Ya se sabe. El juez federal Federico Villena no avisa. El allanamiento a Darío Nieto de la semana pasada y la orden de detención para 22 protagonistas que figuran en la trama del espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri tomó por sorpresa a distintos estamentos del poder. A diferencia de lo que, durante los años amarillos, hacían el malogrado Claudio Bonadio y la familia de Comodoro Py, el juez de Lomas de Zamora prefiere no anticiparles sus movimiento a medios y periodistas afines. Será porque también en sus filas figuran actores principales y de reparto que vivían de introducir en el circuito de la noticia la información que los espías obtenían, en forma ilegal.
Villena allanó a la exfuncionaria macrista Susana Martinengo el 28 de mayo pasado y tardó más de un mes hasta que la detuvo, el martes último. En el camino, recolectó prueba, cruzó datos, sumó elementos y convirtió a las víctimas en querellantes. Si sigue la misma dinámica, cuando termine con la ronda indagatoria de estos días, se tomará algún tiempo más hasta definir sus nuevos movimientos. Va a actuar “cuando menos lo esperen”, dicen.
Susana Martinengo, finalmente detenida.
Hoy, en el juzgado de Lomas de Zamora donde atienden apenas 12 personas está puesta la expectativa de una causa que afecta a lo más alto del sistema político. Entre los 15 querellantes de la causa, Villena armó un seleccionado de víctimas que incluye a Cristina Fernández, el kirchnerista puro Jorge Ferraresi y varios peronistas, pero se distingue por contar con cinco notables del PRO: Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Emilio Monzó, Nicolás Massot y Waldo Wolff. A todos, el magistrado que investiga a una “organización” que violó la ley de Inteligencia y puso en práctica un “plan sistemático” los espera con un libro ancho de pruebas que combina la exhibición de fotos, audios, archivos y seguimientos con una lista larga de preguntas.
CAUSA PERDIDA. Apuntado por el bloque de poder que abrazó la ilusión de un Macri no tan fugaz, Villena no habla ante los medios y busca apartarse del show. Con unos 30 allanamientos y 20 cuerpos en la causa, se ampara en el nuevo Código Procesal Penal y se esfuerza, según dicen en tribunales, por evitar los errores procesales.
Los cuestionamientos que recibió por detener a Martinengo y la banda mixta de espías que trabajaba en la Agencia Federal de Inteligencia son previos a cualquier definición y no incluyen el uso de la prisión preventiva como pena anticipada. Habrá que ver en cada caso qué pasa con los imputados.
Más o menos nerviosos según a quién se consulte, Macri y su círculo de incondicionales están ahora a merced de las decisiones de Villena. Pueden rezar para que los tribunales de Retiro demuestren que su poder residual todavía es mucho. Esperan que el fiscal Guillermo Marijuan le arrebate el expediente o para que Darío Richarte, aquel sushi de la SIDE que ahora reporta a Daniel Angelici, confirme su ascendencia sobre el camarista Mariano Llorens y le pida un aporte más para evitar problemas en la familia amarilla. Llorens consideró que la causa que lleva adelante Villena y la del atentado al exfuncionario radical José Luis Vila eran escindibles, pero el implacable arqueólogo de la Patagonia quiere ir al hueso de la impunidad y quedarse con todo. Los afectados por el avance en Lomas también pueden abonar sus esperanzas de que el presidente de la Sala I de la Cámara Federal de La Plata, Roberto Lemos Arias, acepte alguna de las recusaciones que recibió Villena por parte de los acusados. Pero lo cierto es que todos los caminos conducen a Mauricio.
LA POLICÍA DE MACRI. Jorge “El Fino” Palacios no pudo ser testigo del rol estelar que tiene hoy la Policía porteña que formó en los años de Macri como jefe de Gobierno. Los testimonios de los espías que pasan por la Bicameral del Congreso en busca de salvar su pellejo aportan nuevos elementos y no dejan lugar a dudas: Gustavo Arribas, Silvia Majdalani y su cuñado Dario Biorci convirtieron a la AFI en una “empresa” liderada por policías, que desplazó a los civiles del espionaje criollo, afianzó el rol represivo de La Casa e hizo volar por los aires cualquier secreto. No lo hubieran podido lograr sin los servicios de Jorge Horacio “El Turco” Saez y Alan Ruiz, los dos policías de la Ciudad que comandaron -a partir de 2018- el proceso en el cual la SIDE amarilla se lanzó a una persecución descontrolada, como si el poder fuera eterno y el endeudamiento de Macri no fuera una bomba de tiempo.
Los testimonios de los espías que pasan por la Bicameral del Congreso en busca de salvar su pellejo aportan nuevos elementos y no dejan lugar a dudas: Gustavo Arribas, Silvia Majdalani y su cuñado Dario Biorci convirtieron a la AFI en una “empresa” criminal.
Narcos, espías y miembros del servicio penitenciario dejaron pruebas por todos lados de su accionar criminal. Casi como si hubieran querido que su obra trasciendiera. El caso más resonante fue el explosivo que colocó Sergio “Verdura” Rodríguez en el domicilio de Vila, un profesional de inteligencia que reportaba a Enrique Nosiglia, se enfrentó feo con Majdalani y aparece hoy refugiado en el segundo plano, sin haberse presentado como querellante en la causa de Lomas.
Ahora Villena tendrá la oportunidad de desmentir las acusaciones que lo sindican como un juez que reportaba a Majdalani. Si lo hacía para sobrevivir o de manera orgánica, quedará claro en poco tiempo, con una causa que avanza a gran velocidad.
Dueño de una nacionalidad brasileña que lo salva de la extradición, el broker Arribas también está en la lista de espera. Involucrado en la causa Odebrecht, el ex Señor Cinco no solo estaba en la cima de una estructura que espiaba a quienes lo investigan, como el periodista Hugo Alconada Mon, sino que tenía al exesposo de Analía Maiorana, Martin Terra, en tareas de seguimiento que incluían a Santilli.
En el séquito de Arribas, se destacaba el RRPP Hernán Nisenbaum, a quien le atribuyen dos méritos indudables: la distinción de jugar al paddle en Los Abrojos con Macri y la llegada a las espadas mediáticas que traducían al circuito legal las escuchas ilegales.
Según lo que trascendió de los testimonios de los espías en la Bicameral, Majdalani les dijo a los espías que le había costado “muchísimo” lograr que Patricia Bullrich le entregara a Ruiz para la AFI y que no pensaba desplazarlo mientras estuviera en funciones, pese a los cortocircuitos que tuvo con alguno de sus socios. ¿A quién le servía espiar a los políticos del peronismo y el PRO?
LOS SOLDADOS DE MAURICIO. Así como Macri y su coro de defensores salieron a rescate del secretario Nieto, dejaron a la deriva a Martinengo, en lo que, según piensan algunos especialistas, puede convertirse en un bumerán para el expresidente si la exfuncionaria se arrepiente en el camino a la cárcel. Sin embargo, quienes conocen a Villena afirman que el juez no aceptará fácilmente la conversión de los imputados en arrepentidos y no seguirá los pasos del dúo Bonadio-Stornelli en la causa Cuadernos. “Tienen que aportar algo mucho mayor si quieren cambiar de situación”, dicen. Si lo hacen, sólo pueden complicar a Macri.
La información que “Daro” Nieto intentó borrar conduce al corazón del espionaje que lleva al egresado del Cardenal Newman. Sus teléfonos, su notebook y la documentación que estaba en su poder serán peritados y le servirán al juez para cruzar nuevos datos. También, las conversaciones que tuvo a último momento, dentro del auto, cuando se resistía al allanamiento. Aunque Rodríguez Larreta aceptó firmar el documento que, según publicó Clarín, impulsaron Patricia Bullrich y Fernando De Andreis en defensa de Macri, Santilli muestra que la tensión en el PRO persiste. El vicejefe de Gobierno porteño estaba en Lomas el día en que allanaron al secretario de Macri: no se asustó ante el operativo que el macrismo consideraba intimidante sino ante lo que le mostraban en el juzgado. Actuó en consecuencia y decidió presentarse como querellante.
Como reveló Letra P, entre los altos espiados del macrismo dicen que el espionaje de Arribas-Majdalani delataba movimientos berretas a lo “Tiburón, Delfín y Mojarrita”, pero no dudan de que Macri estaba detrás de todo, por esa obsesión antigua de saber de qué hablaban los suyos, mamada en la familia empresaria. Justamente, De Andreis es uno de los que, según dicen en el macrismo, también está preocupado porque la causa pueda rozarlo.