DEBATE ETERNO

Tedeum patrio: ser o no ser de un ritual político en capilla

Obsolescencia y vigencia del rito. Religiosos e investigadores discrepan. Mutación y polémica con impronta K. Separación Iglesia-Estado, eje de la controversia.

La celebración del tedeum en la catedral de Buenos Aires por el 25 de Mayo viene acompañada, ya hace algunos años, de la doble polémica sobre la razón de ser de esta acción de gracias a Dios en una construcción democrática de país y sobre si es lógico que una autoridad eclesiástica interpele públicamente la gestión de gobierno de un primer mandatario elegido mediante el voto popular. Estas preguntas se actualizan en cada fecha patria y dividen las aguas entre quienes reivindican tradición e historia, quienes evalúan que debe renovarse al sentir religioso cada vez más diverso del pueblo y quienes predican que hay que terminar con una práctica que consideran una flagelación voluntaria de la política.

 

Consultados por Letra P, investigadores del hecho religioso e historiadores eclesiásticos reflexionan sobre actualidad, obsolescencia y sentido de este ritual político que se remonta a la época colonial; divergencias que tienen su génesis en 1810, pero que se hicieron notorias en la etapa democrática pos crisis terminal 2001-2002, con Jorge Bergoglio en Buenos Aires, y con la separación Iglesia-Estado en el centro del debate.

 

El sociólogo Fortunato Mallimaci (Conicet) opinó que el fondo de la cuestión es que “el culto público de la patria laica” sigue incluyendo la celebración del tedeum en la catedral metropolitana de Buenos Aires, al que las autoridades acuden con rigor. “Esta celebración ya no le interesa a nadie”, aseguró y puso como ejemplo el caso del último 25 de Mayo, cuando se afirmó que el presidente Alberto Fernández participaba virtualmente del oficio religioso que presidía el cardenal Mario Poli y se transmitía por la TV Pública (grabado previamente); pero en realidad hacía una videollamada en vivo con su par mexicano Andrés Manuel López Obrador por el tema de las vacunas contra el covid-19. El investigador advirtió que la celebración del oficio patrio mantendrá este statu quo hasta tanto “haya actores sociales interesados en desarticular el vínculo activo y perdurable entre grupos religiosos (no solo católicos), partidos políticos y Estado”.

 

Otro investigador del Conicet especializado en Sociedad, Cultura y Religión, Juan Cruz Esquivel, también denostó la vigencia del tedeum patrio, al que definió como “un espacio donde la jerarquía de la Iglesia católica le hace sentir su crítica al poder político, posicionándose por fuera y por encima de este, ejerciendo un rol de tutelaje moral”. En un estudio de hace algunos años sobre el particular, el académico ya percibía esta situación como una de las “encrucijadas” para la construcción del Estado laico en la Argentina.

 

Del lado del púlpito, los observadores eclesiásticos lamentan que "siga sin entenderse" el significado trascendente e histórico de esta acción de gracias a Dios por la Patria, que hasta la llegada del kirchnerismo al poder siempre tuvo como escenario natural a la catedral porteña. No obstante, reconocen que en las últimas décadas se ha diluido ese sentido del tedeum para mutar hacia una reflexión sobre la realidad del país, en la que el primado de turno aprovecha para hacer una admonición pública o dar un “consejo” a la política sobre cuestiones coyunturales, tal como hizo el último martes el cardenal Poli al pedirle a la clase dirigente que deje de lado descalificaciones y divisiones para afrontar en unidad, oficialismo y oposición, la lucha contra la pobreza y el desempleo agravados por la pandemia.

 

 

El sacerdote Ernesto Salvia, de la Junta de Historia Eclesiástica, dijo a Letra P que la polémica por el tedeum patrio es de larga data, sobre todo a partir del siglo XIX, cuando algunos actores sociales -precisó- “empezaron a vaciar de la cultura nacional todo tema religioso”. Tras narrar los orígenes de la tradición de impetrar la ayuda divina ante cualquier pandemia, guerra o por una cosecha fructífera, que trasciende al catolicismo y es común a los credos; detalló que desde la época colonial el tedeum quedó como “una acción de gracias que le pide el Estado a la Iglesia o la expresión religiosa”. “No creo que sea una práctica obsoleta, como dicen. Es una manera de rezar, por lo que los credos participan”, planteó y profundizó: “El obispo o quien predica tiene que tratar de ser cuidadoso y no herir susceptibilidades, sobre todo en estos tiempos. Los gobernantes pueden participar o no. ¡Allá ellos! Pero Iglesia lo hace”.

 

Derrotero de una polémica celestial

Néstor Kirchner estuvo por primera vez delante de Bergoglio en mayo de 2003, el día que tomó posesión del cargo y coincidió con Bergoglio en la necesidad de poner el hombro sin “mezquindades e internismos”. Un año después, el jefe de Estado se retiró contrariado de la catedral porque el arzobispo refirió a “componendas de poder” que absorben las instituciones y al cansancio del pueblo por los "anuncios estridentes".

 

En 2005, el Gobierno decidió llevarlo a Santiago del Estero para escuchar una homilía sin sobresaltos del obispo Juan Carlos Maccarone, considerado "amigo" y quien renunció envuelto en un escándalo sexual. Kirchner regresó en 2006 al templo porteño y soportó más críticas a su forma de gobernar de parte de Bergoglio, quien lo exhortó a construir un país sin prepotencias ni exclusiones y le dijo que el poder no necesita sustentarse en propaganda, encuestas o aplauso de masas.

 

Macri, siempre firme en la catedral metropolitana.

 

Desde 2007, el matrimonio Kirchner esquivó lo que evaluaba como “homilías críticas” de Bergoglio llevando la celebración oficial a Mendoza, Salta, Puerto Iguazú, Luján y Resistencia, con la justificación de “federalizar” la fecha patria. También le otorgó un sentido más ecuménico e interreligioso al dar cabida a referentes de otros credos. Recién el 25 de mayo de 2015, en el último año de su mandato presidencial y con Francisco en el Vaticano, Cristina Fernández volvió a la catedral porteña y escuchó la predicación del cardenal Poli.

 

Mauricio Macri asistió regularmente al tedeum por la Revolución de Mayo en la catedral porteña; mientras que Alberto Fernández es el único que no caminó desde la Casa Rosada hasta el templo metropolitano dado que en estos dos años participó del oficio de manera remota desde la Residencia de Olivos, a raíz de la suspensión de las celebraciones religiosas presenciales por el agravamiento de la crisis sanitaria.

 

Marcelo Peretta
Armando Traferri y Rubén Pirola en el centro, referentes del bloque peronista del Senado santafesino. A su derecha, Osvaldo Sosa y Alcides Calvo.

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