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El Gobierno busca levantar el aplazo de Trotta con un pleno a las aulas

La oposición facturó en las PASO el discurso de escuelas abiertas. El Ejecutivo ahora se enfoca en el presupuesto y la presencialidad. El lastre del exministro.

Horacio Rodríguez Larreta la vio. Cuando el temor que paralizó a la sociedad de la mano del coronavirus empezó a disiparse de a poco en el segundo semestre de 2020, y el trío pandemia que rindió bien alto en las encuestas dejó de ser un negocio político tanto para el presidente Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof como para el alcalde porteño, la bandera del retorno a las clases presenciales se transformó en una prioridad para el gobierno capitalino. Después de un largo trecho, que incluyó una pelea en la Corte y un fallo amañado en tribunales locales, el resultado de las PASO confirmó que la apuesta de Juntos por el Cambio por la presencialidad rindió frutos electorales. La mejor muestra de esta conclusión es que el Gobierno se aferra ahora a ese estandarte tras la derrota para repechar una cuesta que parece tan empinada en materia educativa como también aparenta serlo en las urnas el próximo 14 de noviembre.

 

Recién después de las primarias y de los idas y vueltas entre el Presidente y su entonces ministro de Educación Nicolás Trotta, el Gobierno empezó a dar señales con un cambio de nombre en el área, con un pie en la aceleración de las políticas para recuperar la presencialidad y la vinculación del estudiantado con la escuela.

 

El ministro Jaime Perczyk  cambió a todas las cabezas de las principales secretarías. La modificación más destacada fue la salida de Marisa Díaz en la Secretaría de Educación, donde recaló Silvina Gvirtz, quien fuera responsable del área educativa durante el gobierno bonaerense de Daniel Scioli y, hasta llegar al Palacio Pizzurno, en la municipalidad  de La Matanza. El pampeano Oscar Alpa reemplazó a Percyzk en la Secretaría de Políticas Universitarias. Los cambios son leídos como marca de nuevo rumbo pero además como la necesidad de conformar un equipo de confianza. Y en ese sentido, también se pueden leer las designaciones como jefe de gabinete de Daniel Pico, exsecretario de Extensión de la Universidad Nacional de Hurlingham (Unahur), diseñada y conducida por Perczyk, y de Marcelo Mango, legislador rionegrino, como secretario general del Consejo Federal.

 

¿Cuáles son los planes para recuperar la impronta que el peronismo supo tener en el Ejecutivo en materia educativa hasta 2015 con políticas públicas como Conectar Igualdad, Canal Encuentro y la creación de universidades? En principio, ir a buscar uno a uno a los chicos y las chicas que perdieron su vínculo con la escuela, una cifra que la Unesco calcula que en el mundo alcanzó a 500 millones de estudiantes. Esa decisión tomó forma en el programa “Volvé a la escuela” que cuenta con un presupuesto de 5.000 millones de pesos. En línea está la implementación de 190 días de clases, algo que cada provincia debe decidir de acuerdo a su calendario y el otorgamiento de becas, como las Egresar, para garantizar la secundaria completa a los que quedaron con materias previas.

 

“No habla, hace”, dicen quienes reconocen que desde su primer día como ministro Perczyk explicitó su tendencia a la ejecución. La presentación de su equipo ante la cartera fue brevísima, no había tiempo para imprimir mística con discursos cuando el gobierno ponía el pie en el acelerador después de haber perdido las elecciones a nivel nacional y la bandera educativa parecía arrebatada por la oposición.

 

Una cuota importante de ese traspié se le adjudica a Trotta en los pasillos del ministerio. El desempeño del exrector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) es cuestionado por quienes habitan Pizzurno pero también por referentes que aseguran que se trató de una gestión fallida a la hora de tomar decisiones. Hay quienes le endilgan falta de conducción por tratarse de alguien sin experiencia en la gestión pública ni en el sistema educativo, y que eso pesó a la hora de llevar adelante la agenda de un ministerio que, de acuerdo a un gobierno de coalición, tiene integrantes con distintas referencias políticas.

 

Otras críticas apuntan también a la relación con los sindicatos docentes. Trotta, un político criado al lado de un sindicalista como Víctor Santa María, no es ajeno a esos cuestionamientos. De buena sintonía con el Gobierno, los gremios cuestionaban la vuelta a las aulas y acompañaban la decisión de esperar el avance de la campaña de vacunación, inclusive a comienzos de 2021. Fueron los primeros sorprendidos cuando, en febrero y con diferencias en cuanto a aforos y protocolos, Trotta se sentó con fondo amarillo al lado de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, y anunció la vuelta de las clases presenciales. Después, la disputa tomó otras aristas, por ejemplo, si había que suspender o no las clases ante el crecimiento de casos. El macrismo se mantuvo firme y levantó su bandera de presencialidad. Las estadísticas en cuanto a la suba de contagios y, sobre todo, el escrutinio del 12 de septiembre parecieron darle la razón.

 

El Gobierno hoy juega obligado a seguir los pasos de la estrategia opositora para recuperar terreno. Apuesta a revincular al estudiantado que la virtualidad no alcanzó a retener, a volver a la escuela y a revitalizar iniciativas que fueron dejadas de lado por Cambiemos. "Las chicas y los chicos de la escuela secundaria nunca debieron dejar de tener computadoras y nosotros estamos reponiendo un derecho. Las netbooks son suyas y son un elemento de igualación social tremendo. El acceso a la tecnología es fundamental para que las chicas y los chicos puedan estudiar en igualdad de condiciones, pero también capacitarse, formarse, expresarse, divertirse y jugar. Estamos terminando un año muy difícil y queremos que este ciclo lectivo se vincule con el próximo para volver a poner la prioridad en enseñar y en aprender”, dijo días atrás el ministro en una visita a un colegio de Escobar, una escala de su diario peregrinar para levantar un aplazo que el Gobierno mide en términos educativos y también políticos. 

 

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