TURBULENCIA PERMANENTE

¿El dólar está desbocado o el mercado no sabe qué pactaron Caputo y Lagarde?

Desorientó al Gobierno el escaso efecto de la doble subasta más reservas del BCRA en billete. En el mercado se preguntan qué nivel de equilibrio acepta el FMI. ¿Un enviado a ablandar mercados?

En el Gobierno juegan a las escondidas con el dólar. Las segundas líneas del Ministerio de Hacienda y el Banco Central (BCRA) terminaron la rueda bursátil y cambiaria desconcertados por el efecto estéril sobre el dólar de la doble subasta más el plus de reservas. Pero la preocupación no existe en las altas esferas ni en el mercado. O, más bien, existe pero con una forma menos dramática. En la City, la pregunta del millón para explicar la disparada del billete verde no pasa por saber por qué la metralla oficial es insuficiente, sino, más bien, por entender la raíz del problema: cuál fue el valor de equilibrio del dólar que pactaron la jefa del FMI, Christine Lagarde, y el hoy titular del BCRA, Luis “Toto” Caputo. Es, según el mercado, el número mágico que permitiría saber hasta qué nivel el Gobierno está dispuesto a dejar correr la divisa.

 

Hay un dato cierto. Es evidente que la tensión existe y que si hubiera flotación libre el tipo de cambio estaría muy por encima del actual. En el mercado consideran que $29 no es lo pactado, pero no arriesgan número. En el pasillo, los más osados hablan de $35 y los industriales, embroncados con los manejos oficiales, especulan con que, si lo liberaran, hoy se iría por sobre los $40.

 

En lo netamente operativo de las últimas dos jornadas, dan el siguiente cuadro de situación: los depósitos en dólares están estables, lo que grafica que no hubo gente yendo por ahorros; el volumen operado es bajo, lo que equivale a volatilidad, y, además de ser fin de mes, cuando suele haber más presión, hay un puñado de compañías que cierran balances en junio y empiezan a girar dividendos en dólares al exterior.

 

Cuando el dólar se acerque al equilibrio, se develará un misterio guardado bajo siete llaves. Mientras tanto, el Gobierno prepara una bala de plata para matar un síntoma negativo que existe incluso más allá del FMI: la desconfianza de los capitales incluso después del movimiento tectónico de figuras, la salida de Federico Sturzenegger y el ingreso de Caputo. Así, en el entorno del ministro de Economía, Nicolás Dujovne, aguardan el nombramiento del secretario de Finanzas para enviarlo al exterior a calmar los mercados y convencerlos de que el modelo Cambiemos está más vivo que nunca.

 

 

 

En este escenario, además de someterse vía devaluaciones constantes a una mayor inflación a la existente, el Ejecutivo empieza a recibir presiones de algunos sectores para tomar medidas más políticas para que el verde no arrastre la actividad a niveles récord. “Si el Gobierno no crea amortiguadores (retenciones, algún control de capitales, acuerdos políticos), el mundo nos va a llevar puestos y el mayor legado de Macri será el Metrobús y, con suerte, el aborto”, publicó en su cuenta de Twitter, con un dejo sorna, el politólogo Andrés Malamud. Esa idea convive en diferentes sectores, que reclamaron en las últimas horas desde la re instalación de un dólar más caro para viajes y un avance concreto sobre las retenciones granarias hasta control a los flujos de capital.

 

 

 

Por ahora, Dujovne, más preocupado por las condiciones macroeconómicas, observa el escenario mientras el BCRA intenta domar el potro. El economista que salió de la TV cree que hay que avanzar sobre el agro, que no cumplió con las liquidaciones. Pero la segunda pregunta más importante, y la final, es si el dólar sube por la presión o lo sube el Gobierno para alcanzar el nivel que se prometió a darle al Fondo a cambio de la asistencia millonaria en plena crisis cambiaria.

 

 

Martín Menem y Karina Milei.
Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas

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