Como no podía ser de otra manera, el clásico rosarino entre Rosario Central y Newell’s puso a la política en el centro de la escena y la agitó como nunca. Esta vez, no sólo el área de la seguridad pública quedó acorralada en situaciones límites que, en otras oportunidades, han hecho tambalear a más de un ministro, sino también la pandemia sumó su particular complejidad. Durante cinco días, hubo intensas negociaciones por los horarios y la posibilidad de liberar la televisación del partido para evitar reuniones y festejos entre el gobierno de Omar Perotti, la AFA, la Liga Profesional de Fútbol (LPF), los canales de TV y hasta una intervención del presidente Alberto Fernández.
En Rosario, la pasión del clásico se exacerba tanto en la previa con banderazos de apoyo como después del partido con incontables enfrentamientos, desmadres y vandalismo. Pero esta vez, a la contención de posibles desmanes se le agregó la necesidad de evitar algo más primigenio del fútbol: el amontonamiento. Inicialmente el clásico estaba pautado para el domingo a las 18:40, pero el miércoles a la mañana el gobierno provincial se plantó firme con sus reparos.
Apoyado en el Ministerio de Seguridad, Perotti remarcó que el partido debía disputarse en horario nocturno, cuando la prohibición de circular ya rige, para evitar aglomeraciones en los bares que transmiten el partido y, por su puesto, en los posibles festejos. Si esto no cambiaba, el mandatario avisó que estaba dispuesto a suspender el partido.
Inicialmente el gobernador no encontró eco en Buenos Aires. La AFA jugó para el lado de Perotti y pidió el movimiento de piezas, pero la Liga, a través de un comunicado, esgrimió que el cambio de horario obligaba a una reorganización compleja de otros partidos y endureció su postura. Ante ese callejón sin salida, quienes encendieron la alarma fueron los dirigentes de ambos clubes que se sumaron a la opción de buscar estadios alternativos fuera de la provincia para que el partido se juegue. Sarandí, San Nicolás, hasta se mencionó el estadio de Mendoza, pero la espuma del cambio de sede bajó rápidamente.
A la par del pedido de cambio de horario, Perotti buscó que los canales deportivos dueños de los derechos de transmisión "liberen" la señal televisiva para que el partido pueda verse sin necesidad de pagar el pack fútbol. Si influir sobre la Liga y AFA para que posponga dos horas el partido era complicado, convencer a ESPN/ FOX propiedad de Disney y a TNT Sports de Turner de perder un pedazo del negocio, se volvió casi imposible.
Operativo en el estadio de Newell's para contener un eventual banderazo
Según recogió Letra P, un primer acercamiento con la señal TNT fue el miércoles por la noche a través del senador provincial por Rosario, Marcelo Lewandoski, que retomó los contactos de su paso durante una década como comentarista del fútbol de primera división. Luego fue el propio Perotti quien intervino, al punto que le pidió al Presidente, frente a los gobernadores en la reunión del jueves donde se analizó la situación epidemiológica, que interceda en el cambio de horario y televisación para evitar desbordes.
Fernández le dijo que era más negociable ESPN/FOX que la inflexible TNT Sports. Esto no es más de lo acontecido hasta el momento: el Gobierno logró que ESPN/FOX libere dos partidos por fecha y que lo transmita la TV Pública, pero chocó contra la negativa de Turner en ese punto. El que lleva este tipo de negociaciones para la compañía y que estuvo inmerso en la novela rosarina es el reconocido periodista deportivo Enrique "Quique" Sacco, pareja de la ex gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
Uno de los fundamentos fue que ceder este encuentro sentaría jurisprudencia y podría desencadenar pedidos de otras provincias complicadas sanitariamente. Sin ir más lejos, la Tv puso como ejemplo que la semana que viene se juega el clásico santafesino entre Unión y Colón y la Provincia volvería a la carga.
La liberación del partido significa perder potenciales abonados, pero también influye en el negocio de la televisión satelital que vende los partidos individuales además del pack como es el caso de DirectTV. Como se ve, los intereses son cruzados. La Provincia se jugó una última ficha este viernes ante la imposibilidad de que se le ceda la transmisión abierta a la TV Pública, y pidió que lo transmita el canal estatal santafesino 5RTV, pero tampoco los convenció. Así se alejaba la posibilidad de la liberación y se apostaba al cambio de horario, y se reducía todo al control que pueda ejercer el gobierno provincial en la calle.
Firmo el empate
“Si se juega el partido y hay un ganador, ¿qué tenemos que hacer? ¿militarizar la ciudad?”, lanzó este viernes por la mañana el ministro de Seguridad Jorge Lagna. Es su primer clásico al frente de la cartera, incluso es el debut del gobernador y del intendente de Rosario, Pablo Javkin, quien vela por no tener imágenes en los medios de desbordes masivos. Claro que la seguridad es provincial y la Municipalidad quedó fuera de las gestiones de fondo, pero los costos políticos se comparten.
Después de dos días intensos, el viernes por la tarde se confirmó que el clásico se jugará este domingo a las 21 en el estadio de Rosario Central y codificado. La versión oficial del gobierno santafesino indica que fue el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia quien logró torcer la intransigencia de la Liga Profesional, y que mucho tuvo que ver la insistencia personal de Perotti. Ninguna información indicó que haya habido intervención de Nación con Tapia; vale recordar que en estos momentos el Gobierno busca anular su reelección en la AFA.
“Gracias a la gestión del presidente de la AFA, Claudio Chiqui Tapia, se logró llevar sensatez a la programación del horario del Clásico de este fin de semana, atendiendo las razones de seguridad y salud pública de la provincia de Santa Fe”. Lo cierto es que tanto el gobernador Perotti como el intendente Javkin, reconocido hincha de Newell’s, ruegan por un empate.