CRISIS DE ALTA GAMA

Guzmán o CFK, la decisión imposible del Presidente

El ministro jugó al filo y puso en juego su poder político. Fernández, obligado a desautorizarlo o a pelearse con la socia mayor del FDT. Casa Rosada en shock.

La saga de confirmaciones y desmentidas que se generó este viernes en torno a la posible salida del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, fue una muestra a cielo abierto de la interna que atraviesa al Frente de Todos en la discusión por las tarifas y arrinconó al presidente Alberto Fernández a resolver el dilema de sostener al ministro de Economía, Martín Guzmán, clave para su gestión, o enfrentarse abiertamente con Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora.

 

Los mensajes se cruzaron durante todo el día y, a última hora del viernes, la Casa Rosada era un hervidero por el conflicto en Energía, luego de horas completamente enfocadas a atender los anuncios y reuniones relacionados con la pandemia. En el primer piso de Balcarce 50, el presidente Fernández y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, intentaban reencauzar la situación política, mientras desde el cristinismo se repetía un único mensaje: una desmentida de la supuesta renuncia de Basualdo, hombre de Cristina, y la ratificación de que las tarifas de electricidad aumentarán una sola vez en el año, el 8%, y no dos veces, como pretende Economía.

 

 

Lo más curioso ocurrió por la tarde, cuando desde el entorno de Basualdo afirmaron que nadie lo había llamado para pedirle la renuncia y que se había tratado de una “operación de prensa” que no contribuía a “conducir la política sectorial en un momento tan delicado para el país”. “Es una operación muy burda”, se quejaron.

 

Guzmán quedó en una situación incómoda, a la espera de la ratificación por parte del Presidente o de Cafiero. Con el correr de las horas, el mensaje fue más confuso y la tensión escaló al punto tal que quedó planteada en términos antagónicos entre Guzmán y Basualdo: la permanencia del subsecretario implicaba la desautorización al ministro, por lo que la discusión planteó casi sin escapatoria, la renuncia de uno u otro.

 

La Casa Rosada nunca confirmó de manera oficial el pedido de renuncia a Basualdo. Puertas adentro, un funcionario de máxima confianza del Presidente atribuyó la forma en la que se desarrolló el episodio a “un error” de Economía, más allá de las coincidencias de fondo entre la Rosada y las consideraciones de Guzmán. Otro dirigente albertista afirmó ante Letra P lo mismo que los rumores, que Basualdo tenía las horas contadas y ratificó el respaldo del Presidente al ministro.

 

Con el correr de las horas, algunos intentaron bajarle el tono a la confrontación. “No sabemos por qué dijeron eso. Será una anécdota. Lo más importante es que las tarifas van a aumentar una sola vez en el año”, agregaron en el entorno de la vicepresidenta.

 

Para entonces, ya había quedado clara la secuencia, la decisión de Guzmán y la reacción enérgica del cristinismo, como una afrenta y un desafío al poder del ministro de Economía, respaldado por el Presidente. La implosión, a la vista de todos, de la interna que se tramitaba en la convivencia de las distintas tribus del Frente de Todos ataca uno de los ejes principales de la política económica. 

 

Esta es la primera vez desde que comenzó la gestión del Frente de Todos que quien queda en la mira es un funcionario ligado a la vicepresidenta. Las salidas anteriores del Gabinete habían sido de dirigentes que reportaban a Fernández, como María Eugenia Bielsa, Ginés González García, Alejandro Vanoli y Marcela Losardo, algunos de ellos aludidos por Cristina como “funcionarios que no funcionan” en su carta publicada en octubre del año pasado. Cristina aprovechó los casilleros libres con dirigentes de su confianza. 

 

Dos meses después de esa carta, sobre el escenario del estadio único de La Plata, la vicepresidenta puso sobre la mesa su objetivo para el año electoral, "alinear los salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las tarifas". Fue el mismo día que mandó "a buscar otro laburo" a los funcionarios que no tuvieran coraje para "defender los intereses del pueblo". 

 

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Axel Kicillof, en la marcha del 24 de marzo.

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