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Uno de los primeros desafíos que enfrentará la Argentina en los próximos meses será armar la nueva agenda de relaciones internacionales. Alberto Fernández tendrá un reto bastante complejo ya que deberá retomar el diálogo con los viejos aliados internacionales que tuvo el gobierno de su vicepresidenta Cristina Fernández, y que fueron seducidos por Mauricio Macri durante casi cuatro años. Todo parece indicar que Felipe Solá, uno de los hombres fundamentales en la reunificación del peronismo, será el encargado de llevar esas políticas adelante.
El próximo gobierno deberá retomar una política de respeto al derecho internacional, así como promover la democratización del sistema de Naciones Unidas e impulsar una agenda del desarrollo sostenible, entendiendo que democracia, desarrollo y derechos humanos conforman un trinomio indisoluble que forma parte de las políticas fundamentales de las naciones más justas. La Argentina tiene que volver a ser un miembro activo en los foros multilaterales, aportando visiones y soluciones sobre temas tales como el fenómeno migratorio, la trata de personas, la igualdad de género, la defensa del uso pacífico de la energía nuclear, el combate contra el narcotráfico, el crimen organizado, el terrorismo internacional y los efectos del calentamiento global.
Este desafío es algo más que abandonar el concepto de lo político, como proponía Carl Schmitt estableciendo la disyuntiva amigo y enemigo, sino estableciéndolo como política de Estado. Es por eso que deberá abandonar lo utilizado tanto por el kirchnerismo como por el macrismo en base a las similitudes y diferencia ideológicas de sus gobiernos. La explicación de esto se encuentra en los distintos matices que este nuevo frente de gobierno tendrá en tensión constantemente, pero proponen un nuevo modelo de gobierno en Argentina, donde todos los matices ideológicos confluyan.
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Este punto es uno de los primeros escollos que se le presentó a Alberto Fernández en un clima marcado por la inestabilidad económica, la deuda externa inviable, el cepo cambiario y falta de generación de divisas genuinas que tiene un país con una estructura productiva desequilibrada. Jair Bolsonaro parece no tener ganas de abandonar la teoría schmittiana en su cruzada anti bolivariana y eligió a Alberto Fernández como su nuevo enemigo en la región.
Es por ello que el presidente electo tuvo que salir a buscar un nuevo consenso internacional que le de respiro en los primeros cien días de gobierno. Por eso no es menor que su primer viaje como presidente electo fue a México en busca de inversiones y un mercado que es el segundo más grande de Latinoamérica después de Brasil. Sus primeras reuniones fueron con el magnate Carlos Slim, dueño de TELMEX, principal empresa de México, quien prometió inversiones en Argentina, y luego con los grupos económicos mexicanos más importantes. Quien intermedia por Fernández es el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lidera el Grupo de Puebla, donde confluyen los presidentes progresistas latinoamericanos.
Una de las sorpresas antes de la partida a México fue la felicitación del mayor líder mundial Donald Trump. El norteamericano tuvo una relación que fue menor a la esperada con Mauricio Macri, cuyo gobierno cumplió con todos los pedidos solicitados por los estadounidenses, como fue el reconocimiento inmediato a Juan Guaidó, y la condena a Nicolás Maduro.
Para Fernández es muy importante el llamado donde pidió tener una relación cordial con la Argentina, ya que Estados Unidos es el actor con más peso dentro del FMI, el mayor acreedor internacional de la deuda argentina, y con quien se prevé una dura renegociación del préstamo acordado por Macri.
Para esto deberá sortear un tema primordial para el nuevo gobierno que es reflotar las relaciones con dos de los máximos competidores de Trump: en el plano político la Rusia de Vladimir Putin, y en el plano comercial con China.
Primeramente, la relación con Putin viene de larga data y de la mano de Cristina Fernández. "Existen otros muchos ámbitos de interacción, donde nosotros estamos listos para trabajar junto con los argentinos: esto es la cooperación cultural, humanitaria y el campo informativo. Ante nosotros se habrá de plantear una ambiciosa agenda. En estos casos estamos listos para ir tan lejos como estén dispuestos a ir nuestros socios", afirmo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Víktorovich Lavrov.
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Por otra parte, el gigante asiático con gran capacidad de inversión, pero en plena guerra comercial con EE. UU., quiere retomar la senda del diálogo y la inversión que quedo truncada con las desavenencias con el gobierno de Macri. Desde Beijing indicaron que "China concede gran importancia a su relación con Argentina y está lista para avanzar en el desarrollo sólido y estable de nuestra asociación estratégica integral para brindar mayores beneficios a los dos pueblos”.
El tema Venezuela será fundamental en las relaciones internacionales, y uno de los de mayor disputa interna dentro del Frente de Todos. Pero Fernández dejo en claro su postura. Para el presidente electo, ningún actor interno debe interferir en los problemas venezolanos, pero sin dudas la solución debe darse por la vía democrática.
El presidente electo también intenta reactivar el acuerdo Mercosur – Unión Europea, pero esta vez no serán Macri y Macrón quienes lleven adelante las negociaciones, sino que Alberto Fernández propone negociar directamente con la máxima líder de Europa, la canciller alemana Angela Merkel. Pero esta renegociación del acuerdo deberá hacerse protegiendo a los sectores que podrían verse más desprotegidos y que generaron una férrea oposición al acuerdo.
Otra de las arduas relaciones que deberá sostener Fernández es con el Reino Unido. Luego de la amistosa relación de Macri con los británicos, este nuevo gobierno intenta poner sobre la mesa de negociación el tema Malvinas, lo que podría enfriar la relación.
Como nuevos desafíos pueden incluirse en el panorama dos nuevos actores emergentes que iniciaron contacto con la cancillería argentina, estos son India y Canadá, en donde Fernández intentará extender los vínculos comerciales y culturales.
Por último, la relación latinoamericana es quizás el desafío más importante, donde Argentina intentará ser un actor de equilibrio en una región convulsionada, con sus permanentes tensiones y diferencias, que requerirá de consensos importantes con aquellos actores mundiales relevantes como lo son Trump, Putin, Xi Jinping, Merkel, y además el Papa Francisco, quien podría visitar próximamente la Argentina, luego de la fría relación con Macri.