ROSARIO (Especial) Un golpe de timón en la agenda del Frente Progresista agitó la jornada electoral en Rosario, que se desarrollaba sin mayores novedades. Sin garantías de victoria en la interna para la intendencia de Rosario, el gobernador Miguel Lifschitz y el candidato a sucederlo Antonio Bonfatti decidieron trasladar el búnker a Santa Fe capital para mostrar una imagen ganadora y poder de fuego a partir de la abrumadora victoria que se espera sobre el corralismo en su propia casa.
En el socialismo entienden que, como la disputa por la interna local entre su candidata, Verónica Irizar, y Pablo Javkin está cabeza a cabeza e incluso se definirá cerca de la medianoche, no habrá tiempo ni escenario para que Lifschitz y Bonfatti festejen con los brazos en alto.
Por eso es preferible, decidieron, mostrar una cara radiante y festejos a través de la esperable victoria de Emilio Jatón en la ciudad de Santa Fe. Los sondeos que manejaron respecto a la intención de voto les arrojaron en la última semana una cifra cercana al 50% a favor del concejal, con una diferencia abismal sobre el candidato de Cambiemos, el radical Albor “Nicky” Cantar.
Esto significaría sacarle la intendencia al radicalismo, que gobierna desde hace 12 años, e incluso tomarse revancha ya que los boina blanca llegaron al poder de la mano del Frente Progresista, pero abandonaron el espacio para irse con Cambiemos en 2016.
A su vez, hacer pie en la casa del corralismo significaría un marco perfecto para enrostrarle el tercer puesto cómodo que obtendría José Corral si se confirmasen los pronósticos. De esta forma, cambiarían el enfoque mediático, porque, además, saben que a Buenos Aires y a la Casa Rosada llegará la imagen de los socialistas sonrientes y victoriosos.