El gabinete de Perotti

Rubén Michlig, el custodio administrativo

De perfil técnico y pasado en el gobierno de Obeid, piloteó la transición y será ministro de Gestión Pública. Perfil de un volante de contención sin flashes, en este adelanto de Letra P.

Rubén Michlig llegó a la política grande de Santa Fe por un percance ajeno: el ministro coordinador al que secundaba en el gobierno de Jorge Obeid recordó públicamente el pasado menemista de Carlos Reutemann a una semana de las elecciones de 2005 y terminó eyectado a 24 horas de haber asumido el cargo. Michlig quedó en su lugar y logró un aceptable desempeño durante los últimos años del peronismo en el gobierno, al punto que el gobernador electo Omar Perotti le dio un lugar central en la transición y en el próximo gabinete.

 

Michlig se define como un “laburante de la política” al que no le interesan “los honores ni las charreteras”. Pero, sin quererlo, se alzó con el reconocimiento de ser el único dirigente del PJ y el socialismo que aprobó en la transición santafesina por su capacidad de trabajo y despojo de agresividad verbal.

 

No es el 10 de las gambetas ni el 9 de los goles importantes. Más bien emula un volante de contención imprescindible del equipo pero que no sale en la tapa de los diarios del lunes. El contador de 64 años será el futuro ministro de Gestión Pública, una nueva cartera donde llevará la manija de la administración pública, trámite y el control de gestión.

 

 

 

Sonaba para ser ministro de Gobierno, pero el gobernador electo se inclinó por alguien de mayor cintura y capacidad política para el roce diario como Esteban Borgonovo, quien dio muestras de ello en la dificultosa aprobación del Presupuesto 2020 que tantos inconvenientes trajo al nuevo gobierno. “Omar (Perotti) me pidió que participe del gobierno. Yo le dije ‘en donde a vos te parezca, yo no tengo problemas en trabajar y colaborar”, reveló Michlig hace unas semanas a Letra P.

 

Es uno de los funcionarios recauchutados de los últimos gobiernos peronistas a los que apeló Perotti por su trayectoria para no improvisar. “Me sumo al proyecto porque creo que es serio, con una mirada a la Producción y la Educación muy fuerte”, contó.

 

La primera tarea que tuvo en el proyecto de gobierno fue ser delegado del gobernador electo para timonear el proceso de transición. A la salida del primer encuentro entre los enviados del gobierno saliente y de Perotti, fue él quien encaró a los micrófonos y reveló los pedidos de información solicitados en el día cero.

 

 

 

Fue el encargado de hablar con inquietud del déficit fiscal estimado para el cierre del año y de los problemas que a su entender generaría en el próximo gobierno. Proyectó rojos que incluso se expusieron en una web, pidió prudencia al socialismo en los gastos y trató de encarrilar una mañosa transición que terminó frustrada y minada de cruces.

 

Quizá quedó fuera de la pirotecnia justamente por su perfil medido y técnico. Los encargados de bombardear eran otros, aunque sus declaraciones hicieron ruido más de una vez por el peso de las definiciones: déficit, planta de empleados, pesada herencia.

 

Por esas características finalmente no ocupará el megaministerio de Gobierno, Justicia, Derechos Humanos y Diversidad, sino que podrá desenvolverse mejor en Gestión Pública. Es un traje a medida del contador donde asistirá al gobernador “en todo lo inherente al gobierno y el control internos, reformas administrativas del Estado y la coordinación de planes estratégicos con los demás ministros”. Atenderá todo trámite administrativo y revisión del despacho que cursen al gobernador. En conclusión, será el custodio administrativo de Perotti.

 

El ministro de Gobierno actual e integrante por el socialismo de la mesa de transición, Pablo Farías, lo describió así: “Salvo Michlig, que es un hombre de Estado, que lo conoce y tiene mucho manejo de la administración pública, e incluso se ha interesado por áreas especiales y ha tomado reuniones específicas, el resto son legisladores que están más en agregarle picante a la transición” que en otra cosa.

 

 

 

 

 

La experiencia en una arena complicada es lo que le valora Perotti. Pero también su amplitud de conocimiento. Un ejemplo es que fue secretario de Hacienda de la provincia, e incluso luego pudo quedar a cargo del ministerio de Economía en el gobierno de Obeid durante el mencionado episodio del ministro que abrió demasiado la boca contra un inflexible Lole Reutemann. El trueque para cubrir ese cargo finalmente no se dio, pero las condiciones las poseía.

 

En las últimas semanas de la transición, el tema central fue el Presupuesto, donde terminó teniendo un rol principal en la definición cuando el perottismo venía de un revés duro en el Senado por parte del fuego amigo.

 

Cuando el peronismo no tuvo más remedio que negociar el Presupuesto ingresado y preparado por el equipo de Miguel Lifschitz, se reunió en la Cámara de Diputados con los peronistas Leandro Busatto y Luis Rubeo informando sobre las condiciones requeridas por Perotti para avalar el proyecto. Además, tuvo contacto con el ministro de Economía santafesino del socialismo, Gonzalo Saglione, para definir cuestiones técnicas.

 

En estos meses buscó simplificar lo complicado. Un ejemplo fue cuando rememoró al exgobernador Jorge Obeid respecto a los números provinciales: “Las finanzas de la Provincia son una libreta de almacenero: no gastés lo que no tenés, y si gastás lo tenés que devolver”.

 

 

 

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