La salida del ministro de la Producción, Francisco Cabrera, sorprendió por el momento elegido para comunicarla, pero las presiones del Círculo Rojo sobre el ex funcionario casi que empezaban a hacer evidente su expulsión de la cartera fabril. El vínculo con los empresarios era complejo, sobre todo con los industriales nucleados en la UIA, a los que el funcionario supo tildar de “llorones”. El reemplazante de Cabrera, el consultor de Abeceb, Dante Sica, corre con una ventaja inicial. Es experto en temas fabriles, de Mercosur, y habla a diario con muchos CEOs de la industria nacional. Sin embargo, la mayoría de los clientes de su consultora son brasileños.
El nuevo ministro de la Producción ya trabajaba con el gobierno de Cambiemos, en rol de consultor externo, elaborando análisis sectoriales y de coyuntura.
Precisamente, días atrás y antes de conocer el ofrecimiento del puesto, con posterioridad al súper martes de renovación de Lebacs y en la previa al cierre del acuerdo con el Fondo Monetario (FMI), envió a muchos hombres de negocios un reporte de la situación coyuntural de Argentina. En ese informe reservado, Sica deja plasmado cuál es su visión sobre los temas más candentes del país: hay elogios con resguardo al acuerdo con el FMI, crítica a la súper tasa del BCRA, atención al riesgo del contexto externo y su impacto en el PBI, y salida a la carencia de dólares vía producción y generación de valor.
“El Gobierno pidió asistencia al FMI para cubrirse de una crisis de liquidez externa de una escala que podría ser inmanejable. Como es obvio que un programa del FMI implicará mayor austeridad fiscal, la cuestión del ajuste fiscal –lo que pedirá el Fondo- hoy ocupa el centro de la escena”, arranca Sica.
Agrega que “un primer punto a marcar es que los shocks de origen externo seguirán con alta probabilidad, siendo determinantes para la evolución de la economía. La razón fundamental es que la incertidumbre ha aumentado en el plano internacional y nuestra economía muestra una vulnerabilidad que solo se irá reduciendo en la medida que el programa con el Fondo logre combinar de forma razonable asistencia con reducción del déficit de cuenta corriente. Por razonable entendemos: sin inducir una recesión fuerte. Si bien una recesión sería útil para reducir el déficit de cuenta corriente, también complicaría las cuentas fiscales por la caída en la recaudación”.
A continuación, encara el tema de las complicaciones externa y su injerencia en la escena local: “Toda esta configuración de variables internacionales es muy negativa para la Argentina, desde la depreciación del dólar y la elevación de las tasas de interés hasta el incremento del precio del petróleo (…) por ello, la niebla está aún presente en el camino”.
“A la Argentina le faltan dólares porque recibió un shock externo negativo y lo que sin shocks quizás fuera viable, pasó a no serlo. Para ser claros: es cierto que si el déficit fiscal hubiese sido más bajo, el país hubiese estado en mejores condiciones de adaptarse a la caída en la oferta de dólares. Pero de ello no se sigue que una reducción del déficit fiscal generaría per se una mayor oferta de dólares. Ahorrar dólares con una recesión no es lo mismo que generar dólares. La generación de dólares supone que hay actividades capaces al mismo tiempo de crear dólares y sostener el crecimiento. El ajuste fiscal y la recesión suavizan los problemas de liquidez, pero no son funcionales para sostener el crecimiento”, afirma Sica.
En paralelo, el flamante ministro de la Producción concluyó que “la única forma de generar dólares de manera amigable con el crecimiento es ser competitivo, porque ello permite incrementar las exportaciones o sustituir importaciones”. En este punto, agrega Sica que el año próximo habrá más dólares genuinos de una cosecha sin sequía. “Obviamente, la mejor forma de incrementar la competitividad es promover la productividad. Sin embargo, un país podría verse inhibido de convertir productividad en competitividad si atrasa el tipo de cambio real. Y esto es lo que ocurrió en 2017, gracias a la disponibilidad de financiamiento. Habrá poco lugar para un nuevo atraso del tipo de cambio real”.