La nueva composición de la Cámara de Diputados le hizo sentir a la Casa Rosada el rigor de no tener una mayoría propia en la sesión de debate por el Presupuesto 2022, justo cuando el Ministerio de Economía transita el tramo final de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La oposición ya había juntado 130 votos en el recinto, en la sesión convocada para debatir el Presupuesto, para emplazar a la Comisión de Presupuesto a que discuta el proyecto de ley aprobado por el Senado que actualiza el mínimo no imponible del Impuesto a los Bienes Personales. El oficialismo llegó apenas a 116 y vislumbró un futuro sombrío. “Nos mostraron el número. Hay que prepararse porque esto va a ser así”, le dijo a Letra P, el jueves por la noche, un diputado del Frente de Todos que conoce desde años el funcionamiento de la Cámara. Una madrugada después, el tiro de gracia: 132 votos sentenciaron la muerte del Presupuesto 2022.
Fue un cachetazo de realidad en medio del veranito político que la misma Casa Rosada dice que vive desde la semana posterior a las elecciones del 14 de noviembre. El presidente de la Cámara, Sergio Massa, y el titular del bloque, Máximo Kirchner, negociaron toda la noche con la oposición para conseguir los votos que le faltaban. El ministro del Interior, Eduardo de Pedro, también formó parte de las conversaciones. Por momentos, le aseguraron al presidente Alberto Fernández que los votos estaban garantizados, pero eso no ocurrió.
El día había sido fue agotador. Cerca de las 16, a las dos horas de iniciada la sesión, el oficialismo y la oposición habían acordado pasar a un cuarto intermedio para abrir paso a las negociaciones. Para entonces, el FdT no tenía asegurado el número para aprobar la ley que presentó el lunes el ministro Martín Guzmán.
Qué llevó al oficialismo a llegar al recinto sin los votos asegurados fue lo que desconcertó a propios y ajenos. Aunque la Casa Rosada mantuvo su “optimismo” al menos hasta entrada la madrugada, el escenario era para entonces diametralmente opuesto a lo que el propio Gobierno vislumbraba pocas horas antes. El miércoles, en el entorno del Presidente descansaban en la convicción de que el tándem Massa-Kirchner conseguiría la mayoría que se requiere para la aprobación.
Con el correr de las horas del jueves, arreciaron las dudas sobre la estrategia que definió el tratamiento del Presupuesto a mediados de diciembre, toda vez que el proyecto ingresó a la Cámara baja el 15 de septiembre. Esta semana, el ministro Guzmán se vio obligado a admitir ante la Comisión de Presupuesto que las proyecciones macroeconómicas que se hicieron en agosto no coinciden con la realidad actual, en particular en lo que respecta a la inflación. En el oficialismo apuntan que tampoco en cuando al crecimiento, que cerrará el año en torno al 10%, por encima de lo previsto.
En los cálculos del oficialismo también figura que para Guzmán hubiera significado un espaldarazo en sus conversaciones con el Fondo tener el Presupuesto aprobado en tiempo y forma - con apoyo de al menos un sector de la oposición - en vez de llegar a fin de año con la negociación en su última etapa y la incertidumbre sobre la llamada “ley de leyes”.
Sin embargo, el FdT dilató el tratamiento de la ley para debatirlo después del recambio legislativo, que dejó una situación frágil en términos de votos. El jueves, mientras intentaba maniobrar en el recinto frente a la jugada opositora por Bienes Personales, el oficialismo admitía que contemplaba la posibilidad de someter a votación la ley y que la oposición la rechazara, como le pasó a Cristina Fernández de Kirchner en diciembre de 2010, cuando en la Cámara de Diputados reinaba el Grupo A.
Sin Presupuesto 2022 aprobado, el Poder Ejecutivo queda facultado a prorrogar por decreto el presupuesto vigente. “Pero eso lo dejaría muy mal parado al Presidente”, protestaba el jueves un funcionario albertista que siguió de cerca las negociaciones y quería evitar a toda costa esa opción. Más allá de Fernández, para la coalición, en general, era una mala señal que la primera votación con la nueva composición de la Cámara mostrara una derrota para el oficialismo.
“Se están peleando a ver quién es más opositor”, protestaron desde el Gobierno al ver las posturas de diputados y diputadas con cuyo acompañamiento contaban en la previa. En el Ejecutivo anotaron una fecha que, entienden, puso en crisis el tratamiento de la ley: la elección de la nueva conducción de la UCR, que se celebrará este viernes en el Comité Nacional.
“Es la interna radical”, apuntaron en un despacho de la Casa Rosada, donde pensaban, días atrás, que contarían con el acompañamiento de diputados y diputadas que responden a los gobernadores del partido, Gustavo Valdés (Corrientes), Gerardo Morales (Jujuy) y Rodolfo Suárez (Mendoza); algo que sonaba a todas luces inconveniente horas antes del cónclave en el que se elegirán nuevas autoridades y en el que el sector que responde a Martín Lousteau acusará al de Morales de ser colaboracionista del Gobierno. El interbloque Federal, que conduce Topo Rodríguez y contiene los diputados de Córdoba, que responden al gobernador Juan Schiaretti, tampoco se habían mostrado proclives a dar su apoyo.
Entrada la noche del jueves, Letra P contó que el FdT todavía esperaba que las negociaciones llegaran a buen puerto y que una combinación de ausencias y abstenciones hiciera posible la aprobación de la ley. No ocurrió y el Gobierno acusa el impacto.