Aunque quedó disimulada por la votación final a mano alzada consentida por el peronismo, el repudio al golpe de Estado en Bolivia que se votó en la Cámara de Diputados provocó una tensión interna en Juntos por el Cambio, a poco tiempo de que el espacio pase a ser oposición. Radicales y macristas se abstuvieron en conjunto en el apoyo al proyecto de repudio al quiebre del orden democrático en el país vecino pero los legisladores de la UCR dejaron de manifiesto su disconformidad con la línea marcada por la Casa Rosada.
La tensión comenzó a verse el mismo domingo, cuando reconocidos dirigentes de la UCR -al que se sumó un comunicado oficial del partido- calificaron la ruptura del orden institucional en Bolivia como "un golpe de Estado", en línea con la postura histórica del partido. A esa posición se sumó un solo integrante del PRO, el diputado Daniel Lipovetzky, mientras la Casa Rosada se negó sistemáticamente, a través del canciller Jorge Faurie, a reconocer la situación.
Los desacuerdos se trasladaron al Congreso donde, acorralado por el peronismo, que presentó un pedido de sesión especial para tratar un proyecto de rechazo al golpe, Cambiemos debió fijar una posición conjunta. El martes por la noche, el presidente del interbloque oficialista, Mario Negri, reunió a la tropa para tratar de buscar una salida común entre las tres fuerzas que integran la alianza, la UCR, el PRO y la Coalición Cívica.
Durante tres horas, los diputados Silvia Lospennato (PRO) y Facundo Suárez Lastra (UCR) trabajaron en el texto que intentaron abonar con distintos aportes y que buscaron que satisficiera a todos los actores. La mención del concepto “golpe de Estado” en el proyecto de resolución que presentó Cambiemos el centro de la discusión que mantuvieron los cerca de 70 diputados que participaron del encuentro. La mayoría radical, con Suárez Lastra al frente, insistió una y otra vez con la inclusión de las tres palabras.
Finalmente, tras mantener conversaciones con la Casa Rosada y el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, e históricos dirigentes como Federico Storani lograron llegar a proyecto de consenso, en que se propuso el repudio de "los ataques contra el sistema democrático" y se planteó el rechazo a "cualquier golpe contra la democracia". La alusión al golpe de Estado se incluyó solamente en los fundamentos, como una característica de otros tiempos de América Latina.
La solución no contentó a varios de los presentes que, como Lipovetzky, consideraron insuficiente la calificación. "No dice que lo de Bolivia fue un golpe de Estado", protestó el diputado del PRO durante la sesión del miércoles. En esa misma línea, todos los diputados del radicalismo que hicieron uso de la palabra en el recinto el miércoles, marcaron esa postura. " “Si le queremos llamar golpe, llamémosle golpe. Creo que es un golpe", dijo Suárez Lastra. "Tenemos que animarnos a llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos", afirmó la cordobesa Brenda Austin, que pidió explícitamente "condenar el golpe de Estado".
Durante la tarde, Austin lideró junto a otros diputados radicales una rebelión contra la postura mayoritaria de Cambiemos. La cordobesa proyectaba lo que sucedería más tarde en el recinto. El proyecto del peronismo, escrito por Felipe Solá, planteaba claramente el rechazo al golpe de Estado. El peronismo tenía mayoría para votarlo en soledad, sin los votos del oficialismo. De hecho, Cambiemos no estuvo en el recinto a la hora de constituir el quórum y la sesión abrió con los diputados opositores sentados en sus bancas.
Como tenía su propio proyecto, el interbloque oficialista planteaba que sus diputados debían abstenerse a la hora de votar el texto del peronismo, para no contradecir abiertamente la línea de la Casa Rosada, que no solo se negaba a reconocer el golpe de Estado sino que intervino para que el proyecto hiciera alusión a las "gravísimas alteraciones a la voluntad popular", es decir, a las supuestas irregularidades ocurridas durante la elección. Dentro del PRO, un diputado de línea directa con la Rosada planteó, incluso, que el golpe lo había dado "el propio Evo Morales haciendo fraude". Pero Austin - alineada con el intendente de Córdoba, Ramón Mestre, de tensa relación con la Rosada - y otros radicales insistía en que el radicalismo no podía abstenerse en la votación.
En paralelo, otra línea rebelde de la UCR había planteado sus diferencias. Aunque no forman parte del interbloque Cambiemos, los diputados de Evolución, la bancada que conduce Martín Lousteau, llegaron al recinto con su propio texto. Otra vez en abierta disidencia con la línea oficial, en la primera línea de su proyecto de resolución expresaron "su repudio ante el golpe de Estado perpetrado en el Estado Plurinacional de Bolivia".
Las tensiones del bloque de Lousteau y del mestrismo con la Rosada no escapan a las batallas que ya se vislumbran para luego del 10 de diciembre, y que tienen como protagonista al histórico Enrique "Coti" Nosiglia, que amenaza con romper el interbloque de Cambiemos en Diputados y en el Senado si no consigue la presidencia de esos cuerpos para Cornejo y el propio Lousteau, respectivamente.
Hacia el final de la sesión, Negri, en combinación con el presidente de la Cámara, Emilio Monzó, logró que la fractura no quedada tan expuesta. En una jugada que se terminó de concretar en el recinto, Monzó anunció que la votación del proyecto del peronismo se haría a mano alzada. De esta forma, se evitaría la exposición detallada que implica la votación nominal.
Un guiño evidente del peronismo, que evitó aprovechar la interna ajena y no exigió la votación nominal, le disipó el camino a los jefes de Cambiemos. Aunque durante toda la tarde, los diputados los diferentes bloques que integran el Frente de Todos le recordaron a la UCR su compromiso histórico con la democracia, apelaron a Raúl Alfonsín y sobre el final, el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, se encargó de remarcar que todos sus discursos habían reconocido que se trataba de un golpe de Estado, a la hora de la votación, Negri anunció la abstención del interbloque. El peronismo votó a mano alzada, en un trámite veloz, y Cambiemos salvó la unidad sobre la hora aunque la UCR quebró su línea histórica.