Terminada la participación de la Selección argentina en el Mundial de Rusia, se agota un factor de distracción en el debate mediático y popular, y las alternativas de la crisis financiera, con el dólar en primer plano, vuelven desde este lunes a instalarse en un lugar excluyente. Y con esto, probablemente, los prologómenos de una campaña electoral anticipada.
Posibles aclaraciones sobre el rumbo en materia de ajuste fiscal, eventuales decisiones oficiales para actuar sobre el mercado cambiario, especulaciones sobre un gesto contundente en materia de intervención en la operatoria y la respuesta de los operadores serán las señales más observadas en la rueda de este lunes.
La última semana terminó con un comportamiento del mercado financiero muy preocupante para el Gobierno de Mauricio Macri: el dólar quedó al filo de los $30 y con tendencia compradora, pese a la venta de 150 millones de dólares del Tesoro -del Fondo Monetario Internacional, en rigor- y de otros 300 millones de dólares del Banco Central; las acciones siguieron en el tobogán pese al efímero efecto de la declaración de la Argentina como mercado emergente -y se encaminan a perforar a la baja el nivel de los 26.000 puntos-; y el riesgo país cerró a 612 puntos básicos, su mayor nivel desde agosto de 2015.
La fuerte escalda del riesgo argentino, de 17% solo en junio y de casi el 75% en lo que va del año, resulta llamativa por, al menos, dos factores.
Por un lado, porque ilustra como ningún otro indicador que el acuerdo con el FMI fue una bala de plata que terminó disparada al cielo: la idea de dar certezas contra un posible default por lo que queda del actual Gobierno pretendía comenzar a restablecer el acceso del país a los mercados voluntarios de deuda, algo que, con los números actuales, implicaría convalidar tasas del orden del 9,5% anual en dólares. Un imposible.
Además, porque hablar de agosto de 2015 devuelve la memoria a un momento en el que se estimaba que Daniel Scioli ganaría la elección presidencial, lo que generaba en el mercado una molestia fuerte ante las dudas sobre la influencia que el kirchnerismo puro podría tener en la futura administración. La posibilidad de un triunfo de Macri, el favorito del mercado, recién asomó con claridad después de la primera vuelta de octubre.
Ese es el tamaño de la renacida desconfianza, un escenario hasta hace poco impensado para una administración de Cambiemos que hizo todo lo que tuvo a mano para restaurar el viejo amor. Venta muy fuerte de reservas. Incremento de las tasas de interés hasta un límite prohibitivo para cualquier noción de economía productiva. Relajamiento de los encajes de los bancos para sortear los “super martes” de Lebac. Acuerdo por 50.000 millones de dólares con el Fondo. Eyección de un Federico Sturzenegger desdibujado de la Presidencia del Banco Central y reemplazo por Luis Caputo. Generación Nicolás Dujovne como el súper ministro económico que el mercado reclamaba. Cambios de ministros. Obtención de la calificación del país como emergente. Llegada de los dólares del Fondo y establecimiento de un esquema de subastas diarias para abastecer la demanda por 75 días hábiles… Nada alcanzó.
Ante esa desconfianza que lo erosiona, el Gobierno discute medidas y presiona para que el complejo agroexportador incremente esta semana la oferta de dólares para calmar las aguas. Mientras, sigue hablando off the record de retenciones, habrá que ver si como un modo de hacer que un sector beneficiado por la megadevaluación reciente aporte al sacrificio colectivo del ajuste o como herramienta para lograr, simplemente, que liquide parte de sus divisas.
Un congelamiento de la baja mensual de 0,5 punto porcentual de las retenciones a la soja y de su restablecimiento de las mismas al trigo y el maíz es una idea que Dujovne impulsa con apoyo del ala política del macrismo, pero que encuentra un enconado rechazo de su par de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere.
A la par de ese debate, trascienden otros desde el interior del oficialismo, como el de una suavización del sendero de subas tarifarias que impulsa el recién llegado Javier Iguacel, algo que en el caso de las naftas es ignorado por el momento por las petroleras, especialmente por la estatal YPF.
El economista Arnaldo Bocco le dijo a Letra P que “los números de la economía son muy difíciles y los funcionarios transmiten hacia afuera conflictos internos que debieran estar ya dirimidos”.
“El Gobierno no puede discutir la política fiscal a través de los diarios porque los lectores que son empleados o perceptores de un ingreso, aguinaldo en mano, van a salir a comprar dólares”, advirtió.
La escapada del dólar condiciona a esta altura todas las certezas del debate cotidiano sobre la economía nacional; también por eso urge que la cotización encuentre pronto un techo.
Una de esas “certezas” alteradas por la devaluación es que el endeudamiento de la era Cambiemos no es grave, dada la supuestamente baja relación deuda-PBI. Sin embargo, Bocco advierte que esa ratio puede superar un crítico 82% hacia diciembre, dato destinado a generar mucho más ruido financiero. “Todo surge de datos oficiales de Finanzas, del INDEC y del Banco Central”, le dijo a Letra P.
Buen punto: la deuda pública, que llegó en el primer trimestre a 253.741 millones de dólares -a lo que deben sumarse los 50.000 millones del FMI-, con un gran aporte de la actual gestión, se abulta más en relación con un Producto en pesos conforme la moneda local se desmorona.
Mientras las variables financieras no se estabilicen, sobre todo el precio del dólar, será estéril que los economistas traten de determinar cuánto tiempo durará la recesión que acaba de comenzar y, de la mano de esto, cuánto demorará la economía en pegar la vuelta para mejorar las perspectivas electorales del oficialismo, algo que el mercado comienza a mirar de reojo.
Este lunes, Caputo, Dujovne y el propio Macri comienzan a jugar otro partido clave. Sin una recuperación de la confianza, al menos precaria, el mercado financiero seguirá pateando en contra, la inflación continuará subiendo de la mano del dólar y la economía no encontrará su piso. Y sin eso, no hay rebote si plan político-electoral viable.
Ese es el partido clave. Mucho más importante que el que entristeció, no mucho más que por un rato, el sábado a los argentinos.