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¡Buenas noches, política!: Tinelli ante la chance de romper su maleficio

El hombre prime time encontró en el plan anti hambre de Fernández otra posibilidad de jugar en las grandes ligas. Tras el 38-38 y sus sueños de candidato en la vía del medio, probará como oficialista.

La carrera política de Marcelo Tinelli, plagada de altibajos, sumó otra chance. Tras quedar alguna vez alineado del lado de los derrotados, coquetear con el gobierno de salida rápida de Mauricio Macri y apostar a ofertas electorales que terminaron en propuestas marginales, el zar de la TV argentina concluye 2019 lejos de esa fantasía de la candidatura propia y como parte de un plan contra el hambre que lo tendrá, aparentemente, como protagonista. Y será dentro de ese esquema donde deberá demostrar si da la talla para jugar el partido grande de la realpolitik.

 

Al histórico conductor de Showmatch se lo vio esta semana acompañando a Alberto Fernández y al ministro de Desarrollo Social que tendrá su gobierno, Daniel Arroyo, en la presentación del plan de lucha contra el hambre. Tinelli será una de las figuras de ese esquema al que el presidente electo quiere darle vuelo y dejar como marca de su gestión.

 

Si bien tuvo en esa foto un lugar destacado, muy cerca de Fernández, lo cierto es que Tinelli empezó 2019 como un serio aspirante a dar el salto del mundo del espectáculo a las grandes ligas de la política y lo concluye diluido en un plan cuyo mérito político –de ser exitoso- se cobrarán otras manos, no las suyas.

 

 

Más allá de sus también históricos vaivenes con el kirchnerismo –¿cómo olvidar la reacción de Cristina Fernández de Kirchner al pase de rodilla con una pelota de voley de Néstor Kirchner al conductor?-, Tinelli hizo grandes esfuerzos para que este año el peronismo presente una opción electoral competitiva y bien lejos de cualquier estigma K. Así apostó fuerte a la ancha avenida del medio con el Grupo Roldán con quienes, reunidos en torno a Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto, varios y grandes empresarios fantaseaban con una chance de centro para competirle al macrismo.

 

 

Tinelli con Urtubey, cuando el salteño jugaba a candidato presidencial.

 

 

En esa mesa, llena de CEOs dispuestos a financiar a ese candidato alternativo a la grieta, ganaba enteros Roberto Lavagna. Cuando el 18 de mayo Cristina puso a su ex jefe de Gabinete como candidato a presidente y a ella misma como su compañera de fórmula ese plan alternativo se fue por una canaleta. Esa propuesta, que alejaba a la ex presidenta del poder y, a la vez, sostenía el poder de atracción de sus votos, fue un imán para los peronistas que miraban con desconfianza al Instituto Patria y rápidamente se alinearon. Así se deshizo ese idea que alguna vez se llamó Alternativa Federal. Y por allí se fueron, también, los sueños de Tinelli de crecer sin kirchnerismo.

 

Antes de eso, el vicepresidente de San Lorenzo había acumulado otra jugada política fallida. Quiso enfrentar al poder organizado de la AFA, referenciado en la alianza entre Claudio “Chiqui” Tapia y Daniel Angelici, y terminó con una votación escandalosa, con un empate imposible 38 a 38 y su intención de dar la batalla interna en el fútbol argentino guardada en un cajón olvidado. Al menos hasta ahora.

 

 

 

Tal vez su acompañamiento más caro haya sido el respaldo que le dio a Daniel Scioli en 2015. Aunque siempre tuvo un vínculo bueno con Mauricio Macri, el hombre fuerte del prime time se jugó entero por el que, hasta ese momento, aparecía como favorito. Hasta le prestó el calor de su pantalla el última día de la campaña presidencial, cuando el por entonces gobernador bonaerense se presentó en Showmatch acompañado por su entonces pareja, Karina Rabolini. Pero la alianza de centroderecha entre la UCR, el PRO y Elisa Carrió se llevó puesto a un oficialismo en baja y otra vez las fichas de Tinelli terminaron arrastradas por el croupier.

 

Ya con Macri en el gobierno, y cuando los rumores de una pelea con el Presidente empezaban a tomar dimensión, Tinelli le regaló al inquilino de la Casa Rosada un gesto de respaldo. Descontracturados, usaron las herramientas de Snapchat para intercambiar sus caras entre risas exageradas. Así, Tinelli fue Macri y Macri fue Tinelli. Al menos, por un rato. Ya tras el convulsionado diciembre de 2017, cuando la calle se transformó en un hervidero por el paquete de reformas que el macrismo envió al Congreso -la impositiva y la previsional juntaron los votos: la laboral y la electoral se quedaron a mitad de camino- el animador que tiene olfato para los negocios de los medios demostró algo de ese olfato para empezar a despegarse. Desde allí y hasta las elecciones de este año, la pantalla de Tinelli fue una pantalla opositora. Las puertas de Showmatch se abrieron de par en par para todo aquel que estuviese dispuesto a rayarle el auto al gobierno macrista.

 

Tinelli decidió darse otra oportunidad, ahora dentro del peronismo aperturista que plantea Alberto Fernández. Lejos quedaron los sondeos que lo medían como candidato a gobernador bonaerense y hasta presidente. El plan albertista contra el hambre puede ser un trampolín para ganar terreno en un mundo que nunca deja de mirarlo como un outsider. Una oportunidad para mudarse a la foto grande de la política o de, por el contrario, seguir viendo el partido en serio pero del otro lado de la línea de cal.

 

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