La negativa a congelar los despidos y el desplante que significó la postergación durante todo el martes del encuentro con los funcionarios oficiales fueron el detonante para que la CGT anunciara el tercer paro general contra el gobierno de Cambiemos. A diferencia de los dos anteriores, el del 6 de abril de 2016 y el fallido del 18 de diciembre de 2017, este paro llega en un escenario de máxima tensión entre el peronismo no kirchnerista y el gobierno de Cambiemos. Justamente, la medida anunciada para el 25 de junio es el símbolo de la eclosión de la relación oficial con estos dos espacios -el político, de los gobernadores y los bloques parlamentarios, y el gremial, encarnado en el triunvirato-, de los que, hasta aquí, se sirvió el presidente Mauricio Macri para transitar su gestión y aplicar su modelo sin grandes sobresaltos.
A la rebelión parlamentaria del peronismo que se manifestó en el revés político que significó la aprobación de la ley antitarifazo en medio de la corrida cambiaria, el Gobierno va a arrastrar ahora la conflictividad social y gremial que significa una ruptura con la CGT.
Un dato: este martes el presidente del interbloque Argentina Federal en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, anunció la presentación de un proyecto para eximir del impuesto a las ganancias al medio aguinaldo que se cobrará en pocos días. Ese fue uno de los puntos exigidos por la CGT la semana pasada para evaluar la suspensión de la medida confirmada hoy y sobre el cual no recibieron respuestas.
Ceñido al pie de la letra al plan económico acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno ni siquiera generó el escenario para hacer una devolución a los cinco puntos demandos por la CGT. Al contrario, durante toda la jornada buscó rebajar el tono del encuentro, cambiando el horario en varias oportunidades. La última jugada fue la intervención directa del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que, todavía en en la cumbre de la OIT en Ginebra, propuso hacer una reunión con funcionarios de segunda línea en la sede de la cartera, en el bajo porteño.
"Fue una falta de respeto total, pretendían que pasemos de una reunión con (Nicolás) Dujovne a una con funcionarios que no definen nada", dijeron cerca de uno de los triunviros para graficar el malestar que provocó la dilación oficial y que amenaza, a pesar de los esfuerzos de varios popes sindicales, con estallar todos los puentes de diálogo.
"Cuando nos juntamos la semana con el Gobierno, el ministro de Hacienda dijo que el equipo económico no puede interferir en las reglas del mercado, porque eso puede imposibilitar la creación de empleo. Bueno, nosotros estamos en las antípodas de esa visión. Lo que estamos planteando es que este modelo económico no va, lo tienen que corregir", disparó Juan Carlos Schmid durante la conferencia de prensa en la que se anunció la medida de fuerza.
El líder de Dragado y Balizamiento fue consultado sobre la posibilidad de que el Gobierno haga una oferta que frene el paro, algo que descartó de plano. "El Gobierno debería pegar un viraje de tal naturaleza que tendría un costo político que me parece que no tiene la capacidad de dar" sentenció.
En esa misma línea se expresó toda la cúpula sindical a través de un comunicado, en el que expresaron que no van a tolerar "que el ajuste se vuelva a hacer sobre los trabajadores y los que menos tienen".
Ese mismo documento planteó el respaldo formal de la central a todos los gremios en conflicto, aunque la definición del 25 de junio neutralizó la posibilidad de confluir con el paro general convocado para el jueves 14 por las dos CTA. Convocada inicialmente para el jueves pasado, las centrales que conduce el docente Hugo Yasky y el estatal Pablo Micheli, la medida de fuerza fue pateada para esta semana con la intención explicita de confluir con la de CGT.
"Los paros hay que prepararlos con tiempo", argumentó un dirigente sindical de primera línea. Sin embargo, la fecha definida en el edificio de Azopardo fue fijada para distanciarla adrede de la medida de las CTA y, sobre todo, del paro general lanzado por Camioneros para este mismo jueves, pero lo suficientemente cerca para alejar las críticas internas.
En las discusiones hacia el interior de la central también existió la posibilidad de que el paro general fuera el 28 de junio, aunque fue desestimado cuando un gremialista advirtió que en esa fecha ya estaría definido si la Selección nacional pasó a octavos de final en el Mundial de Rusia. Nadie quiso correr el riesgo de que se canalice a través del paro una posible frustración futbolera.