Maria Eugenia Vidal está obligada a reinventarse. Después de haber caído derrotada frente a Axel Kicillof en el territorio que pretendió cambiar para siempre, la ex gobernadora bonaerense se encuentra en una situación inédita. Por primera vez en 20 años fuera de la función pública y con el macrismo -que la llevó a lo más alto- en el declive de la frustración, después de un mandato en el que se incendiaron todas las promesas. Para Vidal, es un salto a lo desconocido y no ofrece garantías. Por eso, busca combinar su rol en la política con la recuperada vida familiar y un debut que proyecta en en el ámbito académico.
En plena crisis económica, la ex gobernadora debe convertirse en jefa de los perdedores en una provincia de histórica tradición peronista que acaba de desaprobar su gestión de manera apabullante. Además, precisa moverse en el espacio nuevo de la política sin arraigo en el Estado. A los 46 años, la licenciada en Ciencias Políticas de la UCA no sólo acumula sus 12 años como ministra del alcalde Mauricio Macri, su gestión como vicejefa de gobierno porteña y su ciclo como gobernadora, sino que además la mayor parte de su carrera transcurrió en el ámbito público, incluso desde antes del estallido de 2001. Trabajó en la Anses, en Desarrollo Social, en el PAMI, en la Cancillería y en la Legislatura porteña.
A CONTRAMANO. Después de ser mencionada durante todo 2019 como el plan V que podía salvar al oficialismo nacional de una derrota, con la mejor imagen dentro de la alianza gobernante y una de las más altas entre la dirigencia política, Vidal perdió por 14 puntos con Kicillof, se topó de repente con el cierre abrupto de su experiencia de gobierno y su futuro político se convirtió en un signo de interrogación. Ahora, el fracaso económico de Macri -del que nunca quiso ni pudo despegar en serio- la coloca en un rol similar al que cumplió el hiperquinetico Sergio Massa durante los últimos cuatro años. Su decisión de permanecer en el distrito que le dio la espalda después de dos años de caída libre e indicadores negativos en todos los planos la depositó en el rol de jefa opositora con escasos recursos. Por el “compromiso” que dice haber asumido con los bonaerenses, debe conducir a contramano de los tiempos.
Mientras pretende recuperar cargos para su espacio que -como contó Letra P- escatimó durante sus años de empoderada, le toca enfrentar un peronismo recargado y una tropa legislativa más amplia pero desorientada. Misión ambiciosa, tendrá que liderar desde el llano en un contexto en el que sólo le queda apostar al fracaso del gobernador entrante, de manera más o menos diplomática. Con mucho menos poder que el que retiene el PRO en la Legislatura, Massa se constituyó entre 2015 y 2019 como actor importante la más allá de la General Paz. Pero aún con su dedicación full time a la política, debió hacer un esfuerzo importante y su viaje terminó de regreso al cristinismo.
La Vidal que viene deberá multiplicarse en 2020 para recorrer una larga travesía desde el llano. Baqueanos bonaerenses descreen del vinculo mágico que María Eugenia edificó con el pueblo de la provincia. Recuerdan que también Daniel Scioli se creía portador de un don que lo convertía en un actor no perecedero de la política, debido a su vínculo con “la gente”. Vidal cuenta para eso con el apoyo esencial de Horacio Rodríguez Larreta, su histórico jefe que confirma -con Alberto Fernández en el poder- su capacidad envidiable de sobrevida. Según publicó La Nación, su prioridad pasa hoy por mantener unido el bloque de Juntos por el Cambio, mientras los legisladores que responden al marginado Emilio Monzó arman su propio espacio y reclaman independencia.
LA PROFESORA. Según dijeron a Letra P desde su entorno más cercano, Vidal se prepara para tomar unos días de descanso y en febrero estrenará sus propias oficinas, de cara a la nueva etapa. Todavía no está claro si instalará su base en la provincia de Kicillof o si optará por regresar al territorio porteño en el que tanto tiempo se movió, para la operación cotidiana. La ex gobernadora volvió con sus tres hijos a la casa de sus padres en Castelar y, como se difundió en cadena nacional, comenzó una relación con el periodista deportivo Enrique Sacco.
Vidal integra la línea del grupo de dirigentes que se ilusionan con dejar atrás el liderazgo de Macri y ganar espacio con una generación postergada a la hora de tomar decisiones, durante los años del ensayo amarillo. Junto con Larreta, Diego Santilli, Martín Lousteau, Alfredo Cornejo y el propio Monzó pretenden inaugurar la era de un macrismo más amable, menos confrontativo y menos tributario de la polarización extrema.
Fuera de la política, Vidal también pretende insertarse en el ámbito académico. Una persona de su íntima confianza le dijo a Letra P que su intención es arrancar 2020 como profesora de una universidad pública y una universidad privada. De acuerdo a la misma fuente, la politóloga que en los inicios del PRO participó del Grupo Sophia y la Fundación Creer y Crecer ya tiene cerrada su incorporación a una Cátedra de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aunque no precisó cuál era.
La otra oferta que tiene sobre la mesa la ex gobernadora suena más afín al mundo del macrismo, aunque está envuelta en una doble y contradictoria versión. Desde la Universidad Di Tella (UTDT), contaron a Letra P que Vidal se acercó con la intención de poder dictar un curso en la Maestría en Políticas Públicas de la Escuela de Gobierno, a cargo de la profesora Guadalupe Dorna. Desde el vidalismo, en cambio, sostiene que fue la UTDT la que acercó la propuesta que formalmente todavía no aceptó pero, a un lado y al otro, reconocen que “se está evaluando”. Dos hombres de Vidal ratificaron el dato. “Todavía no tiene nada cerrado, pero quiere dar clases en la UBA y en la Di Tella. De Di Tella, la llamaron y le ofrecieron. Hasta ahora lo que es seguro es lo de la UBA”.