Justo cuando se cumple un año del inicio de la recesión actual, el Gobierno vuelve a padecer un recrudecimiento furibundo de la crisis, con el Riesgo País arriba de los 1.000 puntos y el dólar coqueteando con los $48. Hace pocos días, el Ejecutivo soltó lastre y anunció una serie de medidas para fomentar el consumo que en sólo 48 horas quedaron borradas por las mini corridas y las operaciones de los empresarios que firmaron el congelamiento de precios, que ya se quejan de que habrá un rebrote inflacionario a raíz del factor dólar.
En una semana, estos factores precipitaron, vía hechos visibles, un síntoma que ya se venía percibiendo en los mercados y el Círculo Rojo: que el presidente Mauricio Macri, personalmente, ya no genera confianza. Lo dicen incluso aquellos que bancan el modelo Cambiemos.
El Presidente ya no genera confianza en los mercados y el Círculo Rojo. Lo dcen hasta los que bancan el modelo.
La mañana del jueves abrió con chats calientes entre CEOs, algunos de los cuales whatsappean directamente con funcionarios. Una constante: “Macri se quedó sin herramientas” para capear la crisis.
El establishment y los mercados tienen un diagnóstico radicalmente distinto al que el Gobierno usa para explicar esta pandemia.
Desde los ministerios más calientes, como Hacienda, especularon que el miércoles negro fue resultado del libro presentado por la ex presidenta Cristina Fernández. Y le sumaron la inestabilidad global de los países emergentes.
El mercado y los CEOs ven, en cambio, que el Banco Central de Guido Sandleris está atado de manos para contener la escalada del tipo de cambio y que le queda solo rezarle al Fondo Monetario para haga más laxa la banda cambiaria.
Los empresarios también explican que, en realidad, el riesgo de que la oposición gane en octubre es responsabilidad entera del Presidente y su gestión.
Tampoco coinciden en la muletilla de que sospechan que Argentina defaulteará su deuda: los directivos de las mesas de dinero, los bancos y las empresas ya se reunieron con todas las fuerzas de la oposición y se llevaron un único mensaje: hasta el kirchnerismo, el massismo y Lavagna están dispuestos a sentarse a renegociar la deuda con Christine Lagarde.
Esperan, sí, que hoy el Gobierno tome alguna medida o comunique públicamente para calmar los ánimos. En paralelo, lanzaron una serie de rumores de cambios en el gabinete como una forma de un último espaldarazo para que Cambiemos llegue a octubre en condiciones. Una especie de último recurso. Rondó el pedido de la cabeza de Sandleris y hasta se especuló con que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, podría dejar el cargo. En el Gobierno lo niegan rotundamente, como es natural que ocurra.
Hay una ola de rumores en la city que incluyen la salida de Sandleris y hasta la de Dujovne. El Gobierno niega todo.
Esta exteriorización de los mercados es el sudor de los especuladores por los desmanejos del oficialismo.
En Wall Street, en tanto, confirman que no es necesario que les cuenten qué le pasa a Argentina o qué hará un supuesto sucesor de Macri, sea Vidal, el propio Macri o la oposición. Hoy, la desconfianza es por el hoy y por el riesgo de que el camino no vire hacia orillas más calmas.
Se especuló con que el ex vice de Kicillof, Emmanuel Álvarez Agis, había dicho en Nueva York que Argentina iba al default. Se habló también de reuniones del ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen, que estaba lejos de Estados Unidos recuperándose de una gripe. Todos trascendidos que ocultan el punto central del conflicto: el Círculo Rojo y el mercado creen que, con Macri al frente, no hay chances de enderezar el rumbo.