La plataforma no puede ser mejor. Las cámaras de los principales canales abiertos del país enfocándolo todos estos días. Los informativos lo tienen a mano para cualquier flash. Quien habla con voz firme y sin titubear es Luis Miguel Etchevehere. El exministro de Agroindustria nacionalizó un conflicto familiar con un objetivo en su comarca: cumplir el sueño de ser candidato a gobernador de Entre Ríos en 2023.
Despreocupado de que se ventilen las innumerables causas judiciales que se tramitan en estrados de Buenos Aires y su provincia, en las que se imputan delitos graves, el exfuncionario sabe que juega con buena parte de la prensa nacional a favor. Reenvía a todos los periodistas locales sus tuits en los que reproduce las notas que lo muestran denunciando la usurpación de uno de sus campos, a un quilómetro de la ciudad de Santa Elena, departamento La Paz, en el norte de la provincia.
Hace una semana, su hermana Dolores ingresó al casco de la estancia “Casa Nueva” con un grupo de productores que impulsan la agroecología. La ocupación de esas tierras tiene como destino desarrollar lo que se dio en llamar Proyecto Artigas, cuya cara visible es Juan Grabois. El dirigente social y abogado patrocina a Dolores en el litigio por la herencia de su padre. Los tres hermanos y la madre están en la vereda de enfrente, pero el que habla es Luis Miguel.
Etchevehere movilizó el fin de semana a un número importante de productores de la zona, a quienes les habló en varias oportunidades con un megáfono subido a su camioneta. Con la bandera de “la defensa de la propiedad privada” se ganó aplausos de un sector que en Entre Ríos fue el motor de la campaña “se da vuelta”, con la que Mauricio Macri intentó revertir los resultados de agosto que lo dejaron lejos de los guarismos que obtuvo Alberto Fernández. Ese colectivo derivó en lo que se conoce como Campo Más Ciudad, que tuvo su bautismo en el conflicto por Vicentin.
Bajo el letrero de “Casa Nueva”, el dirigente del PRO responsabilizó todos estos días al Presidente y al gobernador, el peronista Gustavo Bordet, con duras arremetidas. Dijo preferir la cárcel antes que ser doblegado. El conflicto es transmitido minuto a minuto en toda la provincia. El tema ocupa la portada de todos los medios y en Juntos por el Cambio y en el peronismo coinciden en que la campaña está en marcha.
(MALA) IMAGEN. En 2017, su nombre estuvo en la lista de medidos por las encuestas como posible candidato a legislador nacional, pero su escasa imagen positiva se sobrepuso al alto conocimiento que tiene su apellido en la comarca al momento de elegir. Terminó encabezando la lista el radical Atilio Benedetti, de los primeros en solidarizarse con Luis Miguel cuando el caso tomó estado público.
Etchevehere fue el catalizador de todos los conflictos y polémicas que surgieron en el seno de la familia. Era obvio: su lugar de presidente en la Sociedad Rural Argentina primero y como funcionario después lo pusieron automáticamente en la primera línea.
La pelea por el territorio del halcón y la paloma. Etchevehere y Frigerio, rivales en la interna PRO entrerriana.
En una entrevista reciente con un medio entrerriano, dijo que no había que “tenerle miedo a la grieta”. Enrolado en el espacio de los duros del PRO que comandan Macri y Patricia Bullrich a nivel nacional, se diferencia de otro posible candidato por el PRO en Entre Ríos, Rogelio Frigerio.
El exministro del Interior decidió hace unos meses expresar sus ideas en medios locales. En su entorno, incluso en sectores del radicalismo, ya casi nadie niega que jugará en 2023. Solo hay dudas sobre la candidatura a diputado nacional el año que viene. Eso lo decidirá Horacio Rodríguez Larreta, a quien le adjudican tener la última palabra.
Frigerio, asentado durante la pandemia en su campo en Villa Paranacito, en el departamento Islas, se enrola en el ala moderada del PRO. Al contrario de Etchevehere, asegura que “hay que superar la grieta".
HISTORIA POLÍTICA. Luis Lorenzo, bisabuelo de Luis Miguel, se convirtió en gobernador y luego en senador nacional por la UCR cuando sucedió el golpe a Hipólito Yrigoyen. Cuenta la historia que se ilusionó con que los golpistas lo dejaran como presidente de la Nación. Las relaciones con los verdugos del líder radical eran muy buenas, pero no alcanzaron para colmar sus ilusiones.
Su hijo Arturo, abuelo de Luis Miguel, heredó el gusto por la política. Fue convencional constituyente en Entre Ríos en 1933. También heredó su desapego con las ideas originales del radicalismo. Incluso incursionó en otras fuerzas, como Udelpa, acompañando como candidato a vicepresidente a Pedro Eugenio Aramburu.
Luis Miguel es el heredero perfecto de cada uno de sus ancestros. De su bisabuelo y abuelo, la política; de su padre, la tentación por las empresas periodísticas. Recién recibido de abogado, dirigió el diario La Acción de Nogoyá, pero, al poco tiempo, su tío Arturo lo inició en una nueva etapa en su vida laboral. Lo coronó como uno de los operadores inmobiliarios rural y consignatario de hacienda en la firma Etchevehere Rural Sociedad Anónima, de la que es empleado desde que dejó la función pública. En su puesto laboral, fue beneficiado con el ATP, el subsidio nacional que abona la mitad del salario en el marco de la pandemia.