(LA PLATA / SAN ISIDRO – ENVIADOS) La elección interna de la UCR que definirá al próximo conductor del comité provincia de Buenos Aires se vive con ansiedad en los bunkers de los dos competidores, Gustavo Posse y Maximiliano Abad, instalados en San Isidro y La Plata, respectivamente.
Pasadas las 21, el salón de eventos Ría ubicado en el barrio Melchor Romer, en las afueras de la capital bonaerense donde el diputado marplatense montó su centro de cómputos, lucía aún casi vacío. En la nave central de la edificación había una pantalla frente a la cual se colocaron 100 sillas, mientras se aguardaba la llegada del presidente del bloque de diputados de Juntos por el Cambio. La aparición de Posse en una entrevista transmitida en la pantalla alteró la paz de los pocos presentes, que corrieron a escuchar.
Allí, además de periodistas y un puñado de militantes, esperaban los dirigentes Pablo Juliano, el diputado nacional Fabio Quetglas y la legisladora bonaerense Sandra Paris. Se amenizaba la espera con café y medialunas.
En un breve contacto con Letra P, Paris dio sus primeras impresiones de la elección y cuestionó al sanisidrense: “En este partido no hay lugar para aventureos. La dirigencia que entra y sale del partido de acuerdo a sus conveniencias personales no tiene cabida”, disparó. Y se mostró confiada al manifestar que ganaron en las secciones Segunda, Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima y Octava. “Los radicales nos vamos a unir para liderar el espacio de Juntos por el Cambio”, indicó.
Unos 90 kilómetros al norte, en el búnker possista se percibía más movimiento. Posse ya había hecho declaraciones, donde se mostró confiado al manifestar que ganaron “por mucho” en las secciones Primera y Tercera.
Caminando de acá para allá en el predio que cuenta con un tinglado y una cancha de fútbol cinco, se lo vio a Pablo Domenichini, referente de Martín Lousteau en Buenos Aires, con su teléfono en llamas recibiendo información de los comités de diversos puntos de la provincia.
Posse se encargó de ordenar a la prensa cuando los periodistas se amontonaron más de la cuenta. Pidió distanciamiento, correcto uso del barbijo y aprovechó para contar lo que le pasó a un vecino suyo, que pese a haberse aplicado las dos dosis de la vacuna se contagió coronavirus durante un viaje al sur.
Para amenizar la espera, pastafrola tempranera aunque en escasa cantidad, según el comentario de algunos presentes. A las afueras de la cancha, sobre una estructura en un nivel superior, el centro de cómputos era parada obligada de dirigentes.