A diez días de su explosión en la agenda pública, el presidente Alberto Fernández decidió incluir el escándalo por la vacunación VIP en el discurso que dio ante la Asamblea Legislativa este lunes e incluso lo aprovechó para arremeter contra la oposición para haberlo denunciado por “envenenamiento” por la adquisición de la vacuna Sputnik V, de origen ruso.
“Las reglas se deben cumplir. Si se cometen errores, la voluntad de este Presidente es reconocerlos y corregirlos de inmediato. Cuando se dijo que aquellas reglas habían sido transgredidas, me he encargado de recabar la información pertinente. Aun cuando en lo personal me causaran mucho dolor, tomé las decisiones que correspondían”, remarcó Fernández, aludiendo al pedido de renuncia que le hizo al exministro Ginés González García.
En la previa, la mesa chica presidencial había debatido si Fernández debía referirse al escándalo o era mejor dar el escándalo por cerrado y pasar a otro tema. “Si algo bueno tiene Alberto es que es frontal, dice lo que piensa. A veces eso nos juega en contra. En este caso no puede hacerse el tonto, no es su estilo”, le adelantó un secretario de Estado la semana pasada a Letra P.
El Presidente no esquivó la polémica y se montó sobre el error para contragolpear a la oposición. “Sobre esto deseo ser claro: no llegué a la Presidencia para ser sordo a las críticas bien intencionadas. Como tampoco llegué a la Presidencia para dejarme aturdir por críticas maliciosas que responden a intereses inconfesables de poderes económicos concentrados, que en ocasiones buscan sembrar la fractura, la polarización y discordia entre el pueblo argentino, profundizando las heridas que como sociedad cargamos”, dijo.
Los dardos contra la oposición continuaron, con una carga que sorprendió incluso a los propios. “Cuando debimos aislarnos en nuestras casas para recuperar los hospitales públicos que habían sido abandonados, firmaban solicitadas acusándonos de haber impuesto una 'infectadura'. Muchos circularon incansables por medios y redes sociales blasfemando contra la vacuna elaborada por el Instituto Gamaleya", recordó.
"'Que se la apliquen a sus votantes', bramaba alguno de ellos. Otros fueron más allá y nos acusaron penalmente por envenenar a la población cuando dispusimos la aplicación de la vacuna. Todos ellos, poco tiempo después y para el asombro colectivo, alzaron sus dedos acusadores reclamando que el supuesto “veneno” que suministrábamos era insuficiente”, apuntó Fernández.