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La trinchera de la resistencia vidalista

La ex gobernadora tejió una serie de alianzas que le permitieron evitar deserciones y sostenerse como líder opositora por el poder acumulado en el Senado bonaerense, clave para pliegos y jurys.

Aunque la elección la dejó fuera de carrera, el resultado legislativo le concedió a la ex gobernadora María Eugenia Vidal la dote de sostener la mayoría en el Senado bonaerense, con un bloque de 26 integrantes contra los 20 del Frente de Todos, un dato relevante para quien pretende ser la jefa de la oposición al gobierno de Axel Kicillof.

 

La jugada, que la deja con mayor número en la Cámara que tiene la facultad de aprobar los pliegos de la Justicia y de algunas figuras del Ejecutivo, además de promover jury de enjuiciamiento, no resulto solo una conclusión del voto popular. Fue también producto de un armado configurado por la ex mandataria, que decidió sostener y hasta estimular los acuerdos que había fijado con aliados algo lábiles, además de la inclusión en lugares de acceso seguro de sus hombres y mujeres de mayor confianza. Es decir, funcionarios y funcionarias de segundas líneas que fueron “facilitadores” territoriales durante las dos campañas.

 

En este proceso, la ex mandataria se cuidó de sostener el acuerdo estructural que había fijado con sus socios de Cambiemos, la UCR, la CC-ARI, y el partido FE, aunque excluyó de forma explícita a sectores del peronismo y especialmente al ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó, quien ahora le disputa poder y territorio.

 

 

Monzó tiene en el bloque de Cambiemos a una de sus dirigentes cercanas, la senadora Ana Laura Geloso, quien podría dejar el espacio en 2020 ya que, según reconocen desde el propio vidalismo, “hace rato que no se siente cómoda en este lugar”. La legisladora es la única mudanza que está en los cálculos de Vidal.

 

Por eso, Vidal respetó el acuerdo con el intendente de Azul, Hernán Bertellys, uno de los primeros jefes comunales del peronismo que se integró a Cambiemos, y reemplazó al senador PRO, Daltón Jáuregui por la ahora legisladora Lucrecia Egger, que es de su sector. El convenio había sido fijado en la época en que Vidal, y todos, descontaban su reelección, por lo que Jáuregui dejaría la banca dos años antes, pero para ocupar un rol en el nuevo gabinete.

 

Vidal perdió, pero aún así reemplazó a uno propio por una figura que responde a un intendente fidelizado, una jugada que busca sostener una relación que, de forma inevitable, entra en crisis cuando se pierde el poder en la provincia. También mantuvo, a costa de varios enroques, el acuerdo con su ministro de Gobierno, Joaquín de la Torre, un dirigente nacido en el peronismo, con militancia en el Frente Renovador y luego sumado a Cambiemos.

 

 

 

De la Torre, armador por excelencia, tejió su propia trama en Mar del Plata, cuando fue en formato de interventor a “colaborar” con la desordenada gestión del por entonces intendente Carlos Arroyo. El ex ministro ubicó en las listas legislativas a su dirigente de confianza, Lucas Fiorini, una figura que a su vez conformo una estructura local en expansión. Cuando ganó Guillermo Montenegro la intendencia, de la mano de una confiada Vidal, se acordó en el reparto que se concedía al sector de De la Torre la presidencia del Concejo Deliberante. Como el radicalismo exigió ese lugar y Montenegro se lo cedió, la ex mandataria ordenó sostener el reparto previamente fijado y, por eso, se le dio la presidencia del bloque de ediles de Cambiemos al concejal que responde a Fiorini, Alejandro Carrancio, además de la vicepresidencia de Obras Sanitarias y el manejo del Ente Municipal de Turismo (Emtur).

 

ROLES. Aunque no se puede definir como un "purísimo", e incluso le acreditan ciertos roces con sectores de la UCR, Vidal decidió conceder la reelección en el cargo de jefe del bloque de senadores de Cambiemos a Roberto Costa. Cuentan en el entorno de la ex mandataria que el senador supo mostrar experiencia y picardía para sacar los proyectos requeridos por la ex gobernadora y que, además, su figura algo autónoma, a la par que ambiciosa, resultaba más necesaria adentro que afuera del espacio.

 

 

Bloque de senadores de Cambiemos
PRO: Aldana Ahumada, Owen Fernández, Walter Lanaro, Felicitas Béccar Varela, Franco Bagnato, Nidia Moirano, Juan Pablo Allan, Gabino Tapia, Daniela Reich, María Florencia Barcia, María Lorena Petrovich, Lucas Fiorini, Roberto Costa, Juan Fiorini.
Peronistas: Claudia Rucci, Ana Laura Geloso, Lucrecia Egger.    
Radicales: Emiliano Raparaz, Leandro Blanco, Agustín Máspoli, Flavia Delmonte, David Hirtz, Alejandro Celillo.
CC ARI: Elisa Carca, Andrés De Leo, Carolina Tironi

 

Los cargos institucionales, en un Senado que estrena la presidencia de la ex intendenta de La Matanza y actual vicegobernadora, Verónica Magario, y la vicepresidencia primera de la kirchnerista Teresa García, fueron ocupados en el marco del acuerdo con los socios de Cambiemos.

 

En el reparto, la vicepresidencia segunda le quedó al radicalismo, de la mano del ex intendente de General Alvear Alejandro Celillo, un boina blanca del interior con excelente vínculo con el titular de la UCR bonaerense y ex vicegobernador, Daniel Salvador. Mientras que la vicepresidencia cuarta fue para la CC ARI de Elisa Carrió, con la designación del actual jefe bonaerense de ese partido, Andrés De Leo.

 

Vidal no espera deserciones o rebeldías de estos sectores en el Senado, aunque aún no está definida la situación del radicalismo que demora la catarsis y las definiciones en la provincia de Buenos Aires.

 

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