En la noche del 27 de octubre de 2019, con los resultados de las elecciones confirmados, Mauricio Macri empezó a diagramar su salida de la Casa Rosada. No quería repetir lo sucedido con su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, y salió al escenario del búnker de Costa Salguero para aceptar la derrota y revelar que se había comunicado con Alberto Fernández. Con una gestión castigada en las urnas, celebró la jornada electoral y, como sello diferenciador, prometió una transición ordenada entre Juntos por el Cambio (JxC) y el Frente de Todos (FdT). Buscó iniciar una tregua, tras una campaña belicosa y caracterizada por la polarización con el peronismo, que inmortalizó con la foto conjunta en el despacho presidencial, en una especie de traspaso de mando anticipado. A diez meses de ese escenario de paz, la relación entre el expresidente y su sucesor regresa al clima de la grieta y la confrontación directa, con la pandemia por coronavirus como disparador y las elecciones de 2021 como telón de fondo.
Traspaso en paz. Habían iniciado su relación prometiendo cerrar la grieta.
Fernández decidió escalar públicamente el conflicto. Durante una entrevista que brindó a Radio 10 este domingo, dijo que en una charla privada que tuvieron el 19 de marzo, el exmandatario le recomendó no decretar la cuarentena y dejar “a toda la gente en la calle” para que la rueda de la economía siguiera en movimiento y “que murieran los que tuvieran que morir”.
Desde Suiza, a donde viajó para tomar posesión de su rol como presidente de la Fundación FIFA, el expresidente aseguró que Fernández mintió, aunque no explicó los detalles de esa comunicación telefónica. Desde hace semanas, Macri cuestiona la gestión sanitaria del Gobierno y lanzó a sus principales colaboradores a un contragolpe duro contra la Casa Rosada. La punta de lanza de ese ejercicio de enfrentamiento total es la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Los movimientos de Macri irritaron al Presidente, que dio luz verde a su tropa para responder. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, catalogó a la gestión Cambiemos como la peor desde el regreso de la democracia. Otras veces, respondió el propio Fernández a los embates repetidos de Juntos por el Cambio. “Se hartó”, afirma una fuente de presencia recurrente en Olivos.
“Está en Europa, dice que se fue al país de la libertad (por Francia) y nos critica desde allá”, se queja un dirigente muy cercano al Presidente. “¿Por qué tenemos que guardar las formas cuando ellos quieren destituirnos?”, se ceban en el Gobierno.
Uno de los colaboradores de Macri que trabajó en la respuesta a Fernández le dijo a Letra P que el mandatario quiso responder el mismo domingo. Finalmente, optó por esperar, pero ordenó redactar la carta que publicó en sus redes sociales este lunes a las 18.20, hora de Zurich. “Es una mentira de una gravedad institucional sin precedentes”, evaluó el exmandatario ante uno de sus interlocutores.
Fernández y Macri nunca tuvieron una buena relación. Se conocían poco y el Presidente lo cuestiona desde el debut del PRO en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. Por el recambio presidencial tejieron un vínculo coyuntural que tuvo su propia cuarentena: tras esa charla de marzo, dejaron de hablarse y las críticas de Macri al Gobierno apagaron cualquier reencuentro telefónico. Ninguno de los dos buscó ni tiene interés en retomar el diálogo.
“Alberto es respetuoso de las formas, pero todo tiene un límite”, señaló un integrante de la mesa chica del Presidente. En la comunicación del 19 de marzo, Macri le expresó a Fernández preocupación por sus causas judiciales, dicen en el Gobierno. “A diferencia de lo que hiciste vos, yo no me meto en las causas”, aseguran que devolvió el Presidente para reprochar la presión judicial de la gestión macrista hacia el peronismo e intentar, socarronamente, llevarle tranquilidad prometiéndole que no intervendría.
El macrismo niega que el expresidente le haya insinuado algo a Fernández sobre el estado de sus causas judiciales en algunas de sus charlas. Sin embargo, con la Justicia sobre los talones, Macri rompió la cuarentena, subió el tono opositor y retomó el diálogo con exfuncionarios para sumar músculo político ante lo que considera una “operación” del kirchnerismo.
El expresidente, dicen en su entorno, está "enojado" y preocupado. Siente que su gobierno no es lo suficientemente reivindicado por sus exfuncionarios. Bajo esa lógica, le reclama a los propios que intensifiquen la defensa de su gestión y devuelvan los "ataques" del Gobierno. Macri canceló su paz inicial con Fernández porque, sostiene a contramano de otros referentes de JxC, que "Alberto es Cristina" y ambos los moviliza "la misma agenda". Así lo consideró en la reunión virtual de la Mesa Nacional de JxC de este lunes al fundamentar su rechazo al DNU que declara "servicio público" a las telecomunicaciones. Una jugada sorpresiva del oficialismo que Bullrich, principal vocera del pensamiento de Macri, alambró como un nuevo capítulo de la guerra entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín.