La economía le ganó a la salud en Santa Fe; el comercio le ganó al gobernador. Pese a que la provincia está inmersa en el pico de la pandemia, el gobernador Omar Perotti, con el aval de los intendentes de Rosario y Santa Fe, Pablo Javkin y Emilio Jatón, resolvió liberar actividades. La presión del sector comercial fue decisiva para definir las nuevas medidas. Al cierre de esta nota, solo quedaban ocho camas críticas en el sector público de Rosario. Este jueves, Santa Fe sumó casi dos mil casos de coronavirus. Dos indicadores que hablan a las claras de la situación complejísima que atraviesa la provincia que gobierna el rafaelino.
“No había margen, mucha gente al borde del cierre, con sectores liquidados”, le confió un ministro de primera línea a Letra P. La presión era en efecto del arco productivo santafesino, pero también de los intendentes que no quieren saber nada con enfrentarse con sus comerciantes, sobre todo con los gastronómicos. Perotti, entonces, decidió pagar el costo. Javkin y Jatón, al menos, le cuidaron las espaldas.
Dos horas antes de la postal de este jueves a la noche, la ministra de Salud Sonia Martorano (internada por coronavirus, pero en línea) desconocía el contenido de los anuncios. En rigor, no fue consultada a la hora del análisis. La decisión tomada por el mandatario va a contramano de lo expuesto por la funcionaria 48 horas atrás: había dicho que en octubre llegaría “el momento más álgido de la pandemia” y que se esperaban siete semanas con crecimiento sostenido de casos.
Se evaluó hasta último momento la posibilidad de regresar a una fase 1 estricta. Incluso, algunos ministros se animaron a adelantarlo. Pero, sobre la hora, y recluido en su grupo chico de consulta, Perotti resolvió liberar. A partir de este sábado, podrán volver a abrir sus puertas los gastronómicos, gimnasios y comercios. Con estrictos protocolos, bares y restaurantes atenderán hasta la medianoche. Pero no se podrá circular en vehículos individuales después de las 20.
Ahí estará el eje de la situación. El gobernador promueve la siguiente filosofía: “Durante el día se trabaja y a la noche hay que quedarse en casa”. Bajo ese método, anhela contener la demanda social. Abre actividades mientras espera conciencia social.
Pero para que las medidas se cumplan necesita sí o sí de la compañía de los intendentes, primeros pilares del territorio. Caso contrario, la circulación no bajará. Y los intendentes del Gran Rosario, al menos en las últimas horas, antes de la aplicación del nuevo decreto, permitieron trabajar a sectores que en teoría no podían hacerlo.
“Si la policía no hace controles, ¿cómo hago para pelearme con mis 250 comerciantes?”, se preguntó ante Letra P un intendente del conglomerado Rosario. La policía depende del gobierno provincial. En criollo, los intendentes no van a custodiar más allá de sus posibilidades y requieren sí o sí de la fuerza. En esa misma línea, fuentes de la Casa Gris dijeron que se sumarán fuerzas federales para que se respete el decreto.
Serán dos semanas. Perotti ya probó con más restricciones y no atemperó el impacto del covid, que sigue creciendo en casos. Ahora se pone del lado productivo y permite apertura de actividades en pleno pico de la pandemia. El martes aterrizará en “la zona de Rosario” el presidente Alberto Fernández para hacerle la segunda. Si no consigue resultados, el próximo paso del rafaelino sería el botón rojo.