"Nosotros por ahora hemos decidido no ingresar más gente. Por lo tanto, le he instruido al canciller para que ayude con recursos a los que están en el exterior hasta que podamos ordenar este tema. En lo inmediato, salvo algún caso excepcional que lo justifique, van a tener que quedar esperando el momento del regreso. Los iremos a socorrer cuando el riesgo argentino sea manejable”. Alberto Fernández sorprendió el miércoles último en la charla con Telefé cuando anunció que se terminaba el operativo del gobierno nacional para repatriar a los argentinos que están en el exterior. Fue un giro de 180 grados, después de casi dos semanas en las que Aerolíneas Argentinas trajo al país a unos 27.000 turistas que habían sido sorprendidos en el extranjero por la pandemia y el cierre de fronteras. Publicada la decisión en el Boletín Oficial, la excepción principal es la de los mayores de 65 años y la de seis vuelos que ya estaban previstos.
Fernández no abundó en los motivos, pero existen y no están desligados del ritmo acelerado de la pandemia. Según dijeron a Letra P fuentes cercanas al Presidente, la política de repatriación que llenaba de orgullo al personal de la empresa estaba generando un resultado contraproducente. Así como el COVID-19 arribó a la Argentina a través de los aviones, el aumento de casos que siguió registrándose desde que se restringieron los ingresos al país se explica mayormente por el retorno de compatriotas que vuelven contagiados, sabiéndolo o no.
LA CONTRADICCIÓN. Un funcionario de su estrecha confianza admitió a este portal que a Fernández “le dolió mucho” tomar la decisión de frenar el operativo rescate. “Su primer impulso fue repatriar. Él quería que todos volvieran a sus casas”, afirmó. Sin embargo, el gesto del gobierno argentino -considerado una excepción a nivel mundial- se revelaba como una política contradictoria con el aislamiento extremo porque, de acuerdo a la información oficial, la mayor parte de los casos de infectados que se conocen a diario se explican por el arribo de los que vuelven desde exterior. Alguien, tal vez desde el Ministerio de Salud o el Comité de Científicos, le hizo ver al Presidente que se estaba equivocando.
“Su primer impulso fue repatriar. Él quería que todos volvieran a sus casas”, contó a Letra P un allegado cercano al Presidente. Pero alguien, desde el Ministerio de Salud o el Comité de Científicos, le hizo ver que se estaba equivocando.
En la residencia de Olivos y en la Casa Rosada, coinciden: igual que los primeros, la mayoría de los nuevos positivos bajaron de los aviones. Había muchos que estaban incubando el COVID-19 y eran pacientes asintomáticos. Pero también había otros que decidían ocultar los síntomas del virus con medicación o se dedicaban a violar la cuarentena, como en el caso del surfer al que Fernández describió ya dos veces en televisión como un tonto. “Era un colador de infectados”, afirma un funcionario que está en contacto permanente con el Presidente.
Aunque no se diga por ahora públicamente, el razonamiento oficial puede ser objetado pero es claro: si el objetivo es reducir la velocidad de contagio, más importante aún que garantizar el encierro de los millones que están sanos es impedir que sigan regresando al país argentinos que están enfermos.
Fuentes de Cancillería confirmaron a Letra P que el motivo de la suspensión del operativo repatriar es el aumento reciente de los casos entre los que retornan. La trazabilidad y el seguimiento de los retornados confirma que se repiten los casos de los que, a los pocos días de volver, tienen que ser internados. Todavía hoy, dicen en Casa Rosada, el 80 por ciento de los infectados registrados en el país se reparte entre argentinos que viajaron al exterior o tuvieron estrecho vínculo con personas que se contagiaron afuera.
CASOS TESTIGO. Como ocurre en todos los planos, la pandemia exhibe comportamientos de los más disímiles, desde los más solidarios hasta los más irresponsables. Esos últimos son los que registran en la residencia de Olivos y explican la nueva política de fronteras.
Hay situaciones que trascendieron como noticia en los últimos días, pero muchas otras que sólo las autoridades conocen y explican la decisión repentina de Fernández. El martes último, murió en una clínica de Mar del Plata, después de 14 días internado, José "Jacho" Bensadon, un hombre de 71 años que había viajado a Valencia para conocer a su nieta. Se había contagiado en España y le habían diagnosticado una gripe en Madrid. El miércoles, de madrugada, un argentino de 78 años se descompensó en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que provenía de la capital española en un chárter de repatriados. Tenía fiebre y tos y sus graves problemas para respirar obligaron a dos médicos que coincidieron con él en el viaje a luchar para salvarle la vida. Según le dijeron a Infobae fuentes oficiales, el hombre terminó admitiendo que arrastraba síntomas compatibles con coronavirus hacía una semana, pero había tomado varias pastillas de paracetamol para burlar los controles y subirse al avión.
Se suma al ejemplo de Eric Toledo, el joven de 24 años que regresó de Estados Unidos, pasó por su casa en Palermo y se fue a un cumpleaños de 15 en Moreno sin cumplir con el aislamiento preventivo obligatorio: denunciado penalmente por la Municipalidad de Moreno, podría tener arresto domiciliario por haber contagiado de coronavirus a, al menos, 11 personas. Fuentes del Gobierno relataron a Letra P un caso más de una mujer que estaba enferma y tuvo que ser retenida en el preembarque en un vuelo que volvía de Panamá.
SINTONÍA FINA. Desde el 13 de marzo hasta el miércoles, sólo Aerolíneas Argentinas trajo de regreso al país unos 27.000 argentinos en diferentes modalidades. Por un lado, en los 35 aviones especiales que se ordenaron y por el otro, en vuelos regulares que siguieron operando. Según la información que difundió la empresa estatal, se permitía la reprogramación, sin el cobro de la multa o la devolución del 100% del dinero, para quienes no podían salir de ninguno de esos países. Además, los turistas que querían volver tenían la opción de hacerlo en los vuelos que no fueron cancelados sin pagar la penalidad ni la diferencia de precio entre pasajes. Las cifras que difunde Latam aseguran que otros 10.800 argentinos o residentes en el país regresaron en 62 vuelos de la compañía.
Según los cálculos de la Cancillería, quedan por lo menos 10.000 argentinos que esperan volver y deberán esperar entre dos y cuatro semanas como mínimo.
Ahora, junto con la prolongación de la cuarentena que se anunciará en las próximas horas, Fernández decidió alinear sus políticas e impedir que se propague el aumento de los casos a partir de los argentinos que al país.
Según los cálculos de la Cancillería, quedan por lo menos 10.000 argentinos que esperan volver y deberán esperar entre dos y cuatro semanas como mínimo.
Conocido el decreto 313/2020 de cierre total de fronteras, el canciller Felipe Solá trabajar para dar a conocer la ayuda para los que no podrán volver. Según pudo saber Letra P, se intenta que los bancos amplíen los cupos de las tarjetas de crédito de los varados en el exterior, que el Banco Nación les otorgue créditos flexibles y que los gobiernos de los países en los que se encuentran les gestionen alojamiento público.