La región sur de la provincia de Buenos Aires no escapa a la crisis económica y su impacto en el sector productivo. Uno de los sectores más afectados es la industria del calzado. Según un informe periodístico, en tres años los puestos de trabajo registraron una caída del 63%.
Los datos no son aislados. Según la Cámara Argentina de Industriales Proveedores de la Industria del Calzado (CAIPIC), el sector está atravesando “su peor momento”. La crisis ya se cobró decenas de fábricas y cerca de 9 mil empleos.
La empresa más importante, Dass de Coronel Suárez, fue la que más personal redujo en los últimos dos años, hasta llegar a un plantel actual de 700 operarios, indica un informe periodístico del diario La Nueva.
La firma brasileña —que ocupa las explantas de Gatic— si bien parece haber superado los momentos de zozobra de 2017, cuando se inició un duro plan de ajuste y retiros voluntarios, pero aún sufre profundos baches productivos. A tal punto, que comunicó hace unos días a sus trabajadores que adelantarán las vacaciones al mes de julio.
“Nos comunicaron que nos iban a dar las vacaciones para el mes de julio, y pedimos seguir dialogando. Trabajo va a haber, pero hay un hueco de 21 días que, hasta el momento, no se puede cubrir y por eso nos pidieron adelantar las vacaciones”, dijo Antonio Godoy, delegado local del Socaya
Los talleres de costura de calzado de Puan nacieron con la finalidad de tercerizar servicios para firmas nacionales. Ubicados en ese distrito, Darregueira, Villa Iris y Felipe Solá, llegaron a tener 80 trabajadores. Actualmente, solo dos quedan abiertos, con 10 operarios que hacen desde bolsos artesanales hasta labores de tapicería.
El secretario de Producción de la comuna, Celso Castillo, dijo que el cierre de los talleres de Puan y de Darregueira se produjo en el curso del último año. “Hemos tenido una disminución de trabajo, hasta que se anuló por completo el pedido de empresas de Buenos Aires para que se haga el calzado en el distrito y, en su momento, muchos que nos daban para trabajar. Les convenía comprar la capellada en el exterior, ya que les salía más económico por la importación”, dijo Castillo.
Asimismo, el funcionario aclaró que los talleres que siguen abiertos no están funcionando en calzado, ya que se han reconvertido y hay dos en actividad.
En el sector textil la situación no es mucho mejor. Marcos Santicchia, presidente del consejo de administración de la cooperativa de trabajo Textiles Pigüé, indicó: “Si nos hemos podido mantener es porque no somos una empresa común. No tenemos paritarias y nos hemos ido ajustando”..
“La situación es difícil, más que el año pasado y que en 2017, porque la demanda, lejos de sostenerse o crecer, bajó enormemente en el último trimestre del año pasado, después de la devaluación y la corrida que hubo”, agregó Santicchia.
“Todo el sector textil está igual y es coincidente el dato que hubo una muy importante disminución en la demanda. Eso se sumó a otros aspectos, como las tasas de interés bancarias que están por encima del 60 % y así no hay actividad que las pueda soportar”, amplió.
Otro dato de la dura realidad es que son unos cien trabajadores que desempeñan su labor diariamente dentro del complejo fabril, cuando en 2015 y 2016 eran de más de 140.
“Estamos todos los días pensando en cómo hacerle frente con otras alternativas y estudiando si podemos incursionar en otro tipo de actividad. Tal como lo hicimos con una línea deportiva propia, hoy analizamos otras cosas. Trabajamos siempre en la búsqueda de hacer alguna alianza, alguna integración, buscarle la vuelta; no nos sirve sólo hacer catarsis y solo reclamar”, dijo Santicchia