Esperando a Cristina

De aquí al 22 de junio las horas serán días, los días semanas y las semanas meses para el presidente Mauricio Macri y el gobierno de Cambiemos, sometidos como están a los sinsabores de una crisis económica que no da tregua. Esa es la fecha clave para que la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner deje de ser potencia y se convierta en acto. Si ello ocurre el gobierno nacional podrá dejar atrás la incertidumbre y encarar la campaña electoral en el terreno en el que más cómodo se siente: en el de la grieta, para confrontar con el pasado de cara al futuro.

 

El país acaba de sortear otra semana de alta tensión económica y política, originada por la reacción temerosa de los mercados frente a la imposibilidad del Gobierno de mejorar los indicadores económicos  y frenar la caída en los sondeos de opinión que pronostican un escenario cada vez más complicado para la reelección de Macri; al tiempo que proyectan a Cristina, aún sin ser candidata, como una rival en condiciones de dar el batacazo tan temido.

 

La embestida financiera de los últimos días generó momentos de zozobra en el puente de mando de Cambiemos y desnudó la estrategia a la que apela para atravesar el temporal. El presidente, más Marcos Peña y Jaime Durán Barba protagonizaron incursiones mediáticas -siempre al estilo de Cambiemos- para intentar llevar tranquilidad y de paso mostrar las cartas con las que el oficialismo intentará  ganar las elecciones.

 

Mientras el Gobierno padecía el fragote de los mercados, Marcos Peña afirmaba que “hay que aguantar hasta el 22 de junio” en un intento de insuflar ánimo a los ministros del gabinete; en tanto el asesor ecuatoriano, en una entrevista a Bloomberg, sostenía que "en el concurso de los menos malos, claramente ganamos",  para relativizar las encuestas que dan ganadora a CFK en un balotaje.

 

 

 

En el programa de TN “Ya Somos Grandes” el propio Peña admitía que “la semana que dejamos atrás ha sido una de las más complicadas para el gobierno de Mauricio Macri” y “hasta el 22 de junio va a haber una incertidumbre de quienes son los que compitan”.

 

Además precisaba que “independientemente de que haya personas más o menos decepcionadas o más o menos enojadas, la discusión pasa en seguir cambiando o volver al camino del pasado. Para nosotros esta elección se define por convencer e invitar a los argentinos a seguir caminando hacia el futuro”.

 

“Hay votantes de cambiemos decepcionados y en este momento competimos contra la expectativa, pero cuando esos votantes decepcionados entren a un escenario ya no de discutir contra la expectativa  sino contra los rivales creo que se pueden poner en perspectiva muchísimas cosas que se lograron hacer y que parecían imposibles”, resaltaba Peña para exponer qué es lo que piensan que va a pasar dentro de poco menos de dos meses.

 

En otras palabras, desde el Gobierno están diciendo: una vez que Cristina oficialice su candidatura presidencial comenzará la campaña en la que demostraremos que somos menos malos que el kirchnerismo. Está más que claro que la economía, con inflación, pérdida del poder adquisitivo, desempleo y derrumbe de la producción no puede ser bandera del oficialismo en esta campaña, más allá que Macri insista en señalar que por primera vez en 80 años se está haciendo lo que hay que hacer para tomar la senda del crecimiento, como hicieron países vecinos hace ya dos décadas.

 

Como si fuera poco y a pesar de que desde Balcarce 50 se empeñan en aclarar que no tienen ni arte ni parte en las decisiones que toman los jueces de Comodoro Py, el jueves “negro”, se conoció la decisión de Bonadío de ampliar el procesamiento de la ex presidenta, extender su embargo a $80 millones y ratificar su pedido de prisión preventiva en el marco de la causa Cuadernos o Fotocopias, según del lado de la grieta que se la mire. 

 

 

 

Si sobre la Justicia no cayeran tantas sospechas nadie podría argumentar que la nueva mala para Cristina tenga coloratura política, pero resulta que ese poder del Estado justamente está acusado de ser excesivamente permeable a los presiones del Ejecutivo de turno. En fin, ¿mueve la cola y ladra, sería o no perro?

 

Ante este estado de situación Cristina ve como el camino se le allana sin pronunciar palabra y mucho menos confirmar candidatura alguna. Con un mini exilio en Cuba por la salud de su hija y la llegada de “Sinceramente” a las librerías, se da el lujo de no hablar sobre la coyuntura y de dejar asentado a través del texto del libro que Macri es el caos y, por oposición, ella el orden.

 

La confrontación con la líder del kirchnerismo, clave para los estrategas de Cambiemos en su objetivo de polarizar la elección, todavía es una aspiración. Mientras tanto el Gobierno debe lidiar con los temores del círculo rojo, ese que alguna vez apostó a sus encantos y hoy se muestra más que reacio a extender el romance.

 

Contra viento y marea Mauricio Macri y las principales figuras de la coalición gobernante sostienen la reelección del presidente y advierten que no se puede cambiar de caballo en mitad del río. Sin embargo después de estos días pareciera que la costa de enfrente le queda cada vez más lejos y el agua se llenó de pirañas.  Con la incertidumbre de no saber a ciencia cierta si finalmente será o no candidata, seguirán esperando a Cristina hasta el 22/6.

 

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