-Insumió muchísimos más recursos en términos de conflictos colectivos. Hubo que atender un montón de situaciones. Aunque el escensario económico no era el mejor, había cierta expectativa en los primeros meses de gobierno. La pandemia forzó conflictos que no estaban en agenda. Nos obligó a especializarnos en seguridad e higiene en el marco del Covid. Implementamos un protocolo obligatorio, capacitamos a nuestros inspectores sobre qué teníamos que mirar. Nos vimos solucionando conflictos, como determinar si una actividad era esencial o no.
-¿Cuánto creció la desocupación con la pandemia?
-En la provincia, casi el 40% se desenvuelve en el ámbito informal y, en muchos casos, su ingreso pasa a ser cero. Esa persona no es que pierde el trabajo… el desocupado es una figura extraña hoy por hoy… para ser desocupado tenés que estar buscando trabajando, pero ¿quién está buscando trabajo? Hoy no salís a buscar trabajo porque no hay, estamos en una pandemia. Lo que aumentó es la inactividad. Hay un montón de gente que no perdió el trabajo, pero tiene ingreso cero y eso es una dificultad.
“En los últimos cuatro años se destrozó por completo la caja del IPS. Pasó de un superávit y un ahorro que estaba invertido en Letras provinciales a tener un déficit muy grande.”
-¿Qué diagnóstico hace sobre los comercios e industrias?
-Hay un montón de pequeñas empresas que van a tener serias dificultades para salir. Los del sector espectáculo, gastronomía, turismo... Hay que evitar es el cierre de esos emprendimientos. El gobierno nacional y el provincial están trabajando es eso.
-¿Cómo dimensiona esa recesión?
-Hoy estamos contenidos: el ATP es una inversión nunca vista y el IFE es algo que supera cualquier programa que ha tenido el continente en materia de asistencia social. Pero eso no quita que esta sea la peor recesión que vivió Argentina, con caídas que superan las de algunos meses de 2002. La diferencia con aquella crisis es que esta vez se debe a un factor externo. Deberíamos recuperarnos más rápidamente. Además, no veníamos del mejor de los mundos.
-¿En qué instancia están los casos de Dánica, Cresta Roja y Penta?
-Impusimos un Estado presente. Hoy los despidos están prohibidos. Los salarios se tienen que pagar en tiempo y forma. Ante una dificultad, se debe institucionalizar un ámbito de diálogo y llegar a un acuerdo. No es “yo hago lo que me parece”. Ese ámbito de diálogo se impuso. Había quedado vaciado; se había puesto en juego en la relación de fuerzas entre el sector empresarial y el sector trabajador. Estamos solucionando conflictos.
-¿Van a reabrir la paritaria, como reclaman los gremios estatales?
-Tenemos situaciones variopintas. Con los estatales tuvimos un encuentro en el que no pudimos llegar a un acuerdo. Como la situación apremiaba, el gobernador decidió otorgar lo mismo que había otorgado la Nación, un aumento de cuatro mil pesos. Es un aumento de entre 10 y 11 puntos. Con los docentes acordamos paritarias por semestre. Tenemos pendiente una revisión salarial con los docentes; efectivamente, va a dar que el acuerdo logró alcanzar y superar a la inflación. Nos queda pendiente revisar eso. Con el sector médico y de salud recibieron los bonos e hicimos unos aumentos adicionales por este momento. Un trabajo que es importantísimo y había algunas disparidades. Hasta ahí llegamos. El futuro es complejo, el sector privado está discutiendo salarios a la baja. La prioridad es cumplir con los compromisos establecidos. Estamos articulando para concretar una reunión con los gremios de la ley 10.430 (empelados de la administración pública) para discutir cuál es la situación actual y hacia adónde ir.
“En algunos años vamos a tener un movimiento sindical y un ministerio de Trabajo con más mujeres en la toma de decisiones, y también en las empresas, que es otro ámbito donde es muy difícil.”
-¿Qué va a pasar con los monotributistas de la Provincia?
-A fin de año renovamos un montón de contratos por tres meses. En marzo volvimos a renovar casi 3.500. No nos resulta cómodo tener contrataciones monotributo. No es una buena modalidad para la administración pública y, en la medida de lo posible, hay que ir habilitando a esa gente para que se incorpore, y mantener el monotributo para quien realmente da una verdadera locación de servicio. La idea es que no haya más contrato monotributo, que sea una situación excepcional y que las nuevas incorporaciones se den el marco de la 10.430 o de las otras leyes de contratación.
¿Una mayor incorporación formal fortalece el IPS?
-Totalmente. Una de las mayores preocupaciones que tiene el titular del IPS, Eduardo Santin, es que en los últimos cuatro años se destrozó por completo la caja del IPS. Pasó de un superávit y un ahorro que estaba invertido en Letras provinciales a tener y un déficit muy grande: 20.000 millones de pesos el año pasado y este año podría duplicarse. Estamos muy preocupados. Por un lado no se contrató más gente bajo relación de dependencia, con lo cual no tributan en el IPS sino en ANSES, y se replicó hacia los municipios. Eso es muy grave.
¿Habrá una armonización del IPS con ANSES?
-Sería una salida fácil para las finanzas provinciales, pero implicaría tocar ciertos derechos que hoy tiene el empleado público provincial. Hay que solucionar el déficit. Nos debería preocupar a todos y a todas, porque yo podría decir “no hay que hacer nada”, dejarlo así, subsidiarlo un o dos años, pero llega un momento en que eso va a estallar y va a ser peor. No estamos pensando en una armonización, pero hay que encarar un camino de saneamiento del IPS.
-Hay críticas al pago en cuotas del aguinaldo a los empleados que más ganan…
-El gobernador garantizó que los salarios se paguen en tiempo y forma para todas las modalidades, pero la situación es muy compleja. Eso nos llevó a tener que tomar una decisión muy difícil en cuanto al pago el aguinaldo. Lo que está buscando el gobierno provincial es garantizar los pagos de los salarios más bajos de la administración pública, donde uno no podría permitir ningún tipo de recorte.
-¿Qué opina del cobrarle un impuesto a los bancos o las grandes fortunas para afrontar la pandemia?
-Es positivo ir buscando nuevas fuentes de financiamiento. Me parece que lo más justo es ir hacia aquellos que han podido seguir funcionando, aquellos que tienen un patrimonio que le ha permitido transitar esta pandemia de una manera más holgada. Hay que ver si se puede sancionar: en el Senado no tenemos mayoría. Hay que ver cómo se puede implementar y cuánto puede recaudarse. Las necesidades son tan grandes que está muy bien avanzar en estos impuestos, pero tampoco tenemos que tener la ilusión de que con eso se soluciona todo. Debemos apelar a eso para cubrir parte de nuestro bache.
-¿Cuáles son las necesidades de la provincia?
-Tiene una dificultad estructural: recauda más de lo que recibe, una relación de coparticipación que no la beneficia. La distancia entre sus necesidades y lo que recibe es muy grande. La provincia es una de las de menor empleo público por habitante, no es un Estado gigante. A mí me falta gente todo el tiempo en el ministerio. No me sobra ningún empleado. Las decisiones que tomaron impositivamente en los últimos cuatro años no fueron positivas. La gestión anterior logró sentar a todos los gobernadores a rediscutir los recursos de la provincia y lo que logró fue bastante poco.Tocó la recaudación propia y generó una deuda externa y social enorme.
-¿Cómo fue su primer acercamiento con las cúpulas gremiales de histórica tradición masculina?
-La recepción fue bastante buena. A veces es difícil perforar ciertos prejuicios en un ámbito tan masculinizado. Soy mujer, joven y, además, soy economista, algo que también es novedoso en el ministerio. Tampoco vengo de una formación particularmente sindical, pero el movimiento obrero se siente en la obligación de tomar las demandas sociales. De a poco, el movimiento feminista va avanzando con sus demandas y entiende que, de mínima, tiene que ir activando para hacer sus propios procesos. En ese sentido creo que si me tocaba asumir hace cuatro años hubiera sido ería una historia muy distinta.
-¿Cree que efectivamente hay un cambio en esta situación?
-Hay mucha mayor conciencia de la dificultad que tenemos las mujeres para llegar a lugares de poder, del propio prejuicio que tenemos sobre qué sucede cuando una mujer llega a un espacio de poder. Eso me facilitó el diálogo, no obstante las tensiones se siguen sintiendo.
-Sin embargo falta abrir un poco el juego.
-Nos queda para rato y la verdad es que las presencias femeninas en las cúpulas sindicales siguen siendo muy bajas. Pero es algo que también hay que trabajar de base. Nos va a llevar varios años. La renovación también es una agenda que se tiene que dar en el ámbito sindical, pero como una renovación sana. Es un lugar complejo. Creo que en algunos años vamos a tener un movimiento sindical y un ministerio de trabajo con más mujeres en la toma de decisiones y también en las empresas, que es otro ámbito donde es muy difícil.
-¿Está pensando en la modificación de licencia por paternidad que, por ejemplo para estatales, es de tres días?
-Una de las mesas técnicas paritaria tenía que ver con las licencias parentales. Es algo que el Estado está trabajando para pensar modificaciones. No hay excusas para no atender la enorme desigualdad que tenemos en licencias entre géneros. Son necesarios los cambios en ese sentido.