El DNU presidencial fijando restricciones ante el récord de casos positivos y el aumento de muertes por coronavirus, ahora profundizadas por el nuevo anuncio de Alberto Fernández, también impactaron en la Iglesia; obligando a clausurar toda posibilidad de elecciones episcopales. Prevista para la semana próxima, la asamblea plenaria electiva debió suspenderse como en noviembre, cuando la primera ola de contagios de Covid-19 tapó la intención de cumplir con el plazo trienal de renovación de autoridades.
La nueva postergación del voto de un centenar de obispos también planteó interrogantes inéditos, dado que los estatutos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) no contemplan una coyuntura como la actual, que impide fijar una fecha cierta; ni la posibilidad de que las elecciones se hagan de modalidad virtual.
“La plenaria está postergada por la situación sanitaria. Después puede ocurrir, como ha pasado en otras ocasiones durante la pandemia, que de manera virtual los obispos puedan tratar algún tema específico. La modalidad de elección presencial es la única contemplada”, confirmó a Letra P el director de la Oficina de Prensa de la CEA, el sacerdote sanisidrense Maxi Jurcinovic.
La precisión del vocero episcopal llegó después de que la mesa ejecutiva del episcopado, presidida por Oscar Ojea (San Isidro), hiciera una consulta a Roma ante el vacío estatutario y le respondieran que la elección debía ser presencial. En este contexto, los obispos argentinos evalúan utilizar -reveló otra fuente eclesiástica- un sistema dual similar al que apelaron sus pares del episcopado paraguayo: asamblea plenaria virtual y votación presencial. La fecha, todavía incierta.
El impasse electivo forzado por la gravedad de la crisis sanitaria también abrió un espacio de recogimiento interno en la Iglesia, que permitirá definir “listas”, renovar alianzas y promover otros candidatos para puestos episcopales clave, entre ellos, en la mesa ejecutiva; además de esperar eventuales nombramientos del papa que cambien el esquema de poder eclesial.
De la presencialidad cuidada al cierre total
Varios obispos del conurbano bonaerense habían acordaron estos días protocolos de cumplimiento estricto -sobre la base de una “presencialidad cuidada”- con intendentes de las comunas donde están enclavadas sus jurisdicciones eclesiásticas, a fin de mantener las celebraciones con fieles en templos católicos; pero las nuevas medidas hicieron añicos esos convenios, dado que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) quedaron suspendidas por 15 días todas las actividades en lugares cerrados, incluidas las religiosas.
El paquete de medidas no provocó sorpresas en ambientes eclesiásticos, sino más bien alivio, ante el crecimiento exponencial de los contagios que se constatan en distritos del AMBA. Algunos obispos, incluso, salieron al cruce de los grupos de católicos que quieren que se declaren “esenciales” las celebraciones religiosas comunitarias y cuestionan a los diocesanos por no oponerse a las decisiones de las autoridades civiles en cuanto al cierre de los lugares de culto.
El arzobispo Tucho Fernández (La Plata, un distrito con una situación epidemiológica particular gravedad) fue quien más fuerte refutó estos planteos extremos, al recordar que las autoridades tienen “derecho” a determinar restricciones en orden al bien común, particularmente cuando hay riesgos para la salud de la población, y adoctrinar: "Exponerse imprudentemente al contagio o a contagiar a otros, sosteniendo que Dios nos va a preservar es tentar a Dios, no es heroísmo. Dios no suple lo que nosotros podemos evitar con nuestra prudencia".
En la misma línea se pronunciaron el obispo José Tissera y su auxiliar, Marcelo (Maxi) Margni, de Quilmes, otra zona del conurbano donde los casos aumentaron un 53%. “Ya llegará el tiempo de volver a los templos. Necesitamos acabar con esta pandemia”, esbozaron como respuesta y expusieron de qué lado están: “Al modo en que lo hemos hecho desde el principio, como Iglesia y mancomunados con todas las instancias de la sociedad, queremos seguir cuidando la salud, la recuperación económica y, en cuanto sea posible, la presencialidad en las escuelas”.
Una “ayudita” al papa por la deuda
En tanto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, pasó por el Vaticano en busca de una “ayudita” del papa en la previa de su misión europea para conseguir apoyos en vista a la renegociación con el FMI y la deuda con el Club de París. Fueron 45 minutos de una audiencia privada en la biblioteca del palacio pontificio, donde Francisco y el funcionario argentino también hablaron de la situación que atraviesa el país por la crisis sociosanitaria. Fuentes vaticanas destacaron el encuentro y lo evaluaron como “un gesto importante” hacia la Argentina.
Recientemente, el pontífice recordó al FMI y al Banco Mundial que los países afectados por el impacto económico del coronavirus necesitan una “reducción significativa” de la carga de la deuda, los exhortó a instrumentar un plan global para construir la sociedad pospandemia y abogó por una vacunación solidaria en la que no prevalezca la ley del mercado; un discurso que funcionarios del gobierno argentino se esforzaron por visibilizar -enviándolo a las redacciones- para sustentar la posición oficial ante los responsables de las finanzas mundiales.