¿Y si la actividad económica recupera este año casi todo lo que cayó en 2020? Esa posibilidad comenzó a verse como factible en el Gobierno. El ministro de Economía, Martín Guzmán, planteó días atrás un "escenario base" de crecimiento de 7% del Producto Bruto Interno (PBI), superior al del Presupuesto 2021. Fuentes oficiales, no obstante, lo consideraron conservador y refirieron que la economía puede terminar con un rebote del 9%.
La estabilización de la brecha cambiaria y la supersoja pueden ser las patas de la cama elástica. También la construcción, que crece a más del 20% interanual en los primeros meses del año y empezó a tener en la obra pública un motor importante. En el Gobierno suman a eso la esperada recuperación del salario real, algo que analistas ponen en duda. Es el gran nubarrón que aparece en el horizonte cercano es la segunda ola de covid-19. La premisa será no parar la economía, pero nadie descarta que haya actividades que deban restringirse.
“Esperamos un crecimiento del Producto Bruto del 7 por ciento para 2021, eso lo establecemos como una base, y junto a esto se está comenzando a ver una recuperación del empleo, y un fortalecimiento de las cuentas públicas”, dijo Guzmán hace diez días, en una presentación a representantes de fondos soberanos de inversión en la que acompañó al presidente Alberto Fernández. Fue la primera vez que el Gobierno se movió oficialmente del 5,5% de crecimiento estimado en el Presupuesto.
Fuentes oficiales lo calificaron como un escenario conservador. El 9% es viable, se entusiasman, con la soja sostenida sobre los U$S500 por tonelada, apuntalada en el plano local por las lluvias de esta semana. Con la brecha cambiaria estabilizada en torno al 60% y el Banco Central comprando dólares (U$S1000 millones netos en marzo, antes del inicio de la cosecha gruesa), los productores no tendrían incentivos para retener. Miguel Pesce podría así sumar entre 4000 y 5000 millones de dólares a las reservas y tendría más margen para liberar (un poco) los controles a las importaciones por los que penan al unísono las cámaras empresarias. La ampliación de Derechos Especiales de Giro (DEG) que oficializará el Fondo Monetario Internacional (FMI) en junio y por la cual la Argentina recibiría U$S4500 millones hacia octubre ayuda a despejar, en parte, el panorama de vencimientos incluso con el acuerdo con el FMI pospuesto hasta nuevo aviso.
A esta inyección de optimismo oficial le falta, eso sí, domar la inflación. En Gobierno anticipan un Índice de Precios al Consumidor de entre 3,5 y 4% en marzo, en línea con las estimaciones de las consultoras. Esperaban que fuera un escalón más bajo para este mes. Nada indica que, incluso con ancla cambiaria, el IPC pueda estabilizarse en torno a 2% desde abril. El control de precios XL no parece dar resultados y el Ejecutivo le pasa la pelota a los empresarios, con paritarias que no se desbordan y un Ministerio de Economía que absorbe todos los pesos que puede con emisión de deuda interna. Con el 29% como meta oficial, hay funcionarios que firman, hoy, una inflación del 35% para poder mostrar una desaceleración de al menos un punto en comparación con 2020.
El Gobierno sabe que otra restricción al crecimiento es la escasez de dólares. "Argentina podría crecer más si tuviéramos holgura en términos de disponibilidad de dólares", dijo Ariel Schale, secretario de Industria, a Letra P hace unos días. "El sesgo de 2021 será crecer, seguramente por debajo del potencial si no fuera por la restricción eterna", agregó. Las quejas de la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara de Comercio (CAC) y otras asociaciones por las trabas a las importaciones son recurrentes.
Consultores escépticos
El consenso de economistas, sin embargo, no se entusiasma. En febrero, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el Banco Central marcó un crecimiento del 6,2% promedio para 2021, con una mejora de 0,7 puntos porcentuales desde la medición anterior.
Ecolatina suma al arrastre estadístico del 5% que dejó el último trimestre de 2020 un punto más como escenario base, "si no hay un refuerzo de la cuarentena", aclara Matías Rajnerman, economista jefe de esa firma. La consultora LCG estimó 6,5% en su último reporte. "Casi todo el crecimiento esperado estaría motivado por el efecto del arrastre estadístico que deja el último trimestre de 2020", sostuvo.
Matías Carugati, director de la consultora Seido, se estiró a 7%. "Es rebote estadístico y no mucho más; si hay dólares y no tanto Covid, puede que sea más alto", afirmó. Ricardo Delgado, director de Analytica, parte de un 7% como base: "Si tienen éxito con el control de la inflación, el 7% puede ser un piso y el consumo puede repuntar más", dijo.
En la recuperación del consumo, están puestas las dudas de los analistas. Para LCG, "la tracción que pueda generar el consumo privado aún es incierta", porque los salarios reales volverían a caer con una inflación esperada de hasta 50%. Por otro lado, la construcción "podría traccionar positivamente al mercado laboral".
"No vemos que vaya a haber una recuperación del salario real, pero sí de empleos", concuerda Delgado. "En lo peor de la crisis, se perdieron 3,8 millones de empleos, muchos cuentapropistas o de baja calidad. Se recuperaron 2,3 millones y pueden recuperarse los 1,5 millones que faltan... con la condición de que no se vuelva a cerrar la actividad", dijo. Si se descarta un nuevo parate en las fábricas, la duda está puesta en los servicios, más intensivos en mano de obra. "Es una estabilidad muy frágil, porque depende de factores que no se sabe si ocurrirán", advirtió.