El cubano-estadounidense, hombre de confianza de Donald Trump, se alzó con el 66,8% de los votos, puestos en juego por 30 países, en tanto que otros 16 hicieron uso de sus cuotas para que quedara registrado un 31,23% de abstenciones. En el club rebelde militaron la Argentina, Chile, Perú, México, Trinidad y Tobago y los países europeos socios del BID.
La diplomacia nacional no pudo concretar su pretensión inicial de que ese porcentaje fuera, más que de abstención, de ausencia, de modo de superar el umbral del 25% suficiente para bloquear una elección –virtual, debido a la pandemia– que quería que pasara para marzo, después de los comicios presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, la voluntad de México y los países de la Unión Europea de confrontar con Trump tenía límites y el último jueves, ya sin esperanzas de torcer el rumbo, el Gobierno retiró la candidatura del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y anunció que pasaría también del bloqueo a la abstención.
Según el Gobierno, no todo es pérdida. El rol del país como uno de los líderes de la acción contra Claver-Carone brinda, razona, poder de negociación para lo que viene.
Este mismo lunes, entonces, comienza otra tarea: negociar la reinserción en el nuevo esquema de poder del BID.
Según se analiza en Buenos Aires, Claver-Carone sabe que llega con el rechazo de cerca de un tercio de los miembros del organismo, algo que lo forzará a rearmar su funcionamiento sobre bases inclusivas.
A diferencia de lo que puede pensarse sobre un país devaluado en muchos campos, Argentina tiene peso en el banco regional, donde constituye la segunda nación en derecho de voto, incluso por encima de Brasil.
Dada la sintonía entre Washington y Brasilia en torno a temas como Venezuela, Cuba y, en parte, China, en teoría el estadounidense podría apoyar su mandato en Jair Bolsonaro. Sin embargo, el gobierno nacional considera eso poco probable, ya que supondría una mala señal para el resto de América Latina.
Mucho se ha dicho desde el sábado acerca de la resistencia planteada por la Argentina, que se atribuyó, en gran medida, en una supuesta ideología antiestadounidense. Eso no es así y el vínculo con Washington es prioritario para la Casa Rosada.
China y el BID serán herramientas fundamentales para el financiamiento nacional en los próximos años.
Al revés, lo que predominó fue por un lado, impedir un avance histórico de Estados Unidos sobre la entidad regional y, más importante aun, la intención de Claver-Carone de alinear al BID detrás de intereses estratégicos de su país como la lucha sin tregua con Venezuela y Cuba y, especialmente, la reducción de la influencia de China.
Tanto China como el BID serán herramientas fundamentales para el financiamiento nacional en los próximos años, sobre todo de obras de infraestructura y otras iniciativas públicas. Un banco regional que condicione sus préstamos a ciertas posturas políticas o a una toma de distancia de Pekín es lo que menos necesita la Argentina.
Así, la posición inicial de bloquear la votación, impulsada por el canciller Felipe Solá y por el excandidato Beliz, fue, en buena medida, inevitable. Con todo, a modo de autocrítica, reconocen en el Gobierno que fue un error haberle dado a esa estrategia una visibilidad tan alta, lo que hizo que el propio Claver-Carone fuera particularmente duro con la Argentina.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, viene de reestructurar casi 110.000 millones de dólares de deuda en manos de bonistas extranjeros y argentinos, pero ese éxito tuvo, como se esperaba, una reacción positiva parcial en el mercado financiero. El riesgo país ha caído casi a la mitad, pero sigue por encima de los 1.100 puntos básicos, por lo que volver al mercado voluntario de deuda requerirá de un trabajo intenso en materia fiscal, entre otros ítems sensibles, en los próximos años.
Fuente: Rava Bursátil.
Si esa negociación despejó el panorama de vencimientos privados hasta 2025, la negociación que acaba de comenzar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene como objetivo evitar reembolsos progresivos de los 44.000 millones de dólares en proceso de renegociación hasta, al menos, 2024, tal como dijo el propio ministro el fin de semana, ratificación de un anticipo de febrero de Letra P. Volver al mercado será inevitable, pero los aportes del BID y de China serán vitales en la transición.
El trabajo de inserción del país en el nuevo esquema del banco regional será, a su vez, un puente para evitar palos en la rueda de Trump en el FMI, donde Estados Unidos cuenta con el poder de su 16,51% de los votos. Esa posibilidad, sin embargo, es prácticamente descartada por el gobierno.
La retirada final de la candidatura de Beliz, el cambio del bloqueo por la abstención, el interés de Estados Unidos de que el Fondo ponga en orden el acuerdo de financiamiento más grande de su historia y las señales de cooperación dadas hasta ahora por Trump en materia de renegociación de la deuda nacional así lo hacen prever.
De cualquier manera, el republicano tendrá el 3 de noviembre una prueba de fuego, en la que se jugará la reelección frente al demócrata Joseph Biden. Tal vez al día siguiente asome un panorama nuevo.