La emergencia de una inflación que, en vez de bajar, sube, y la comprobación de que los mercados no le van a entregar una confianza ciega, como se vio con la reciente fuga de inversores externos y con la corrida cambiaria que eso desató, parecen haber desesperado al gobierno de Mauricio Macri. Así, en las últimas semanas llamó la atención una serie de dichos e iniciativas que se condicen más con lo que era la norma en la administración de Cristina Kirchner que con el discurso de cambio que se impuso para remplazarla en noviembre de 2015. Eso sí, sin cadenas nacionales.
En plena furia por el dólar, Elisa Carrió, la portera de Cambiemos para un sector de la clase media porteña, recordó en Twitter: “Nosotros acompañamos al campo en los momentos difíciles, bajamos las retenciones, la sociedad acompañó... ahora les digo a ellos: 'No retengan la soja, empiecen a liquidar para que ingresen divisas'”.
"Nosotros dimos la vida, la Coalición con todo por el campo. ¡Liquiden la soja!, ¡liquiden la soja!", urgió. "No pueden retener los dólares de la soja. ¡Hagan Patria!”, siguió casi en clave de Juan Carlos Pugliese. La debe haber traicionado el corazón radical.
Poco después llamaría “hijos de puta” a miembros de la Unión Industrial Argentina (UIA) y terminaría por amenazar con investigar a banqueros por haber comprado dólares en esos días ardientes.
Carrió es especial, podría decirse. Pero luego salió la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, a reclamarles a los empresarios que la escuchaban en la AmCham que no remarquen sus precios con la excusa de la suba del dólar. “Yo pedí un estudio para mostrar quiénes son los empresarios que están aumentando los precios que no tienen componentes importados en sus productos, porque no tienen razón para aumentar", dijo poco angelicalmente.
Por si eso fuera poco, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, descubrió que las Lebac sirven para especular y pidió que los extranjeros que las usan para ese fin innoble “se vayan”
No son solo palabras, porque la necesidad tiene cara de hereje.
El Banco Central volvió a vender dólares a futuro (un anatema desde que un sector de la política y del Poder Judicial decidió que era una maniobra delictiva).
Además, la Secretaría de Comercio violó el credo del libre mercado y citó para este martes a las empresas líderes en el segmento del consumo masivo para pedir explicaciones sobre sus precios.
En paralelo, trascendió que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, atento a la renta extraordinaria que la devaluación le dejó al sector sojero, tiene en carpeta la suspensión del sendero de reducción de las retenciones a ese producto de 0,5 punto porcentual por mes. El ministro de Agroindustria y hombre de la Sociedad Rural (en el orden que se prefiera), Luis Miguel Etchevehere, desmintió que eso vaya a ocurrir, pero la sola mención desconcierta.
La andanada no gusta al establishment y algunos, que arrastran viejos traumas, hasta creen escuchar los pasos de Guillermo Moreno.
Desde un liberalismo consecuente, el economista Germán Fermo le dijo a Letra P que, “desde el primer día, ‘cambio’ se escribe con K. Éste es un gobierno que prometió demasiado para ganar las elecciones (de 2015) y ahora está empezando a chocar con la cruel realidad de las restricciones presupuestarias. La economía ignorada por Cambiemos no está bien: los precios son un reflejo de eso, algo que incomoda al Gobierno”.
¿Actúa así por pragmatismo? “No. Es solo maquillaje para ganar las elecciones de 2019”, señaló Fermo.
Christian Buteler, economista y analista financiero, le dijo a este medio que “la idea de una kirchnerización por necesidad no es un mal modo de ver las cosas. En algunos sectores del Gobierno están un poco desorientados: hacen agua y no aceptan que son sus propias medidas las que llevan a estos problemas. Por ejemplo, se quejan de las remarcaciones. Pero el empresario no llegó a ajustar sus precios después de la suba de tarifas de diciembre, que se las repitieron en marzo y después terminó recibiendo la suba del dólar de abril y mayo. El 95% de estas remarcaciones son producto de las acciones oficiales”.
“Algunos funcionarios se están dando cuenta de que gobernar es más que una sonrisa, un eslogan y dar buenas noticias. Y también de que sus propias acciones provocan reacciones del mercado. Entonces, si el Gobierno quiere buscar culpables, debería ver qué es lo que está haciendo mal”, remató.
Otro economista, Mariano Kestelboim, profesor en la Universidad Nacional de Avellaneda, le dijo a Letra P que “las políticas más fuertes del Gobierno han sido de clara deskirchnerización: la quita de retenciones, la liberalización del mercado cambiario, la liberalización de la cuenta de capital, la rebaja de impuestos. En ese sentido, en las cosas que hacen a su sostén ideológico básico, me parece que no claudican para nada. Pero sí, se puede decir que, de alguna manera, la necesidad y el pragmatismo kirchnerizaron al Gobierno” en el último tiempo.
Delfina Rossi, economista y ex directora en el Banco Nación, defiende la etapa anterior. “Las contradicciones del Gobierno lo único que hacen es reafirmar que su modelo económico no cierra por ningún lado. Entonces, más que kirchnerizarse, pone en evidencia que en el último período hubo medidas racionales que hicieron que la Argentina creciera y generara empleo, con sus más y con sus menos”. Con sus más y con sus menos, sí.
“Lo absurdo es acusar a los empresarios, ningunear a la UIA, pedir a los exportadores que liquiden sus divisas cuando no se les han generado los incentivos económicos y les encajaron una devaluación del 20% en quince días. ¿Qué esperaba el Gobierno con esa devaluación?”, se preguntó, retórica.
Desde el análisis político, Pablo Knopoff, director de la consultora Isonomía, resaltó que “esto muestra que el Gobierno es flexible frente a ciertos hechos. Recordemos que el propio (ministro del Interior, Rogelio) Frigerio ha dicho que no se enamoran de herramientas pero sí de los objetivos. El Gobierno nunca abandonó el pragmatismo. De hecho, en parte, la discusión sobre shock o gradualismo del comienzo se explicó por pragmatismo dentro de una visión de querer conservar apoyo social”.
Pero, acotó, “también hay que entender lo que pasa en el contexto de un mundo que gira a mayor velocidad que antes: ganaron las elecciones en octubre y en diciembre tuvieron un golpe fuerte. Esto los lleva a actuar también cada vez más rápido, incluso muchas veces sin terminar de entender la actualidad”.
Así las cosas, ¿kirchnerización discursiva o por necesidad?
Gustavo Córdoba, titular de la firma de investigación y comunicación política homónima, señaló ante la consulta de este portal que “el Gobierno tiene problemas de decisiones políticas, no tanto de comunicación, porque en última instancia la comunicación es la manera en que la política se hace visible. Ahora está tratando de resolver eso dándole más poder a (Nicolás) Dujovne y ampliando la mesa chica, pero hay que ver si eso realmente les alcanza”.
“Están está haciendo un pragmatismo populista de derecha, porque la toma de préstamos y la emisión monetaria, que tapa el déficit y genera inflación, las usaron para generar consenso y ganar elecciones”.
¿En qué te han transformado, Mauricio?