TURBULENCIA PERMANENTE

Un “no” de Vidal apuró la designación de Caputo por Sturzenegger en el Central

La gobernadora le negó a Lacunza, su ministro de Economía. Macri quería a un símil Redrado e intentó con su alumno dilecto. Entró, en cambio, un experto en mesas de dinero.

La historia del despido de Federico Sturzenegger de su puesto al frente del Banco Central (BCRA) empezó a redactarse la semana pasada. El malestar de la Casa Rosada por la falta de resultados en el marco del combate inflacionario se contagió, esta vez y de forma definitiva, en la mente del presidente Mauricio Macri. El ala política, la mesa chica de Cambiemos venía hacía tiempo contándole que “la tozudez” de Sturzenegger los llevaría por mal camino. La tríada del Gabinete, Peña-Quintana-Lopetegui, lo convencieron a Macri de que el esquema de tasas altas no solo no daría réditos sino que, además de un rebrote inflacionario, pondría al país en un proceso de congelamiento de las variables productivas. El mandatario, tironeado por los decidores, cedió e inicio una búsqueda de reemplazos.

 

En la lista corta para suceder a Sturzenegger había pocos nombres que seducían al Presidente como el del ministro de Economía de Buenos Aires, Hernán Lacunza. Hace tiempo en la Nación revolotean en torno a la necesidad de contar con un cuadro integral como el ex jefe del Central con los Kirchner Martín Redrado. Pero el economista tiene demasiados detractores puertas adentro del palacio de la calle Reconquista. Eso activó la consideración de Lacunza, un hijo dilecto de Redrado en la faz política y práctica. Compartieron años de trabajo en Fundación Capital, un think tank que asesora a más de cien empresas y luego se desempeñaron como presidente y gerente general del Central hasta el año 2010, cuando empezó el choque de Redrado con la ex presidenta Cristina Fernández.

 

Vidal ve en Lacunza, uno de los que sonó para el BCRA, a un funcionario clave en su gestión. 

 

 

“No”, dijo la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, cuando desde Balcarce 50 la consultaron sobre las posibilidades de la migración de Lacunza al Central. El funcionario es, para la mandataria, un eje clave de su gestión. Cuando recibió el llamado, contestó que “tiene que haber otras opciones”.

 

La Casa Rosada pretendía con Lacunza un banquero central con un perfil integral. Los que lo conocen contaron a Letra P que “es un tipo que sabe dónde queda el toilette del Central”, una metáfora que utilizan para sintetizar el conocimiento del paño.

 

Ante esa negativa, el Ejecutivo nacional apeló al único hombre que, aunque con un perfil muy distinto al de un jefe del BCRA, sigue siendo bien considerado dentro del Gabinete. Así la búsqueda decantó en Luis “Toto” Caputo.

 

El ministro de Economía, Nicolás Dujovne, le explicó a sus referentes cercanos que el paso “cierra por todos lados”. Básicamente, por dos razones: la primera, hoy, el Ministerio de Finanzas casi no tiene trabajo. Es muy complejo que vuelva a tener la posibilidad de colocar deuda en volumen récord, en Argentina y en el exterior. Ergo, pierde el 80% de sus funciones. La segunda razón, la unificación de Hacienda con Finanzas terminará de desdibujar la función de Toto o su reemplazo.

 

Caputo, a diferencia de Sturzenegger y de Lacunza, es un experto casi exclusivo en el manejo de la mesa de dinero, uno de los problemas más urgentes del desmanejo de su antecesor. Y “es un hombre del mercado”, describen los economistas de la City que admiten que el cambio de figuras es una de las últimas señales políticas que Cambiemos puede darle a los mercados.

 

En este contexto, la salida de Sturzenegger es, para el mercado y a la luz de los primeros movimientos oscilantes del dólar, la resignación de un chivo expiatorio de la política económica errática del Gobierno. En la mañana de este viernes, mientras Sturze guardaba en cajas sus pertenencias, un hombre muy cercano le recordó que él tendría que haber renunciado aquel histórico 28 de diciembre de 2017, cuando el jefe de Gabinete, Marcos Peña, le intervino políticamente el organismo. Su intento de componer terminó en salida, con el esquema de metas de inflación y tasas récord con nula credibilidad. Para los economistas, la duda ahora es saber si hay vida detrás del cambio de figuritas. Si hay modificaciones en la política que permitan domar la turbulencia eterna.

 

 

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