CRISIS POR CORONAVIRUS

Cuarentena sin aislamiento político

Al mando de un país con crisis económica terminal, a la que se sumó una tragedia global sin precedentes, Fernández abrió el juego a la oposición para robustecerse en el inicio de una gestión caliente.

Tres meses después de asumir el mando de un país sumergido en una grieta que parecía insalvable, en una batalla tan sorpresiva como impensada, Alberto Fernández logró encolumnar a toda la dirigencia política argentina detrás de una de las decisiones más trascendentales que un gobierno haya tenido que tomar en la historia. A fuerza de diálogo abierto, convocatorias permanentes y llamados cruzados, el Presidente consiguió blindar con apoyo absoluto el decreto que define el aislamiento social obligatorio para enfrentar al coronavirus.

 

La dirigencia política lo puso al mando, con una referencia que graficó el presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, el radical Mario Negri. Fue una decisión consciente. Los jefes de todos las bancadas habían hablado sobe la necesidad de empoderar a Fernández en plena crisis el martes 17, durante la reunión que mantuvieron con el ministro de Salud, Ginés González García, en la Cámara baja. En ese encuentro se habló sobre la necesidad de que la clase política tuviera "unidad de acción" frente a la pandemia.

 

Para entonces, otro ministro del Gobierno Eduardo "Wado" de Pedro, ya se había contactado con dirigentes opositores para transmitirles la voluntad del Presidente de convocarlos a la Rosada. El trabajo previo  lo habían hecho antes en Diputados Sergio Massa y Máximo Kirchner, interlocutores permanentes del oficialismo con la oposición. El broche fue la definición de Negri sobre Fernández como "comandante" de la batalla, elegido por el voto popular hace apenas cinco meses.  

 

 

 

Fue un gesto de Fernández el que comenzó a acercar, el domingo, la distancia que todavía había con la oposición, que hace diez días todavía estaba en plena batalla con el oficialismo por temas que ahora quedaron en el olvido, como el proyecto de intervención del Poder Judicial de Jujuy. Consciente de la gravedad de la crisis, Fernández tiró el puente definitivo cuando el domingo 15 sentó a su lado en la conferencia de prensa de Olivos al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y al gobernador Axel Kicillof.

 

La relación entre los tres se aceitó aún más y la oposición percibió que los contactos, hasta el momento más subterráneos entre equipos de gestión, se solidificaban en una foto que bajó a la sociedad la imagen justa de unidad política frente al virus. "Fue Alberto puro. Toda idea suya", explican cerca del Presidente, que desde que asumió hizo varios veces, con poco éxito, el llamado a cerrar la grieta.

 

En el crecimiento de la pandemia, Fernández hizo gala de su estilo. Contra todas las sugerencias, empezó a hablar de manera casi diaria en medios, respondió de manera personal a turistas argentinos varados en el mundo, dejó mensajes en una radio como un oyente más, invitando a la reflexión, fue y volvió manejando su propio auto desde Olivos hasta la Rosada para controlar si la sociedad comprendía que había que resguardarse y les "quemó los papeles" de la comunicación a los expertos de la Rosada. Terminó siendo un acierto. "El Presidente está al frente y está claro. Consolida su liderazgo", sintetizó un ministro provincial. La información se abrió en todos los niveles de gobierno. Los ministros nacionales coordinaron con sus pares provinciales, sin distinción de credos. Los comités federales se desperezaron. Ayudó, explicó un dirigente de la oposición, la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner - de viaje en Cuba- un elemento disruptivo en las relaciones.

 

 

 

Los gobernadores, que habían dado rienda suelta a las decisiones unilaterales en sus provincias, algo molestos por las convocatorias constantes a Larreta y Kicillof. El Gobierno había puesto primero el foco en su mayor preocupación, el área metropolitana de Buenos Aires.  En la Casa Rosada reinaba el fastidio ante el cierre de fronteras locales o la interrupción de clases decretado por cada mandatario según su propio criterio. Este jueves, en Olivos, fueron llamados al orden. El Presidente los convocó a unificar criterios y a tener una única estrategia para combatir al virus. A Larreta, volvió a ubicarlo en un lugar privilegiado, en la cabecera, junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Durante al anuncio, también sumó al radical Gerardo Morales.

 

Al final, se aseguró el apoyo para tomar la decisión más trascendental que nunca hubiera imaginado. Como antes los jefes parlamentarios de la oposición, los gobernadores también se sumaron a las mismas filas en la batalla. Peronistas, macristas, cristinistas, albertistas y radicales, todos en el mismo barco.  

 

 

 

Gonzalo Mórtola, exasesor de Mauricio Macri
Massa Kicillof Kirchner

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