Hace más de 50 años que el Movimiento Popular Neuquino (MPN) gobierna Neuquén. El tradicional MPN nace del tronco del peronismo, prohibido entonces, por una de las varias dictaduras militares. Ese nacimiento no era solo una manera de gambetear la proscripción, era también ejecutar “el peronismo sin Perón”.
El domingo van a elecciones directas (sin PASO) para elegir gobernador, inaugurando el calendario electoral. Tres fuerzas políticas disputarán con posibilidades de ganar y confirmar o interrumpir el largo ciclo del MPN. Una fuerza peronista con el sello de Unidad Ciudadana y avalado por Cristina Kirchner, que es representado por el ex intendente Ramón Rioseco. Por la Alianza Cambiemos se presenta el radical Horacio “Pechi” Quiroga y el actual gobernador Omar Gutiérrez que va por su reelección. Las mediciones muestran que tanto Unidad Ciudadana como el MPN lideran las preferencias, desplazando al tercer lugar a Cambiemos.
Más lejos del pelotón de arriba, según las mismas encuestas, se ubica un viejo conocido de los neuquinos el ex gobernador Jorge Sobisch, de triste fama por la orden de represión a los docentes en huelga que se cobró la vida, en abril del 2007, del docente Carlos Fuentealba. El candidato ex MPN compite, ahora, bajo el sello de la Democracia Cristiana.
Entre los temas sobresalientes de la campaña, además de la recesión que también afecta a la provincia, aparece el potencial de la nueva “joya nacional”: Vaca Muerta. Las últimas medidas tomadas por el presidente Mauricio Macri bajando los subsidios a las petroleras afectan la inversión y eso perjudica al territorio.
La significación que adquiere esta elección es múltiple. Al ser la primera, la tentación de proyectarla nacionalmente será inevitable. La figura de CFK está detrás de la escena y su imagen positiva y negativa extenderá sus mieles o sus hieles sobre el candidato. Se supone que la pérdida de prestigio del oficialismo limitará la performance del “Pechi” Quiroga, mientras que el MPN pone a prueba la vigencia de su aparato.
El gobierno nacional quedará expuesto en momentos en que las mediciones grafican con dureza la pérdida de imagen presidencial y de gestión. Oficialismo y oposición nacional, cruzado con lo local, disputarán el primer round de esta larga pelea que va a confirmar una continuidad de la gobernación o asegurará un cambio del signo político.
Es fácil prever que para la Casa Rosada el peor resultado es un triunfo de Rioseco y no lo sería una ratificación del MPN.