores la lista de Unidos por Salta, el ala más conservadora de la alianza, que encabezaba Emiliano Durand, un periodista que renovó las caras de los candidatos tradicionales. Durand obtuvo el 32,76% de los votos y fue seguido por Martín Grande, de Juntos por el Cambio, que cosechó el 17,3% de los votos y celebró el segundo lugar. En tercer lugar quedó Matías Posadas, secretario general de la gobernación de Sáenz, que compitió con la boleta de Gana Salta.
Con un porcentaje mucho menor al esperado se ubicó, en cuarto lugar, Pamela Ares, la candidata a senadora por el Frente de Todos. Ares obtuvo el 8,54% de los votos. En total, la marca del Frente de Todos obtuvo el 10% de los votos en la categoría de convencionales constituyentes y consiguió 2 de 12 bancas que estaban en juego en el Senado y 3 de las 30 que se disputaban en Cámara de Diputados. Una muestra del peso nulo de la Casa Rosada en la discusión provincial.
Los resultados casi no sorprendieron al Gobierno nacional. Sinuoso en sus relaciones, Sáenz viene mostrando desde hace tiempo su voluntad de construir un provincialismo invencible, algo que monitorearon a lo largo de este año y medio el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que intentaron, sin éxito, poner orden en la interna provincial del Frente de Todos, que terminó partido en dos en el cierre de listas, algo similar a lo que sucedió en Jujuy.
El sector más identificado con Cafiero, que tiene como referente a Gonzalo Quilodrán, director del Enacom, fue a la guerra contra Sáenz con la marca del Frente de Todos y Ares como candidata. El ala que responde a De Pedro acordó con Sáenz una lista única de diputados nacionales, que encabezará el subsecretario de Relaciones con las Provincias, Emiliano Estrada, que brega por sacar la discusión nacional del territorio salteño y construir algo con identidad propia, a tono con lo que plantea Sáenz. Estrada se mantuvo afuera del debate provincial y empezará la campaña nacional el martes, una vez que haya bajado la espuma local.
Además de las señales sobre la hegemonía provincialista, otra marca que dejó la elección de Salta fue la baja participación ciudadana y el alto voto en blanco. La concurrencia del electorado estuvo diez puntos por debajo de otras elecciones y se ubicó en el 64%, mientras que el voto en blanco alcanzó el 13,76% y encendió las alarmas por el clima de fuerte apatía y enojo que precede a las elecciones nacionales.