La expectativa sobre los efectos de la exitosa negociación de la deuda en manos de bonistas extranjeros es grande en el Ministerio de Economía y en la Casa Rosada. En el Palacio de Hacienda, se espera que sirva para “tranquilizar” al mercado, tal el mantra del ministro Martín Guzmán, y para frenar las presiones sobre el dólar; en Balcarce 50, se la considera casi un segundo comienzo para la gestión de Alberto Fernández. La evaluación del mercado financiero –más relevante por el impacto de las expectativas de los agentes sobre la realidad que por la habitual precisión de sus pronósticos– indica, sin embargo, que aquella es una condición necesaria pero no suficiente para el objetivo de fondo del Gobierno. Relanzar la economía hacia un ciclo de crecimiento requerirá la concreción de equilibrios macro que distan de estar asegurados.
Este martes, menos de un día después del anuncio, dio la pauta de lo empinada que es la cuesta: el servicio de compra de divisas del home banking de varias entidades estuvo saturado debido al deseo de miles de ahorristas de asegurarse su cupo mensual de 200 dólares. Ese hecho señala el primero y más perentorio de los puntos de la nueva agenda: frenar las expectativas de devaluación de la cotización oficial del peso. Guzmán y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, acaso deban recalcular su confianza en que el viento a favor desatado por el anuncio del resultado del canje amortigüe por sí solo esa tendencia.
Fuente: Rava Bursátil.
EL PRIMER PASO DEL ORDENAMIENTO. Como se sabe, los acreedores extranjeros le dieron su aval al acuerdo comprometiendo el 93,55% de las acreencias, lo que, dada la aplicación de las cláusulas antibuitres de acción colectiva, permite reordenar el 99% de los 66.000 millones de dólares renegociados. La tasa de interés promedio cae del 7% anterior a 3,07% y el ahorro de ahora a 2030 asciende a 37.700 millones de dólares.
El 1% que quedó afuera se compone de bonos Par del canje de 2005, emitidos en euros y en dólares, por 653 millones de dólares. “La dispersión de los tenedores originarios de esos bonos era un desafío que conocíamos de antemano”, le dijo a Letra P una fuente del Palacio de Hacienda, que agregó que la imposibilidad técnica de registrar la oferta en Londres es la explicación de ese remanente.
“En realidad, no hubo rechazos y ahora vamos a diseñar una estrategia específica para esos instrumentos”, añadió. “Se les propondrá lo mismo que a quienes ingresaron” debido a que mejorar la oferta inicial obligaría a hacer lo propio con todos los bonistas, explicó.
Mientras, avanza con buen pronóstico el canje con los tenedores de títulos en dólares emitidos bajo ley argentina, un universo de 41.717 millones de billetes verdes al que se aplicarán las mismas condiciones que a los bonistas extranjeros. Mientras, la negociación en ciernes con el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería permitir repactar la devolución de los 44.000 millones de dólares que el gobierno de Mauricio Macri consumió en apenas y año y medio para cerrar el capítulo del nuevo default argentino. ¿Qué depara?
El esfuerzo del Gobierno por aliviar los rigores económicos de la pandemia es una mochila pesada para lo que viene.
¿HAY PLAN? El economista Gustavo Reija le dijo a Letra P que “cuanto antes se defina todo ese proceso será mejor en términos de certidumbre financiera para el país. Un acuerdo con el Fondo, junto a un programa económico que muestre un sendero de convergencia al equilibrio fiscal y monetario, son los elementos que restan” para encaminar la situación financiera. Después, añadió, “la presentación del Presupuesto 2021 y el escenario de variables macro, tanto fiscales como monetarias, que el Gobierno proponga serán los primeros indicadores de lo que se debe esperar”.
El esfuerzo del Gobierno por aliviar los rigores económicos de la pandemia es una mochila pesada. De hecho, Guzmán dejó en su presentación del lunes, no inocentemente, un primer indicio sobre el Presupuesto que contendrá las proyecciones de lo que tanto le reclaman los analistas: un programa integral. Así, en línea con su idea de reducir gradualmente la inflación y de llegar el equilibrio presupuestario en 2023, indicó que el déficit fiscal esperado el año que viene será del 4,5% del producto bruto interno (PBI), insuficiente para muchos pero que implicará el mérito de bajarlo en un año electoral desde el 7 o el 8 por ciento que dejará 2020. ¿Será con ajuste? No, porque el Gobierno espera que el rebote de la actividad mejore los ingresos tributarios que se desplomaron en la emergencia sanitaria.
El Gobierno necesita reconstruir la confianza para cuando el país deba, hacia 2024 y 2025, volver al mercado para refinanciar vencimientos de la deuda nueva.
CUESTIÓN DE CONFIANZA. Razones aparte, he ahí una de las medidas de la confianza que el Gobierno pretende recuperar, necesaria para que el país y sus empresas puedan en algún momento acceder de nuevo a financiamiento internacional. Un indicador de ella es el índice de riesgo país, que elabora el banco JP Morgan Chase, cuyas proyecciones a la baja parecen hoy bien inferiores a lo ocurrido tras el canje de 2005. Si entonces se derrumbó de más de 6.600 puntos básicos a unos 800 entre el 10 y el 13 de junio –para descender luego a 450–, ahora se espera que solo se recorte en poco más del 50%, desde los 2.151 puntos actuales a algo menos de 1.000.
Fuente: Ámbito Financiero.
“Es esperable que, una vez canjeados los bonos antes de fines de octubre, el riesgo país se ubique, hacía el último bimestre, en la franja de los 950 a 1.000 puntos básicos”, estimó Reija, que identificó la negociación con el FMI como una de las claves de ese proceso. Dicha plataforma, con todo, mantendría todavía a la Argentina fuera del mercado, ya que emitir deuda en esas condiciones supondría convalidar tasas prohibitivas de al menos el 10% en dólares.
Fuente: Rava Bursátil.
Solo el avance en la normalización macro hará posible mejorar más el riesgo país, algo fundamental para cuando, a partir de 2024 y 2025, haya que refinanciar vencimientos más exigentes de la deuda nueva.
Fuente: Ministerio de Economía.
A corto plazo, el reto es resolver la herencia de la pandemia. Vienen meses difíciles en materia cambiaria, en los que el ingreso de divisas comerciales es mucho menor por razones estacionales, lo que compromete las debilitadas reservas de la autoridad monetaria ante una demanda tan intensa de dólar ahorro. Tras el canje, el Central dispondrá de nuevos bonos por entre 13.500 y 15.000 millones de dólares con los que podrá incidir en las operaciones bursátiles que generan las cotizaciones paralelas pero legales. Si redujera la brecha con el dólar oficial y fuera capaz de mantener una pauta de minidevaluaciones diarias que impidieran el atraso de este, el futuro asomaría más claro.
Tras la eliminatoria de la deuda, ahora comienza el verdadero campeonato para la siempre atribulada economía argentina.