PLANO CORTO | MARIO NEGRI

La parábola de un radical atrapado en la telaraña del internismo

Es jefe de un grupo de diputados que pasó de ser oficialismo a ser una oposición cruzada por pujas de poder. Lo bancan Larreta y Carrió y habla con Fernández, pero lo apuntan desde su propio partido.

Las disputas que tuvo la Cámara de Diputados para salir de la cuarentena y volver a sesionar dejaron un nuevo escenario interno entre oficialistas y opositores. Desde el inicio del aislamiento social obligatorio cada bloque tuvo sus reacomodamientos. Algunos fueron silenciosos, otros más notorios. En Juntos por el Cambio, la conducción del interbloque que reúne al PRO, la UCR y la Coalición Cívica (CC), sigue en manos del radical Mario Negri. Hasta diciembre pasado fue el principal interlocutor del presidente Mauricio Macri dentro de la Cámara baja. Pero la intensidad de la pandemia y el cambio de color político en la Casa Rosada transformó ese lapso en mucho más que ciento cincuenta días. 

 

Ahora, calzado en el nuevo traje opositor, mantiene las riendas de la alianza con el oficio de un diputado que transita su quinto mandato y conoce en detalle los entresijos de funcionamiento del cuerpo. Ya no cuenta con el respaldo de la Casa Rosada, ni tiene el aval de la lapicera presidencial para ordenar la tropa cambiemita, pero la experiencia en los manejos internos de la Cámara y la velocidad de reflejos le han permitido afianzar su liderazgo por encima de sus aliados, como el macrista Cristian Ritondo o el lilito Maximiliano Ferraro

 

Sin Macri como principal destinatario de su obediencia, Negri no deja de hablar con el expresidente, pero le otorga el lugar secundario que el líder del PRO eligió en esta etapa. Mantiene inalterable su vínculo de amistad con la fundadora de la CC, Elisa Carrió. Nunca perdió la confianza del alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta y es uno de los pocos radicales que recibe consultas asiduas de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. Del otro lado de la grieta también goza de una interlocución que desata inquinas entre sus correligionarios y socios: el presidente Alberto Fernández ya lo llamó dos veces desde el comienzo de la pandemia para coordinar una reunión con la alianza opositora y en la Cámara tiene una mejor relación con el titular del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, que con el presidente del cuerpo, Sergio Massa

 

En los últimos tres años la relación entre ambos fue estrecha. Durante la presidencia de Macri, Negri tuvo que lidiar en minoría con un bloque opositor que le marcó la cancha todo el tiempo. Durante esas tensiones, que desnudaron la debilidad estructural de Cambiemos en el poder, el cordobés tuvo un teléfono rojo con Massa para afrontar las peores tempestades y canalizarlas en el ajustado brete de la negociación. Hace cinco meses que ese diálogo sufre la corrosión de la nueva etapa: Negri es jefe de un interbloque que reúne 116 voluntades y el líder del Frente Renovador preside el cuerpo desde el lugar que Emilio Monzó ocupó entre 2015 y 2019. 

 

El diputado cordobés sabe que del otro lado del mostrador hay una coalición tan compleja como la suya. Pero así como se lo espetó a Monzó, hace cuatro años, también le advirtió a Massa el cumplimiento de dos reglas tácitas, que ordenan la convivencia dentro de la Cámara: el que conduce le pone el tono al debate y el problema no es estar de acuerdo, sino poner reglas claras de juego en vista de los tres años y medio que todavía tienen por delante. 

 

Los mecanismos para salir de la cuarentena aumentaron esas diferencias durante los últimos cincuenta días y tuvieron un máximo pico de tensión la semana pasada, cuando Massa recibió el apoyo de un grupo de diputados macristas y radicales para sesionar en forma virtual o presencial sin la necesidad de reformar el reglamento y valiéndose de una resolución de la presidencia de la Cámara. 

 

 

 

La movida empoderó provisoriamente a Massa, pero desató una tormenta en Cambiemos por partida doble. En el PRO, desautorizó a Cristian Ritondo como jefe del bloque, porque una docena de diputados amarillos, comandados por el ex viceministro del Interior Sebastián García De Luca lo puentearon y acordaron el pedido de sesión especial con los diputados del lavagnismo. En la UCR la movida impactó en el liderazgo de Negri, porque contó con la firma de los diputados radicales Emiliano Yacobitti Carla Carrizo, quienes juegan para el senador Martín Lousteau. Un día después retrocedieron en parte de sus pasos y sumaron una aclaración, porque ya no estaban de acuerdo con sesionar de cualquier modo. Entre una posición y la otra, distintas fuentes del bloque radical hablan de gritos cruzados, retos y hasta acusaciones de traición a los diputados que se cortaron solos. 

 

Fue la primera escena de una novela que continuó al día siguiente. Apenas fue sofocada la rebelión interna, los jefes cambiemitas resolvieron reunir en forma urgente a todos sus diputados ante el temor de que Massa decidiera aplicar las sesiones virtuales mediante una resolución de la presidencia. Cuando los legisladores comenzaron su "larga marcha" hacia Buenos Aires se incrementaron los chispazos internos, porque con la demostración de fuerza en pleno desarrollo, Negri retomó el diálogo con Massa y acordaron sesionar en forma mixta, es decir, con los jefes de bloque presentes y sus integrantes en forma remota. 

 

La negociación se concretó cuando algunos todavía estaban viajando y despertó sospechas y acusaciones. Algunos señalaron a Negri por hacerlos viajar cuando ya había pactado con Massa y Lousteau buscó vengar a sus diputados díscolos que habían sido disciplinados. “Es un circo que lo único que hace es bastardear la historia argentina, porque cuando exageramos algunas cosas que son muy sensibles, las bastardeamos”, disparó el ex embajador en Washington sin nombrar a Negri, pero culpándolo del despliegue. 

 

 

 

Las palabras del exministro de economía y actual senador por el radicalismo buscaron echar sal en las heridas internas del partido que todavía no cierran desde el 19 de marzo, cuando Fernández recibió a los jefes parlamentarios y Negri lo definió como "el comandante de esta batalla". La ofrenda discursiva cosechó broncas en las tres fuerzas políticas y especialmente en la jefa del PRO, Patricia Bullrich, que fue incluída en un pedido de audiencia virtual con el Presidente que posiblemente nunca se concretará, porque el líder del Frente de Todos prefiere hablar con el experimentado diputado mediterráneo y eludir a los demás caciques opositores.

 

En la actualidad, Negri continúa como jefe del bloque partidario con el respaldo del gobernador jujeño Gerardo Morales, un espaldarazo que le permitió imponerse en la disputa por ese cargo al exgobernador y actual diputado por Mendoza, Alfredo Cornejo, que continúa como titular del Comité Nacional del partido. 

 

Cerca del cordobés le bajan el tono a las acusaciones de Lousteau. "Meó afuera del tarro, porque vinieron 40 de nuestros 47 diputados", confió a Letra P una fuente que fue testigo de esas tensiones. En la conducción del bloque radical se despegan del título "Caravana por la República" que circuló en las redes y explican que la tensión con el oficialismo se destrabó cuando Negri recibió un llamado de Massa mientras viajaba a Buenos Aires: lo invitó a tomar un café apenas llegara a Buenos Aires. Cuando se encontraron frente a frente, acordaron que las sesiones mixtas serán acotadas en el tiempo y terminaron de pulir detalles.

 

Ahora que guardaron las armas, Negri y Massa admiten que oficialistas y opositores coinciden en la necesidad de volver a sesionar lo más pronto posible. Sus colaboradores ahora minimizan las diferencias que hasta la semana pasada preanunciaban tempestades palaciegas. El duelo de tahúres continuará, con los equilibrios inestables que impone la pandemia, pero con el recinto en funcionamiento y las mismas desconfianzas de siempre. Cosas propias de la política, dicen cerca de Negri.

 

Emilio Monzó y Margarita Stolbizer.
Gildo Insfrán, gobernador de Formosa.

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